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— Me alegra que hayas dejado tus tonterías de ser Idol y ejerzas este importante rol. Ser la mejor CEO que esta empresa pueda tener — Su sonrisa era de orgullo, pero la chica solo revisaba los papeles sin prestarle atención.
— ¿Me metiste en Stray Kids porque sabías que esto pasaría, no? Que ellos me despreciarían y acabaría aceptando volverme la CEO de la empresa — Lo sabía, más nunca dijo nada porque sabía que tampoco iban a creerle.
— No era un plan eficaz, pero funcionó.
— Los desprecios, los momentos molestos en los que llegaste a joderme la existencia, y lo del aniversario... Todo fue parte de tu plan, ¿no? — Dejó el lápiz con el que firmaba el permiso médico de Minho y lo miró con frialdad.
— Eres tan inteligente, Youngmin — Dijo contento, y solo logró que la pelinegra rompiera el lápiz en dos por la fuerza que ejercía al intentar no clavarle ese mismo objeto en el ojo a su progenitor.
— Lo hiciste a propósito.
— En parte sí, pero ellos ayudaron a dejarte de lado, porque yo en ningún momento hablé con ellos o algo así. Si te ignoraron ese día, fue porque no eres y nunca fuiste relevante en sus vidas. Ya supéralo, cielo. Tienes que enforcarte en tu trabajo y hacerlo bien. Vendré a supervisarte cada dos horas para ver si lo haces bien.
Dicho eso, se fue con tranquilidad, dejando a la chica con un amargo sabor en su boca y con el corazón aún más roto que antes.
Suspiró con fuerza para no alterarse otra vez, y tomó otro lápiz para terminar de firmar el documento.
En ese momento, Lily entró a la oficina de Youngmin con un café terriblemente cargado y amargo, y se lo entregó a la chica, que sin importarle lo caliente que estaba, bebió de él y se levantó con cuidado.
— Puedo ir a dejarlo si quiere, no es necesario que se levante — Dijo Lily con precaución y la ayudó a levantarse, pero la chica negó.
— Deja de tratarme con tanto respeto, Lily. Puedes tutearme — La pelirroja asintió, pero aún así la ayudó. — Estoy bien, puedo caminar.
— Igual no es necesario que vayas cuando sabes que puedo ir yo.
— Quiero ir yo — Dijo mirándola. Se sentía raro el saber que a la única que trataba bien era a la chica, pero con ella sentía una especie de conexión que le hacía imposible gritarle o apartarla de ella. Era como si tuviera algo que le diera calma y tranquilidad, y aún no sabía qué era.
