ROSANA
El olor del café recién hecho se mezcla con el de las galletas horneándose, apenas he consumido la cantidad de café necesaria para sentirme una persona nuevamente, pero la librería ya ha abierto, no suelo tener demasiada gente husmeando por las mañanas, por lo que aprovecho para hornear las galletas yo misma; la única cosa que me permito hacer para ofrecer al público pues no soy una buena repostera, la barra de la cafetería está bien atendida gracias a Ingrid, cuyas delicias pasteleras nos dan más clientes.
Aunque suele haber demasiados lectores entusiastas, algunos vienen compran los libros de moda y se van, usualmente suelo reservar una mesa para el pequeño circulo de lectura que organizo una vez al mes.
Por lo demás, los mayores ingresos que recibo son de la cafetería gracias a los negocios circundantes y la buena locación del negocio. Es una suerte que viva justo en el piso de arriba y una mala suerte que el dueño haya decidido rentar la mitad restante del edificio al idiota de Mario.
No solo somos vecinos de departamento, también lo somos de negocios.
Él decidió convertir el primer y segundo piso en un estudio de tatuajes, demasiado blanco y negro, demasiado antiséptico, pero tengo que admitirlo, el estilo de decoración es exquisito, todo está perfectamente como en una pintura, las paredes blancas realzan las fotos enmarcadas de sus mejores tatuajes, una mezcla de tintas negras y acuarelas.
Yo por mi parte, decidí que la librería quedaría mejor en el primer piso, tengo algunos estantes divididos perfectamente entre géneros de romance juvenil, fantasía, terror y ciencia ficción, poesía y por qué no, la sección más vendida: novelas erótico-románticas disfrazadas de un poco de fantasía.
El segundo piso pertenece a la cafetería atendida por Ingrid a la que muchas jóvenes acuden frecuentemente para tomarse la gran sesión de fotos junto a un libro que nunca abren de la estantería y las bellezas que mi amiga repostera crea.
Nos estamos convirtiendo poco a poco en el lugar de moda entre las jóvenes que se sacan selfies para postearlas en sus cuentas de Instagram o hacer TikToks. No me importa demasiado, la calidez del lugar gusta y eso es lo que importa.
—¿Cómo va tu resaca?
Ingrid aparece un club sándwich con extra queso para mí y yo babeo enseguida, podría aventarme sobre ella y besarla en ese momento, no he podido prepararme absolutamente nada con las prisas, más allá de creer que por ser tu propio jefe tienes ciertos beneficios lo cierto es que te crea mucho más problemas y responsabilidades.
Cierro por un momento la Tablet en donde estoy creando un borrador de la próxima portada para un libro infantil, suelo tomar trabajos como diseñadora e ilustradora para una editorial, la única forma en la que me permitiría a mí misma poner mi nombre impreso en un libro.
—Si te refieres a mi dolor de cabeza creo que va mejorando, mi resaca moral, no hace más que empeorar a cada segundo.
Ingrid me sonríe robando una de las papas a la francesa que ella ha dorado a la perfección, escuchó como cruje cuando la muerte y no puedo evitar tomar una, la grasa me hace suspirar y sumerjo la mitad que queda en la salsa de tomate.
—Yo no sé cuál sea realmente el cuento que ustedes se traen, pero insinuar que te ha tomado así, Rosana, esa no es la clase de persona que tú eres.
Yo formo un puchero y me entran las ganas de llorar.
No, esa no es la clase de persona que yo soy, pero Mario con su sonrisa engreída y sus ínfulas de: el mundo me puede besar el trasero si yo quiero, me tiene mal, lo veo y mi lado poco racional sale a flote. Somos personas distintas, no por nuestros negocios, no porque sea un artista del tatuaje y yo un ratón de biblioteca que no hace más que leer libros y venderlos.
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El chico de al lado.
Romanceㅤㅤ ㅤㅤElla ama los libros, su pasión por la literatura fue cultivada desde que era pequeña y siempre ha soñado encontrar un amor tan cliché como el de los libros que suele leer. ㅤㅤUn hombre apuesto, generoso, un amor para siempre, sin importar cuá...