Epilogo

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5 años.

-Max- grite desde la cocina -No podemos llegar tarde-

-Lo se, lo se, solo que no encuentro los anillos.

-¿Cómo que no encuentras los anillos?-

-Los perdí-

-Joder Max, no puedes perder algo así-

-Yo los deje en el saco-

-Pero no están ahí-

-Creo que...- Max me dejo y corrio a la habitación.

-Debemos estar en 15 min en la iglesia Max-

-Los encontré, vámonos- llego sonriente a mi, me dio un pico y tomo mi mano para llevarme fuera de la casa.

-

-Pensamos que no llegarían- escuche que decía Mateo.

-Claro que íbamos a llegar, somos los padrinos de los anillos- dijo Max

-Espero y si llegaran con los anillos- dijo la madre de Max

-Si mamá, todo bien-

-Bueno entren a la iglesia que Rebeca no tarda en llegar-

Todos caminamos hacia el interior de la iglesia y nos colocamos en nuestros respectivos lugares, Max y yo íbamos en la primera banca junto a los padrinos de lazo.

-Sam- me gire hacia Max y lo mi fijamente -Te ves hermosa con ese vestido, bueno, siempre te ves increíble- le di una pequeña sonrisa y acomode su moño.

-Tu pareces un espía con ese traje- sonrió ante mi comentario y tomo mi mano, comenzaron a sonar las campanas y todos nos pusimos de pie ante la entrada de la novia.

Rebeca lucia increíble con ese vestido blanco con corte de sirena, mangas de encaje transparente y un velo largo de tela muy fina.

Y bueno de el otro lado podíamos ver al novio más nervioso del mundo, Raúl lucia un traje negro completamente, desde la camisa hasta los calcetines lo más seguro, su cabello que hacia poco había comenzado a crecer bien luego de terminar con las quimios estaba un poco despeinado, pero sonreía de esa forma que te hace creer en el amor, esa sonrisa que te demuestra que esa persona esta perdidamente enamorada. 

-

-¡Vivan los novios!- gritaba Max desde la mesa de la familia mientras Rebeca y Raúl bailaban la pieza de pareja antes de los brindis.

-¿Estas listo amor?- le tome la mano y sonrei.

-Yo nací listo- 

-Bien porque ya te están hablando- Max tomo un poco más de su copa y se levanto.

-

-Los brindis son para decirle a la pareja de tu hermano que lo cuide y más cursilerías así, pero este no es el caso, Rebeca, tu conoces a Raúl desde casi el mismo tiempo que yo, pasaste infierno con nosotros y en ningún momento huiste, pudiste hacerlo, pudiste mandar al carajo a este idiota pelón hace muchos años, pero fue todo lo contrario.

El amor es algo con un significado muy variable dependiendo de quien la mencione, porque venga, a los 5 años dices que amas un equipo de futbol y es la decisión que marca el resto de tu vida, pero si le preguntas a un adolescente sobre el amor te dirá que es un asco y que no existe, pero luego me lo preguntas a mi y te diré que el amor es la prueba de valentía más grande, no porque debas aguantar cosas malas, si no porque aprendes a compartir y no digo de manera material, si no de compartir tus miedos, pensamientos, sueños, metas y problemas, el amor es lo más complicado que puede existir en este jodido mundo, pero ellos, pero estas personas que tengo aquí delante siempre han sido la prueba de amor que nunca pedí, más sin embargo, me alegro de haberlos tenido, así aprendí a no cagarla tanto como tu hermanito.

¡Salud por ustedes, por el amor y por su felicidad!

-¡Salud!- dijimos todos al unisonido.

Max camino hacia la mesa y sonrió al verme, tomo mi mano y me llevo fuera del salón a una pequeña terraza donde colgaban unas luces.

-Sam, no se si es el frio o el vino de mi sistema, pero quiero decirte esto- Tomo mis dos manos y me acerco más a el -Desde el día que te conocí no pude sacarte de mi cabeza, tu comentario sobre aquel libro me hizo pensarte una y otra vez, dime loco, maniático o lo que quieras, pero me enamore de ti Sam, de tu manera de expresarte, de tu manera de ver la vida y de entenderla, luego, cuando te conocí más y entendí porque eras así, supe que quería quedarme contigo, se que no tuve cáncer, pero me ayudaste a salir adelante Sam, a crecer y madurar, durante estos 5 años intente ayudarte igual cariño y no sabes lo orgulloso y feliz que estoy de lo que has avanzado con el manejo de tu ansiedad y de todo eso, 5 años es poco al igual que toda la vida, pero quiero vivirla contigo, no te pido que nos casemos de esta forma, que hagamos una fiesta y un baile, no, hagámoslo a nuestra manera, quédate conmigo y viajemos por el mundo, durante estos años que trabaje como suplente de maestro de literatura y ahora que es oficial, ahorre lo que podía, porque siempre supe que te merecías esto y más, conoce el mundo a mi lado e inspírate para seguir con tu libro, déjame ser tu guía como tu lo has sido de mi-

-Yo... No se que decir Max-

-Acepta Sam, quédate conmigo-

-Sabes que si Max- las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas mientras una sonrisa lleno mi rostro, subí mis brazos y abrace a Max lo mas fuerte posible mientras me levantaba del suelo.

-

5 Años más

-¿Qué te parece?-

-Es lindo- dijo Max que se asomaba desde la cocina.

-Es la nueva portada de un libro-

-Es la de el chico Alemán con el que se reunieron la otra vez- asentí la cabeza y cerré el ordenador.

-Tiene bastante potencial-

-Yo se, tienes buen ojo en esas cosas, el libro de de Zamara a sido un éxito-

-Ella lo escribió-

-Pero le diste la oportunidad-

-La editorial lo hizo-

-Da igual, es tuya-

-¿Cuándo vas a aceptar que la editorial somos un conjunto de personas?-

-¿Cuándo vas a reconocer tu esfuerzo cariño? Este era tu sueño y lo has logrado a base de esfuerzo y dedicación-

-Esta bien, acepto solo porque quiero probar esa lasaña que acabas de terminar de hacer, muero de hambre-

-Ay Sam- quite el ordenador de mis piernas y camine a la barra donde solíamos cenar siempre.

Mire a Max servir la lasaña y no pude evitar sonreí, habían pasado 5 años desde que me había propuesto de viajar por el mundo, recuerdo que en ese momento se me había hecho una locura y lo fue, viajamos por Francia, España, Alemania, Australia, Canadá, Cuba, Brasil, para después venir a Nueva york, aquí conocí a una amiga llamada Sophia, platicamos y tiempo después abrimos nuestra propia editorial, Max conoció trabajo como profesor de literatura en una universas y yo comencé a escribir, compramos un departamento en un edificio de la ciudad y comenzó nuestra nueva vida.

-¿En qué piensas?- dijo Max al censarse a la mesa.

-En lo que tenemos, en que te amo-

-Sabes que también te amo- me do un pico y comenzó a cortar la lasaña.

Lo mire unos segundos más y sonreí, era irónico estar ahí, amarlo de la manera en que lo amo y ser feliz de la manera que lo era, pues si me lo hubieran preguntado hace 10 años, les hubiera dicho que no existe el ¨para siempre¨.


No existe el "Para siempre"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora