BONITA

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MARIO

Rosana está perdida en la luna así que yo tengo que poner mas atención al suelo en el que pisamos para no resbalar, no puedo observarla y prestar atención así que me detengo y ella lo hace conmigo. No sé qué hora serán, pero sé que la luna le ilumina el rostro, se refleja en su mirada, en la suave palidez de su piel.

Tengo una sensación extraña en el pecho, una sensación que me hizo salir de mi departamento cuando me dijo que se sentía incomoda estando allí, pude imaginarla apartada, abrazada a sí misma o algo parecido, no pude soportarlo, tan pronto como supe ya estaba caminando hacia el garaje de Christopher y subiéndome en su BMW que era por mucho más rápida y cómoda que la mía, el tipo no se daría ni cuenta, ahora era prácticamente un ladrón para mi propio amigo solo por jugar al héroe.

Estaba comenzando a actuar de forma irracional, conseguir su número para saber si estaba bien, porque el silencio repentino era demasiado extraño entre nosotros, no por la necesidad de hundirme en ella, de verla para seducirla, sino por el simple hecho de verla sonreírme como lo hacía.

Me acerqué más a ella, su mirada no se apartó de la mía en todo momento.

No sé por qué lo había dicho en voz alta.

Pero una cosa era cierta, Rosana era la mujer más hermosa que hubiera visto nunca, no solo físicamente, brillaba con una naturalidad que no podía describir, su mirada, su sonrisa, la manera en que escuchaba atentamente y no juzgaba.

Bueno, no me juzgaba ahora como lo había hecho antes. Era un gran paso entre nosotros, uno que me hacía sentir extrañamente feliz.

Estuve a punto de buscar su boca, pero supe que si lo hacía, que si la besaba entonces perdería el control y le arrancaría la ropa, ambos bullíamos por el otro, podía sentirlo, pero necesitaba poder protegerla del frío de la noche, no iba a cogerla solo por un deseo egoísta de poseerla y después verla enferma.

Ambos tomamos aire pesadamente y reanudamos el paso.

Seguimos el camino perfectamente en silencio, me gusta que no sea incomodo entre nosotros, que podamos estar así sin decir nada e incluso parecer comunicarnos mutuamente, nuestros cuerpos se mueven en sincronía perfecta, mis pasos no son tan largos para ella incluso con mi altura así que no tengo que bajar excesivamente mi marcha para que ella pueda alcanzarme, no es demasiado alta y aun así parece estar hecha perfectamente para acompasarse a mí.

La mayoría de las mujeres con las que he estado son más bajas que Rosana y hay una especie de problema en tanto a mi grandeza corporal. No debería compararla, pero constantemente me encuentro haciéndolo y encuentro que Rosana es mucho mejor en cada sentido.

Rosana me hace reír y sentirme cómodo, apenas hemos convivido lo suficiente y ya siento que puedo confiarle más cosas que a cualquiera, creo que eso era lo que tiraba entre los dos al principio, la negación de una química que fluctuaba entre nosotros.

En lugar de intentar llevarnos bien, Rosana me metía bronca por todo y yo me encontraba subiéndole a la música cuando estaba solo, dejando la bolsa de la basura más cerca de su puerta cada vez solo para verla sonrojada tocando a mi puerta.

Aprovecho la poca luz y sonrió. Ahora sé que, no tendría que hacer ninguna de esas cosas para verla tocar mi puerta o para yo tocar la suya.

La música llega hasta nosotros y las primeras luces fiesta nos guían el camino.

—Bien, Rosita te daré dos opciones.

Le digo mientras mas nos acercamos, ella voltea para mirarme.

El chico de al lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora