ROSANA
Subo las escaleras con cuidado, la luz no enciende así que por mi propio bien tanteo con manos y pies porque no deseo caerme de culo escaleras abajo, es ya entrada la madrugada y me duelen los pies y las piernas por tener que estar parada un buen rato con esos tacones de aguja que Lilian insistió en que usara esa noche.
No sé por qué lo hago, pero he dejado que me lleve consigo a una doble cita desastrosa.
Lilian es hermosa, tiene buen gusto para la moda, el maquillaje, para elegir cada trabajo que ha tomado, es una chica amable y astuta y todas esas cualidades parecen no ser suficientes en su elección de citas, así que yo dejo que ella concrete siempre a una cita doble en la que ella termina yéndose con el tipo más patán de los que se presentan y yo termino yendo a casa sola.
El diminuto vestido de terciopelo rojo que eligió para mí, dicho sea de paso, tiene un escote que cae sutilmente entre mis senos y los hace ver de muerte tiene unas finas tiras que se sujetan los hombros y se cruzan en la espalda abierta, tiras que tuve que revisar de vez en cuando para asegurarme que no se hubiesen roto porque el tipo no dejaba de verme las tetas.
Tenía la sensación de que el vestido se había caído y revelaba más de lo que yo quería mostrar, la falda me llega a la mitad de los muslos torneados mínimamente por tener que subir escaleras múltiples veces al día, con una apertura en el muslo derecho que tuve que vigilar también para que no mostrase mas de lo debido.
Al final de la noche sentí que Lilian me había preparado para ser vendida como carne fresca y no como para una cita decente.
Esta era la ultima vez que la dejaba enredarme a sus aventuras sin sentido para conseguir una verga promedio.
Estando al final de las escaleras esperé toparme con la bolsa de basura que Mario siempre deja fuera a esas horas de la noche, en cambio mi pie se encontró con el camino libre.
Busqué en la pared el interruptor del pasillo presioné y nada. La luz no funciona.
Intento buscar a tiendas en mi pequeño bolso las llaves, mi corazón se acelera, estoy segura de que las he metido en él, he puesto el manojo de llaves en el bolso junto a la tarjetera y el teléfono.
Sí, yo puse todo eso en un bolso rojo antes de que Lilian me arrebatase la bolsa y cambiase todo a la pequeña carterita plateada que combinaba mejor con mis zapatillas.
Definitivamente iba a matarla.
No solo me había llevado a una cita espantosa me había dejado fuera de mi propio departamento y ella tenía mis llaves en el suyo.
La puerta de Mario se abrió y una pequeña luz iluminó mi cuerpo.
—¿En serio, Mario? ¿No tienes a alguien más a quien asechar?
Las palabras salieron bruscas, acusadoras. ¿Por qué seguía apareciendo en el momento exacto en que yo decidía salir de mi departamento cada vez?
Esto se estaba volviendo enfermizo y yo deseaba volver a esos días en los que apenas nos saludábamos con un asentimiento de cabeza y un ceño fruncido, apresurándonos a bajar para no estar cerca del otro a medida de lo posible.
—Solo quería saber si tú tienes luz. Hace más de una hora que se fue y estaba trabajando en algo, por suerte he avanzado con esta horrible linterna.
Se explicó.
—Pues creo que no lo sabremos.
—No seas cruel, solo te estoy pidiendo un poco de ayuda, tengo que terminar este bosquejo para mañana.
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El chico de al lado.
Romanceㅤㅤ ㅤㅤElla ama los libros, su pasión por la literatura fue cultivada desde que era pequeña y siempre ha soñado encontrar un amor tan cliché como el de los libros que suele leer. ㅤㅤUn hombre apuesto, generoso, un amor para siempre, sin importar cuá...