Capítulo 5

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Narrador Omnisciente

1880

Era la tercera vez que a Sunmi le llegaba una invitación para uno de los bailes reales que acostumbraban a hacer en el castillo. Desde la última vez que habló con el príncipe Jungkook, sus sentimientos hacia él iban en aumento. Sin embargo, aquel pensamiento de no ser lo suficientemente buena para él la carcomía por dentro. 

—No me sorprendería si en unos días te pide ser su esposa. —comentó Hee al verla elegir entre todos los vestidos que reposan sobre su cama. 

—Definitivamente. —le siguió Yeri. —serás una reina encantadora. 

Aquellas palabras le habían llegado al corazón, pero no quería ilusionarse. Si bien es cierto, no siempre había soñado con vivir un cuento de hadas, ni mucho menos verse involucrada con algún miembro de la realeza, sobre todo porque no se veía viviendo de esa manera. Sin embargo, todo por lo que estaba pasando ahora, la llenaba de felicidad. De pronto comenzaba a imaginarse una vida completamente diferente, pero maravillosa. 

¿Y que pasaría si solo se trataba de una mentira? Obviamente, quedaría destrozada. 

Y era lo último que quería. 

—No hay que apresurarnos, recuerden que es solo una invitación. —se dirigió a sus amigas con la intensión de calmar sus comentarios alentadores. 

—La tercera, para ser honestas. Y eso quiere decir que al príncipe Jungkook le agrada tu presencia. 

Sunmi decidió no responder nada más al respecto, porque sentía que se profundizaba más el tema. Solo quería terminar de vestirse antes de que el carruaje pase por ella y la lleve directo al castillo por tercera ves en lo que va del mes. Planeaba pasar una buena noche sin tener que pensar ningún segundo en la posibilidad de convertirse en la esposa del futuro rey, que era una posición anhelada por muchas mujeres. Estaba dispuesta a dejarse llevar, pero no de manera exagerada. Pues, temía llevarse una mala sorpresa que la deje con el corazón hecho pedazos. 

Nunca había pasado por algo como eso, pero no estaba dispuesta a experimentarlo. 

Media hora más tarde, ya se encontraba llegando a las afueras del gigantesco castillo, el cual estaba bellamente decorado con luces y adornos florales en el exterior. Logró ver a mucha gente vestida de manera elegante ingresando por la alfombra roja que adornaba las escaleras de la entrada y entonces sintió pánico en su interior. No era la primera vez que pasaba por eso, pero no podía controlarlo. Siempre se presentaba la inseguridad de no verse suficiente ante los demás. 

"Tú puedes, querida. Tú puedes.", se alentó a ella misma luego de bajar del carruaje acompañada de uno de los guardias y recibiendo las miradas de los que se encontraban presentes a su alrededor. 

Pensó que tal vez el príncipe esperaría por ella a las afueras de la fiesta, pero todo indicaba que eso no pasaría, ya que se vería muy descabellado de su parte darle el encuentro cuando no es la única invitada que tiene. 

Son cientos de personas y aún seguían llegando más. 

Le echó un vistazo al castillo por última vez, antes de comenzar a caminar hacia la entrada, rogando al cielo que todo salga bien esa noche. No estaba segura de si el hijo del rey la invitaría a la pista de baile, pero no significa que no lo deseaba. Saludó amablemente a algunos invitados que parecían ser agradables y siguió con su camino hasta llegar al enorme salón, en el que muchas personas disfrutaban. 

Comenzó a buscar con la mirada al hombre en el que tanto había pensado en las últimas semanas, pero no logró ubicarlo. Así que decidió esperar por él a un costado, observando a las parejas brillar en el centro junto al ritmo de la música. 

—En mi opinión, creo que aquella pareja no tardará en comprometerse sin que nadie se entere. —escuchó a sus espaldas y giró la cabeza para encontrarse con la dueña de tan suave voz. —es la cuarta vez que los veo cortejarse de esa manera, lo mínimo que podría pasar es una pedida de mano, ¿no crees?

Aquella hermosa chica la observó con una sonrisa amable mientras esperaba una respuesta de su parte. Nunca en su vida la había visto, pero a juzgar por su aspecto diría que podría tratarse de algún familiar de los Jeon. 

—Me temo que tiene razón. —le respondió Sunmi luego de unos segundos. —Disculpe, pero, ¿Con quién tengo el gusto?

—Soy Lee Sanah, y tú debes ser Sunmi, ¿verdad?

La nombrada se sintió un poco confundida, ya que no recordaba haberla visto en algún lado como para decirle su nombre. Sin embargo, quería dejarlo pasar. 

—Esa misma. —le brindó una media sonrisa. 

—Jungkook me habla mucho de ti. 

La confianza con la que mencionó el nombre del príncipe, le dio un pellizcón en el estómago. De pronto, se vio envuelta en una nube de cientos de preguntas que, al parecer, solo la joven que se encontraba acompañándola podría contestar. Jamás había sentido tanto enojo e intriga al mismo tiempo, pero no quería delatarse. Si Sanah de verdad frecuentaba al hijo del rey, debía ser muy importante como para tener ese privilegio. 

Un privilegio que solo ella creía tener. 

Por otro lado, Sanah se estaba asegurando de causarle todo tipo de incomodidad. Sabía perfectamente quién era y algo dentro de ella no podía permitir que una chica como Sunmi, "desalineada y sin clase" se llevara el cariño del príncipe Jungkook. 

Porque, según ella, son de mundos diferentes. Y así debería quedarse. 



1880: TODO ES OBRA DEL DESTINO//JJK (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora