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Los chicos se despertaron ante el olor a café y tostadas recién hechas, llevándolos a todos directo al primer piso de la casa, donde el primero en aparecer por la cocina fue el maknae.
Sus mayores habían dejado de hacerle el desayuno hace tiempo, y el pensamiento de que alguno de ellos había decidido hacer ese gesto para todos le alegró.
— ¿Has hecho el desayuno, hyung? — Cuando levantó la mirada y vio que no se trataba de ninguno de sus hyungs sino de Youngmin, su cara mostró asombro.
— Me levanté temprano para hacerles el desayuno — Fue escuchada por el resto que también habían entrado a la cocina y la vieron son sorpresa. — No sé lo que les gusta, pero pensé que café, jugo de naranja y tostadas les gustan a todo el mundo — Comentó para el resto mientras ponía las siete tazas en la barra de la cocina con ocho vasos de jugo y ocho platos de tostadas decoradas con fresas picadas. — Es mi manera de expresar mi aprecio por intentar integrarme al grupo aunque no quiera — Todos comenzaron a pensar que estaban soñando, pues no veían creíble que aquella chica seca les hubiera hecho el desayuno.
— ¿Por qué dos tazas son diferentes? — Preguntó Jisung al notar dos de las tazas era de diferente color.
— Sé que Felix es de los míos y no tolera el café, así que le hice chocolate caliente — Comentó con indiferencia, pero el chico pecoso la miró sorprendido y emocionado.
— ¡Gracias Younnie! — Dijo besando la mejilla de la menor para tomar rápidamente su taza de chocolate caliente y llevársela junto a su vaso de jugo y sus tostadas, dejando sorprendidos a los chicos y petrificada a la chica.
— ¡Younnie suena bonito! ¿Yo también puedo llamarte así? — Preguntó Jeongin con emoción. La chica lo miró y asintió lentamente, como aún recapacitando lo que había sucedido segundos atrás.
— A ti también te hice chocolate caliente, Jeongin — Comentó señalando la taza. El chico sonrió feliz e hizo lo mismo que Felix momentos antes.
Besar la mejilla de Youngmin y llevarse su desayuno, dejándola nuevamente petrificada, hasta que salió de su shock y miró al resto frente a ella y rodó los ojos.
— Hice el café para que lo beban — Los seis bufaron, haciendo que nuevamente rodara los ojos. — En la olla hay para todos — Volvió a decir, y ni siquiera logró reaccionar cuando ya tenía el café devuelto en la cafetera y la olla vacía, viéndolos irse con sus tazas de chocolate caliente y sus desayunos.
