CURVAS PELIGROSAS

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MARIO

La puerta se cierra justo en mi cara y no puedo evitar sonreír.

Eso es lo que obtengo por lanzarme así de repente, juro que vi las señales, la invitación de acercarme cuando ella expuso más de esa cremosa piel suya con ese movimiento creado específicamente para tentarme, no soy un depredador, sé encontrar las invitaciones cuando las veo.

La tela de su ropa resaltaba peligrosamente las curvas de su cuerpo, rozando los lugares en los que mis dedos deberían estar jugando ahora mismo.

Sus tetas generosas no hicieron más que subir cuando ella cruzó los brazos sobre el pecho y los aplastó de esa forma tentadora que abrió el escote de la blusa.

La posición sobre la puerta acentuaba las curvas de su pequeña cintura, la ancha cadera, podría sujetarme de esa cadera para penetrarla por detrás si la tuviera en cuatro gimiendo de verdad. No ese pobre intento de sexo que me ha dicho que ha tenido.

¿Siento pena por ella? Quizás, pero siento mas pena por mi propio pene en estos momentos.

No he podido controlarme, un solo vistazo, por más pequeño que sea a esa parte favorita de su cuerpo y estoy cruzando el pasillo para lanzarme hacía ella.

Me alejo de la puerta tan rápido como puedo.

No planee verla al salir de mi departamento y sé que probablemente he quedado como un fisgón, pero apenas son la una de la mañana y no he podido conciliar el sueño sabiendo que alguien más estaba dentro del lugar en donde todo mi cuerpo clamaba por estar.

La frescura de la noche baja la temperatura de mi cuerpo y camino por la ciudad, apenas tengo que caminar un par de cuadras para llegar al edificio en que Christopher vive, él ya me espera.

La única desventaja del edificio que hemos rentado para poner nuestro pequeño estudio es la falta de estacionamiento, así que dejo mi Bajaj Avenger en el estacionamiento de mi amigo, no es la motocicleta más lujosa que he tenido, pero me gusta, al menos la he comprado con mi propio dinero. Salir de bajo del ala de mi padre ha sido lo mejor que he podido hacer en toda mi desgraciada vida.

He tenido lujos desde la cuna, autos, dinero siempre en la cartera, un buen techo, viajes. Todo eso lo he mandado por la borda, ahora no me va nada mal, joder estoy acercándome poco a poco a la vida que tenía junto a mi padre, nunca con tantos lujos, pero mi propio trabajo, mi arte, mis manos, todo eso me dan el techo sobre mi cabeza, mis propios lujos y la comida que llevo diario a mi mesa. ¿Eso es suficiente? Para mi lo es.

Sobre todo, cuando mi padre no apostaba un solo peso a que eso pudiera suceder dedicándome a lo que me dedico.

La brecha ya existente entre nosotros se amplió mucho más cuando apliqué para la escuela de artes en lugar de estudiar ciencias políticas como lo ha hecho toda su familia desde que él tiene uso de razón.

Comencé ganándome un poco de dinero vendiendo mis bosquejos para que Miguel mi mentor se los mostrara a sus clientes, como él dijo, estaba harto de tatuar las mismas calaveras y signos tribales. Así que cuando amplió su repertorio para la fabulosa técnica que él tenía, yo me animé a incursionar en el mundo del tatuaje de guiado por su mano.

Así me pagué la universidad, tomando sesiones una o dos veces al día para poder comprarme ciertos materiales o diseñando para Miguel porque, aunque su mano era mágica para trazar líneas precisas al calcar los bocetos, su imaginación artística no era tan grande como la mía. Palabras suyas no mías. Si el tipo se había dado cuenta de mi situación y me adulo solo para animarme a seguir mis sueños, eso es algo que no sé, pero sumamente le agradezco.

Perfeccioné mi técnica de dibujo y entrené mi mano para la maquina y las agujas.

Ahora soy uno de los mejores tatuadores de la ciudad y tengo clientes fieles que acuden a mi y pagan mis cuentas a un precio demasiado justo.

—¿Hay un lio de vaginas ahora?

Christopher se pone el casco y los dos encendemos nuestras motocicletas el motor me vibra entre las piernas y me deleito con el suave ronroneo que me coquetea para pisar la palanca e incorporarnos al escaso tráfico de la noche, yo solo le hago un gesto vulgar con la mano cuando me alcanza.

Nunca he tenido ese tipo de problemas, no porque sea un conquistador, sino porque he escogido muy bien a mis parejas sexuales, mucho mejor a mis novias. Viviane es una de ellas, nos conocimos en la preparatoria y no nos hicimos novios hasta hace un par de años atrás.

Frecuentamos por lo tanto a los mismos amigos y compartimos un sexo decente, la situación sentimental creció entre nosotros, aunque no con la suficiente fuerza como para echar a perder una amistad de años atrás por algo que parecía funcionar mejor como un rápido polvo de vez en cuando.

Así que nuestra relación sentimental se rompió y seguimos tan amigos como siempre.

Como todos nosotros a pesar de su apariencia oscura, su personalidad rebelde y su carácter testarudo, en el fondo es una buena chica. Sabe escucharte, es leal y no duda en apoyarte cuando más la necesitas, creemos que somos una pandilla de inadaptados buscando formar una familia real cuando la nuestra se ha ido a la mierda.

Los padres de Viviane se divorciaron cuando ella tenía quinceaños, la peor edad para pasar por todo ese proceso. Los hijos de puta discutieron por el dinero y discutieron más por quién se quedaría con ella.

La discusión no fuera precisamente la de un padre preocupado por el bienestar de sus hijos, fue el pleito de: tenla tú que yo no la quiero.

Y quizás eso me hace sentir un poco más mierda por renegar de mi padre cuando a pesar de todo, el jamás demostró ser esa clase de persona, estoy seguro que si mis padres se hubiesen divorciado en un caso demasiado remoto, mi padre habría peleado por mí con uñas y dientes.

Pero esa posibilidad no existía, porque mi madre había muerto y con ella al parecer el lazo que nos unía se fue adelgazando tanto que termino por romperse cuando lo decepcioné abandonando la carrera que tanto quiso para mi y mi futuro.

La motocicleta vuelve a ronronear con el cambio de velocidad y Christopher paso a mi lado tomándome la delantera, nos metemos entre los vehículos para cortar el paso y es la sensación del aire fresco metiéndose en mi chaqueta lo que me hace sentir que vuelo, no la velocidad a la que voy.

Yo debería estar camino al departamento de Viviane, debería estar conduciendo por la ciudad para abrirme paso entre ella y sus piernas y desahogar lo que llevo acumulando toda esta semana.

En lugar de eso me como kilometro tras kilometro hemos estado haciendo esto desde que tenemos veinte años, sólo subiéndonos a nuestras motocicletas y dirigiéndonos sin rumbo fijo.

Necesito descargar toda esta adrenalina, necesito poder limpiar mi cuerpo de lo que sea que el calor del cuerpo de Rosana le ha hecho, así que cuando veo las cinco torres pintadas de verde, blanco, rojo y amarillo sé que hemos llegado hasta Satélite, la distancia no es tan grande, pero qué importa, comienzo a sentirme alejado de ella.

De la visión de su cuerpo expuesto, su rostro después del sexo.

Si ella está así después de una mala cogida, quisiera saber el aspecto que tendría cuando ha llegado al orgasmo múltiples veces.

Aminoramos la marcha y nos metemos a las inmediaciones, sé que uno de los bares favoritos de Christopher está aquí, es por eso que ha guiado el camino y yo me dejo llevar sobre todo cuando hoy mi mente parece querer divagar entre recuerdos dolosos tanto para mi corazón como para mis huevos.

El bar es lo más cercano a un pub, y los diferentes cuadros de equipos de futbol y bandas británicas hacen que Christopher se sienta como en casa.

Nos acerca a la barra y estoy agradecido por eso. Necesito algo más que una cerveza de barril para pasar la noche.

El chico de al lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora