ROSANA
Mario está aquí.
Volteo.
Mierda.
Santa mierda.
¡Mario está aquí!
Lilian suelta un chillido, me empuja para que me levante y lo hago.
—¿Recuerdas que me animaste a bailar sola hace ratito? Me iré ahora.
Quiero tomarla de mano, detenerla, pero es más rápida, se escabulle como el agua y la veo mezclarse en la pista de baile improvisada.
—¿Qué haces aquí?
Pregunto, tiene las mejillas morenas sonrojadas, el cabello ligeramente despeinado, lleva una chaqueta de cuero puesta y sus típicos pantalones de mezclilla con la camisa de Led Zeppelin que me había prestado para dormir.
—Dijiste que te gustaría que estuviera aquí y aquí estoy.
Le sonrió, le sonrió de verdad.
—¿Estás congelado?
Le pregunto, se cruza de brazos, veo una motocicleta estacionada unos metros atrás de él y sé que ha venido en esa cosa, por eso ha llegado tan rápido, las motocicletas son mejores para sortear el tráfico e ir más rápido.
—Un poco.
Me acerco a él, más bien, me lanzo sobre él, da unos pasos hacia atrás antes de estabilizarse, mi corazón late nuevamente con fuerza, él está frío, su cuello está frío cuando entierro allí mi rostro y lo beso, pero al meter los brazos bajo la chaqueta y rodearle la cintura, esa parte de su cuerpo está tan caliente como la recuerdo.
—No puedo creer que vinieras.
Sus brazos me atrapan, me acercan a él, me besa el cabello. Quiero embriagarme con su aroma, su calor que vuelve poco a poco. Cuanto agradezco el calor.
Una parte de mi quiere llorar. Mario viajó kilómetros solo para verme.
—Sígueme besando, Rosita. Estoy entumecido.
Mis manos repasan su espalda en caricias, frotándome contra él para darle calor, mi boca busca cada centímetro de su cuello para besarlo, no tiene barba, se la ha rasurado. Me muerdo el labio alzando la mano para acariciar su mejilla, su mandíbula sin vello no hay suficiente luz para poder admirarlo como quisiera, cada detalle de él.
—Dioses, te ves más guapo así.
Le digo, y es verdad, parece cinco años más joven, su mandíbula cuadrada luce mejor que con la capa de barba que no se deja crecer demasiado.
Sonríe para mí, sus dedos se enredan en mis cabellos, los aplastan para tomarme de las mejillas y alzarme para que lo bese.
Mis brazos vuelven a enredarse en él, me pongo de puntillas, su boca sabe a gloria, esta fresca y hay menta en su aliento, suspiro de placer aplastándome contra él.
Mario está aquí y ha venido por mí. Y su sola presencia hace que me olvide de todos, de Lilian bailando en la fiesta de Ingrid con Nacho, de los que están a mi alrededor.
Lleva ese arete en la lengua que toco con la mía y hace que vibraciones recorran todo mi cuerpo al recordar el arete de su pene, entierro las uñas en su espalda provocando que gima contra mi boca, ya no existe el frío cuando el calor infernal bulle entre nosotros.
—Sigo sin creer que estés aquí... yo... ¿por qué?
Me río, Mario me sonríe. Cuánto extrañé esa sonrisa.
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El chico de al lado.
Storie d'amoreㅤㅤ ㅤㅤElla ama los libros, su pasión por la literatura fue cultivada desde que era pequeña y siempre ha soñado encontrar un amor tan cliché como el de los libros que suele leer. ㅤㅤUn hombre apuesto, generoso, un amor para siempre, sin importar cuá...