Fotografía (serie - 1) Primer movimiento.

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Elegí un lente de 50mm de gran apertura para la poca luz del estudio, también para permitirme estar muy cerca de la modelo. Lo suficiente cerca para sentir su perfume como en este momento, ligero y etéreo, pero que se mezcla perfectamente con el aroma a azahares de los naranjos del patio y que invade el ambiente a oleadas con la brisa. Mientras instalaba la iluminación, un solo flash para mantener la luz dura, nos tomamos un café en medio de una charla ligera en la galería anexa al set, que iba de pequeñas cosas personales a lo que esperábamos de la sesión, con mis ojos que miraban sobre el borde de la taza desde su escote a como cruzaba las piernas.
Habíamos concertado la sesión por redes sociales, su estilo directo, sus abiertos coqueteos y algunas fotos que pude ver de ella me habían convencido… mejor dicho, me habían hecho desear esa sesión. En vez de un impersonal estudio lleno de luces preferí una habitación espaciosa y vacía en mi casa, techos altos y un par de ventanas con cortinas pesadas que me ayudarían a dejar una luz controlada, y por otro lado una ambientación mas intima y relajada.
La observo incorporando cada detalle, el pelo más rubio en las puntas, la blusa ajustada roja, la pequeña falda negra, sus medias con unas ligas que apenas asomaban al estar sentada y unos esbeltos tacones que estilizaban sus piernas cuando estaba de pie. Mi mente hacia cálculos de como se vería en la cámara con las luces, y también como se vería su ropa interior mojada mientras me mira desde el suelo con las rodillas separadas. Apuro la taza de café para volver a la realidad y olvidarme de la punción en el bajo abdomen y la incipiente erección que me genera esas imágenes.
-Bien… todo listo- digo tomando la cámara, y haciendo la última medición de luz, para sin preliminares comenzar a tomar fotos. Ella se mueve de forma natural, incluso antes de tomar conciencia de que mi lente la escudriña hasta el último rincón de su cuerpo, desde sus ojos, su escote, sus piernas torneadas mientras se sienta en una banqueta alta en el medio de la habitación.
Sus ojos me siguen en la penumbra, y veo curiosidad, veo cierto desafío, un leve toque de lujuria -separa las piernas…- le digo sin aviso, sin lugar a doble interpretación ni a una posible negativa -con las manos subiendo desde las rodillas… así, levantando un poco la falda por tus muslos- digo ya con una rodilla en el suelo a menos de un metro de ella captado el rubor de su rostro que se extiende por su escote, y puedo captar hasta la piel erizada de sus antebrazos al deslizar sus manos en la parte interna de sus piernas. -sigue subiendo las manos por tu cuerpo. Provócame- mis ojos a la altura de los suyos antes de levantar la cámara para seguir con fotos de primer plano de su rostro y el canal de sus tetas en el escote.
Me alejo, no necesito decirle que me siga, en mis ojos puede verlo y lo entiende, su mirada y la punta de su lengua recorriendo su labio superior lo dicen todo, sin problemas me sigue felinamente gateando, la espalda arqueada y ese firme culo levantado. Se detiene solo a desprender con facilidad los botones de su blusa roja para dejarla atrás sobre las baldosas en damero blanco y negro. Me acerco, mis dedos la toman de la barbilla para que me mire desde el suelo, mi dedo índice marca el contorno de sus labios, indicándole sin palabras que se quede quieta antes de perderme en la penumbra, cerrando más las cortinas, la música algo rasposa de un viejo vinilo llena la habitación, Bach, el preludio de la Suite n.º 5 en do menor, con sus tonos graves y sus punteos que amortiguan mis pasos al caminar alrededor de ella, tomando algunas fotos mientras me sigue con la mirada hasta quedar a su espalda.
Estoy seguro que puede escuchar mi respiración sobre la música, tan cerca que podría tocarla, pero solo observo. Miro con detalle la luz que describe una curva casi perfecta en su silueta, y sin decir nada, mis manos se posan en su cintura, bajan por sus piernas y le separan un poco más las rodillas que tiene contra el suelo, ajustando la apertura perfecta mientras disfruto el tacto de sus medias y el calor de su piel, llevando un poco más arriba su falda en el recorrido para finalmente hacer que cruce sus brazos sobre el pecho con la espalda recta. Hábilmente desabrochó su sostén que queda colgando de sus pechos y apretado con sus manos -así estás sublime- le digo al oído. Mi lente capta los pequeños movimientos, su piel erizada en los hombros. De repente quiero más, quiero todo, quiero llevarla al límite, quiero su esencia en la cámara y su cuerpo en mis manos y mi boca, quiero que sus fotos queden rezumando lujuria y su vulva humedad…
En ese momento soy incapaz de imaginar lo que ella piensa, solo soy consciente de su respiración acelerada, de la curva de su espalda que recorro con el lente, de la presión de mi miembro en el jean que llevo puesto. -inclínate… así, lento… ahora baja de a poco tu tanga- las palabras salen, pero mi mente esta en blanco, o en rojo, y todo lo que hablamos previamente está olvidado, quizás nunca lo había tomado en cuenta. Y ahora, con la tanga formando una perfecta cruz con la raya entre sus nalgas, enmarcada por el ovalo perfecto de luces y sombras de su culo simplemente dejo de pensar. Con mi pecho pegado a su espalda, mi mano en su cuello, y la cámara en automático enfocando a su cara con mi brazo estirado, paso mi pulgar por sus labios, ¿los separo hasta sentir su lengua rozándolo y me inclino a su oído rozando su cuello con mi barba -alguna vez te tomaron fotos en medio de un orgasmo?-



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