ESPÍA

36 5 11
                                    

ROSANA

Dejo escapar un gemido sin reservas. Antonio todavía me sujeta las caderas y tiembla bajo mi cuerpo.

No es que sea un mal amante... no del todo. Pero tuve que tomar las riendas cuando supe que él estaba cerca de terminar el acto y yo mucho más lejos de poder alcanzarlo.

Voy a ser honesta conmigo misma, llegué a pensar que podría haberlo pasado mejor montando mi dildo que haciéndolo con él. Pero cuando me dejó montarlo y recorrió mi cuerpo con sus manos todo fue un poquito mejor. Mi coño restregándose contra su pubis fue un punto extra cada vez que lo empalaba dentro de mí e incluso así, tengo la sensación de que al final, lo he usado como a uno de mis juguetes.

He estado fantaseando con Mario todo este tiempo, su verga pegada a mi muslo.

He huido de él toda la semana por el simple hecho de que mirarlo a los ojos me sería imposible cuando he llenado mi coño con un vibrador y he gemido su nombre contra la almohada más veces de las que deseo contar.

Antonio fue una medida desesperada.

Me dije a mi misma que mi necesidad debía calmarse con algo real y no un pedazo de silicona demasiado realista.

Me levanto lentamente para liberarlo y él comienza con la faena de buscar su ropa sin decir nada, sabe las condiciones y me alegra que las acate porque en ese momento yo hago lo mismo.

— Eso fue divertido.

Menciona, sabe que lo he utilizado hasta el final, lo sabe porque prácticamente lo aparté y lo acomodé como quería. Le ordené que me hiciera todas las cosas que yo quería que otras manos me hicieran, unas manos con largos dedos tatuados. Le pedí que me azotara el culo y no tuviera miedo a ser agresivo.

Los hombres me ven y creen que soy delicada.

No es la forma en que me visto.

No es la forma en que hablo.

Es todo de mí, la manera dulce en que suelo tratar a la gente, demasiado amable a excepción de mi comportamiento con cierto vecino exasperante.

Es mi pasión por los libros de romance, porque lloro con películas del género, porque prefiero una comedia antes que una película de terror porque me causan pesadillas.

Pero me gusta el sexo y me gusta mucho, me gusta sacar a mi guarra interior.

No pretendo que me tomen despacio y con delicadeza, me gusta cuando un hombre me agarra fuerte de las caderas y me habla sucio. Quizás un poco de degradación si él tipo sabe como hacerlo para generar un habiente excitante más que insultante.

¿Saben a lo que me refiero?

Hay una barrera entre lo sensualmente agresivo y la agresividad pura. Yo estoy del lado correcto cuando se puede.

Es mi decisión plena y consciente que cuando un hombre me coja lo haga de esa manera.

Esa es la diferencia.

Consentimiento.

Ahora siento pena por el pobre hombre.

— Si, bueno. Lo fue.

Sigo acomodándome el cabello.

Pensando en la mirada de Mario cuando vio a Antonio, si lo conociera lo suficiente diría que estaba celoso o algo parecido.

"Solo avísame si necesitas una mano después."

Si, una mano podría estar bien, me conformaría con dos de sus largos dedos llenos de tinta y anillos de calavera a este punto.

El chico de al lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora