Argentina, Santa Fe.
Tres semanas más tarde.
Venecia.
Como cada domingo la familia se reúne para almorzar todos juntos y pasar la tarde, muchas veces no he podido asistir por la distancia y el trabajo, debo admitir que en varias ocasiones extrañé pasar los fines de semana con mi familia como habitualmente hacía antes de mudarme. Pero ayer, aprovechando que salí temprano de la empresa, decidí viajar a mi ciudad natal y pasar tiempo con mi familia, aunque ya sé lo que se me viene en el almuerzo.
Tres semanas pasaron desde la última vez que nos vimos con Alessia, a pesar de que nos queríamos ver en estos días nuestros trabajos no nos permitieron. Aunque los mensajes no faltaron ni un día y las videollamadas tampoco. La verdad es que el tiempo no me está importando mucho, en si llevo mucho o poco conociéndola, la conección que tenemos es increíble en todos los sentidos. La confianza que tengo con la rubia nunca la pude encontrar en las personas con las que me veía, con ella las cosas simplemente fluyen y me alegro de haberla conocido esa noche y que no haya pensado mucho en acercarse a mí.
- Llama a tu hermana para que nos ayude, ya son las diez y no hemos terminado nada. - Me pide mi madre mientras arma las medialunas con fiambre para la tarde, todavía nos faltan las ensaladas para acompañas el asado.
- Zoe, baja para que nos ayudes. - Grité y la mirada que me dio la mujer de pelo canoso me aterrorizo un poco, solo un poco. - ¿Qué?, me dijiste que la llamara.
- Para eso la hubiera llamado yo.
- Ay bueno, perdón. - Tomo una de las medialunas y me alejo de ella antes de que me de un manotazo, pero solo niega con la cabeza y me sonríe. Hoy si que esta de buenas.
- ¿Para que me llamaron? - Zoe aparece en la cocina abrazándome por los hombros y me roba la medialuna a medio comer. - Limpia un poco la cocina antes de que llegue la visita. Con Vene haremos las ensaladas.
- Como mande mi comandante. - Le responde mi hermana haciendo la seña de soldado, diecinueve años y todavía no madura.
Desde las ocho de la mañana que estamos preparando distintas cosas como alfajores de maisena, las medialunas con fiambre, budines y más cosas, como si hoy viniera la familia entera. Mi mamá es de las mujeres que le encanta cocinar para la familia y no le importa levantarse temprano un día domingo para cocinar.
- A ver contanos hermanita como vas con la vida porteña, porque hace mucho que no venís por acá.
- Ya estoy acostumbrada a vivir allá, aunque aveces extraño la tranquilidad de este pueblo.
- Y con la chica que conociste allá, ¿cómo vas con ella? - Me atraganto con el agua empezando a toser como desquiciada, es imposible que mi madre sepa de Alessia.
- ¿Qué chica? - Trato de hablar con tranquilidad.
- La que conociste cuando te mudaste. - Toda esa tranquilidad que desapareció segundos atrás volvió a instalarse en mi cuerpo.
- Eso pasó hace mucho má, hace más de dos años y solo fue algo del momento, nada más. - Le aclaro, le conté de esa chica en una de nuestras tantas conversaciones porque fue cosa del momento, pero no tuve nada serio con ella.
- Seguramente ya hay otra que le está moviendo el piso. - Zoe me sonríe de forma cómplice, como si supiera algo.
- ¿Y vos que onda con tu amigo no amigo? - Le devuelvo la sonrisa, nuestra madre nos mira interesada en nuestra conversación.
- ¿De qué amigo habla tu hermana, Zoe?
- De ninguno má, seguramente lo dice para molestarme. - Me tira el trapo con el que estaba limpiando. - Porque mejor no nos hablas de tu chica, seguramente es interesante.
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Ella | +18
RomanceUna salida al boliche, bebidas alcohólicas que no acababan, un mareo y un acercamiento inesperado. Esa noche termina en una habitación de hotel.