ROSANA
Estamos tomados de la mano, hemos caminado un poco y él ha respondido a todas mis preguntas.
—En realidad nunca hemos tenido problemas, cuando alguien conoce a otra persona ajena a nuestro grupo lo respetamos, y entonces si eso se vuelve una relación monógama o no es cuestión de ellos, nunca nos involucramos con las parejas de otros, es decir, si Christopher tuviese pareja, aunque seguramente la conoceríamos y conviviríamos con ella, no llegaríamos a tal punto ¿entiendes?
—Claro y es más que razonable, supongo. Les evita dramas a todos, tanto por los celos como para sentirse cómodos, creo que ustedes han establecido muy bien su sistema.
Su mano se aprieta más a la mía, pasamos casas y casas junto al lago y a veces no hay ni un poco de luz entre nosotros y el tramo que tenemos por delante, es cuando me aprieto más a él.
—No diría que es un sistema, pero es algo parecido. Nos conocemos por tanto tiempo, somos muy cercanos, confiamos los unos en los otros, y estamos siempre para apoyarnos, quisiera decir que en términos fuera del sexo, todos ellos son como mi familia.
Yo me echo a reír, entiendo perfectamente lo que dice, ahora no me cuesta demasiado entender por qué tenían fiestas con tanta frecuencia o porque siempre veía mujeres saliendo de su casa, nunca me detuve a observar lo suficiente como para saber si eran la misma persona todas las veces, porque estaba mas ocupada juzgándolo por todo y por nada.
Nos detenemos cuando la luz nos ilumina, hemos llegado a otro pequeño muelle, hay lanchas y veleros amarrados a la orilla. Nos adentramos al muelle para estar cerca del lago, cuando él se sienta, me atrae para abrazarme, me siento entre sus piernas, con la espalda pegada a su cuerpo.
—Me alegra que estés aquí.
Susurro apretándome a él, sus manos se entrelazan con las mías, me permito apoyar la cabeza en su hombro y relajarme, él a su vez se apoya contra uno de los postes.
—Viene para verte y tocarte, ya te dije.
Yo le doy un codazo cuando baja nuestras manos por mi abdomen peligrosamente a mi entre pierna, él sonríe contra mis cabellos, besándome la sien.
—La luna se ve hermosa.
Solo se escucha el sonido del agua, el chapoteo de las lanchas que se mecen con el suave movimiento del agua.
Es casi luna llena y parece estar tan cerca de nosotros que podría tocarla, se refleja en alguna parte del lago, las nubes la tapan por ratos, pero incluso así, ese lugar, la luna, Mario. Todo parece un sueño.
—Lo es.
Susurra y nos quedamos en un agradable silencio, solo él y yo, alejados de la fiesta de la que me rescató. Recuerdo a mis amigas que deben estar felices disfrutando, tanto como lo estoy yo.
A veces el silencio incomoda, sientes la necesidad de hablar, eso es lo que no me gusta de la compañía, el sentir que ignoras a otros y que otros te ignoran a propósito.
Pero estar entre sus brazos, con nuestras manos entrelazadas y nuestros dedos jugando a acariciarse, eso se siente como la paz.
Me apoyo más contra él, y no tardo en quedarme dormida.
La Luna sigue ahí para nosotros cuando abro los ojos, Mario está besándome el cuello.
—Despierta —me susurra con suavidad como si no quisiera asustarme. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Me remuevo, entumecida un poco, me duelen las caderas por el tiempo sentada y mi pierna derecha duele y cosquillea. Gimo arrastrándome fuera de su agarre él se ríe cuando me recuesto e intento moverme.
Parece entumecido también por que lo veo estirarse, me avergüenza haberme quedado dormida sobre él, seguro tuvo que soportar la incomodidad de mi peso sobre él todo ese rato. ¿Por cuánto tiempo?
—Lo siento, no he dormido bien gracias a las chicas y aquí todo esta tan quieto.
Le digo, levantándome cuando él así lo hace, vuelve a estirarse y escucho los huesos de su espalda crujir y cierro los ojos.
—No pasa nada, no fue incomodo, no del todo también me quedé dormido, pero comienza a hacer más frío y tú estabas empezando a temblar.
Es cierto, apenas puedo controlar el castañeo de mis dientes él hace ademán de comenzar a quitarse la chaqueta.
—No, tú también debes tener frío y si regresamos caminando seguro me dará calor, por favor quédatela.
Pero no me hace caso.
—Llevas unos shorts cortos, por lo menos deberías ir bien abrigada arriba.
Me dice, yo sonrió su chaqueta huele a él, tiene su calor y me calienta tanto que gimo de placer, debemos estar a unos diez grados junto al lago es por eso que tengo tanto frío, comenzamos a caminar juntos, tomados de la mano.
La luna ha bajado un poco, pero se aprecia todavía.
—¿En serio no tienes frío?
Le pregunto, subimos por una pequeña colina antes de bajar y ver la primera casa de regreso.
—Me calientas lo suficiente.
—Podría calentarte más —le digo.
Mario se detiene, su brazo me toma por la cintura y me alza, tengo que enredar las piernas en su cintura para quedar a su altura, lleva las manos directo a mi trasero, su boca me ataca con hambre, bajo las caderas como puedo para rosarme contra él. Ambos gruñidos por la necesidad.
—Sígueme provocando y voy a follarte aquí.
—¿Quién te dijo que no quiero ser follada aquí?
Pregunto, lamiéndole el labio inferior arrancándole un suspiro, lo siento temblar y no sé si es por el frío o la excitación quizás una mezcla de ambos. Lo siento duro contra mi vientre, me acaricia el rostro con una mano y niega.
—Estás temblando, si te tiendo sobre la hierba húmeda vas a sentir más frío que calor.
Sus labios me besan con suavidad esta vez antes de que me baje de su cuerpo, siento como si mis piernas fuesen de gelatina porque necesito un poco más de tiempo para recuperarme.
—Vamos Rosita, a un lugar donde pueda cogerte y solo tiembles por placer y no por frío.
Me aprieto a él, por la necesidad de sentirlo y por el calor. Nuevamente pienso en que mis amigas y yo estamos demasiado locas como para planear un fin de semana en Valle de Bravo sin importar lo que Lilian diga acerca de su trabajo. El lago es hermoso, se respira paz y aire fresco, es un descanso para los pulmones.
—¿Has visto una luna así? —Estoy perdida en esa vista mientras caminamos lentamente—. Es hermosa, nunca había visto algo así, la luz de la ciudad siempre te quita las mejores vistas del cielo.
—Es la más hermosa que he visto.
Su respuesta me acaricia los sentidos, y cuando mis ojos se apartan de la luna para verlo, él ya me está mirando a mí.
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El chico de al lado.
Romanceㅤㅤ ㅤㅤElla ama los libros, su pasión por la literatura fue cultivada desde que era pequeña y siempre ha soñado encontrar un amor tan cliché como el de los libros que suele leer. ㅤㅤUn hombre apuesto, generoso, un amor para siempre, sin importar cuá...