¿QUIÉN ESTÁ EN MI CAMA?

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ROSANA

Suelto un quejido de dolor cuando intento moverme en la cama, tengo el brazo derecho acalambrado y la sensación se está volviendo incómodamente dolorosa, un quejido más resuena en mis labios cuando el dolor en mi cabeza martillea como las maquinas industriales en una ruidosa construcción.

Abandono mi pobre intento de ponerme cómoda, incluso con los ojos cerrados todo parece dar vueltas es como si el tiempo decidiera pasar más lento de lo normal y cada movimiento que hago se viera como un video creado solo de imágenes independientes, tengo la garganta reseca. Hay un olor asqueroso picándome las fosas nasales: cerveza, vomito y ¿eso es mota?

Tanteo en la cama para encontrar el móvil, cuando muevo ligeramente las piernas para colocarme mejor, encuentro una sensación pegajosa en mis muslos, eso no es lo que me hace abrir los ojos de golpe, es la sensación blanda, cálida y tersa que mis dedos encuentran. Hay alguien en mi jodida cama.

No alguien cualquiera.

No alguien al azar.

No.

No.

NO.

Mario Vega está ahí, dormido a mi lado.

Por la puta madre.

Mario Vega.

Mi corazón se dispara, el dolor se disipa con el susto, la cruda también se aleja. Ese hombre está dormido aquí, en mi cama, sin camisa, con su hermoso y odioso rostro perfectamente apoyado en una de mis almohadas.

Intento moverme, él parece notarlo porque su brazo se me enreda en la cintura y me estruja hacia su cuerpo, no se despierta y yo parpadeo tan rápido como mi lentitud matutina me lo permite.

Debo estar soñando porque no hay manera de que yo permita que Mario esté dentro de mi casa y mucho menos dentro de mi cama.

No he conocido peor hombre que este intento de ser humano.

Es todo un desastre, con sus fiestas hasta las tantas de la madruga, la jodida basura siempre regada cerca de su puerta de entrada, no hay un solo día en que de su departamento no salga el olor a marihuana y simplemente es un jodido incordio.

Jamás podría juzgarlo por el largo desfile de mujeres que parece tener recurrentemente saliendo por su puerta, su vida sexual, no, toda su jodida vida no es un problema hasta que se mete en la mía cada vez que tengo que verlo al salir de mi departamento o cuando no me deja ni trabajar con todo el ruidero.

¿Por qué está en mi cama?

Y por qué, por todos los dioses tengo este dolor de cabeza que me hace sentir demasiado expuesta.

Mi respiración se acelera, me está dando un ataque de pánico. No recuerdo nada de la noche anterior.

Me remuevo y es cuando me doy cuenta, estoy prácticamente desnuda.

Lo miro por un momento decidiendo si puedo ahogarlo con la almohada antes de que se despierte, si debería hacerlo con mis propias manos alrededor de su cuello, un movimiento más de su brazo y siento los bíceps marcados rozándome las tetas.

Madre santa, se me han puesto duros los pezones.

Me trago el chillido, mi cuerpo es un traicionero, nunca se ha podido resistir a las caras bonitas, porque Mario podrá ser un idiota que me desespera, pero el hijo de puta está tan bueno que incluso Lilian suele decirlo, ella ha estado coqueteando con él desde que se mudó hace un año y quizás sea porque esa mujer es sensual como el diablo y aparentemente nada su estilo porque jamás he escuchado de su boca decir que han cogido o algo parecido.

El chico de al lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora