La Alumna - la casa del profesor

1.4K 26 0
                                    

La casa era realmente espaciosa, por un momento Julia solo pudo recorrerla sin pensar que estaba sola con su profesor. Si vista pasaba de las fotos a los objetos de diferentes culturas, acomodados sin un criterio que ella pueda identificar, pasaba de fotos de un desierto, a un par de espadas, y luego algo de cestería que algún lugar de su cerebro la hizo pensar en amazónico. El sillón era realmente cómodo, por suerte para ella por qué se dejó caer sobre el sin pensarlo, y cuando se sentó quedó frente a una amplia biblioteca, sentada exactamente frente de La Divina Comedia. "Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis aquí" le recuerda su cerebro al ver el libro, pero con una sonrisa le quita todo dramatismo al infierno que ella se imagina en esa casa.
El profesor la observa mientras prepara un trago para el, y otro más suave para Julia, antes de acercarse lo piensa un segundo, y agrega un poco más de tónica al gin tonic que le había preparado para suavizarlo aún más, deja los vasos en la mesita baja frente al sillón, y se sienta en una de las butacas de los lados para tener a Julia casi frente de el. -Y que te parece mi casa?- apenas espera una respuesta -te prepare un gin tonic... Estabas tan entretenida mirando que no quise interrumpir para preguntar, pero si quieres otra cosa, está bien- levanta su whisky con hielo y le da un sorbo, sin quitar los ojos de los de Julia, aunque de forma amistosa, ella puede sentir que su mirada le llega al cerebro, que puede sentir cada vello erizado en sus antebrazos, y lo duro de sus pezones, de repente se siente algo mareada y le hecha la culpa a la bebida, pero se da cuenta que ni siquiera había agarrado el vaso. -Me encanta su casa, tantas cosas... - en su mente se juntan demasiadas preguntas, sobre todo sabiendo que cada objeto tenia su historia. Finalmente se levanta, sin tocar su vaso, y recorre la biblioteca -se los leyó todos?- pasando descuidadente el dedo por los lomos de los libros. -casi todos, si. La mayoría son clásicos, los que uso para las clases son textos digitales mucho más actuales- el profesor da un trago más a su vaso y se levanta para acompañar a Julia en su recorrido de preguntas. Caminando un paso detrás de ella que con expresión soñadora va tocando cada cosa -esas espadas son réplicas, verdad... No cortan- haciendo ademán de tomar una en las manos -es una forma de decirlo, son réplicas actuales, pero totalmente funcionales- dice agarrando de sus manos la bastarda y sacándola de la funda para dejar a la vista el letal filo de la espada, con cuidado, Julia pasa los dedos por el acero bajando hasta los dedos del profesor, y sonrojándose violentamente al pensar que estaba acariando su espada, para rápidamente buscar un nuevo objeto que le llame la atención.
En medio de las fotos, varias cámaras, toma una y finje hacerle una foto mientras el profesor enfunda la espada con evidente habilidad. -te gusta hacer fotos? No pareces una chica de tener redes sociales con fotos... Es diferente a un celular- el profesor se pone detras de ella, sus manos rodean las de Julia guiandola como sostener la cámara, antigua, con película y que todo funciona manual. -mira por el visor, cierra el otro ojo- puede escuchar esa voz firme, pero casi en un susurro en su oído mientras se siente rodeada por los brazos que le ajusta la cámara al ojo, y le muestra como usar el anillo de enfoque -giras esto hasta que esté en foco lo que quieras tomar-. El estrecho contacto no la incómoda, es más, pega su espalda al pecho del hombre que casi la tiene sujeta mientras recorre la sala con la lente. -Hueles muy bien- Julia casi deja caer la cámara, pero queda a salvó por qué sus manos están entre las del profesor, y su mente comienza a girar a una velocidad abismal, pero se olvida de sus rodillas que podrían no sostenerla.
Que debía responder? En ese segundo su mente calculo miles de posibilidades, apenas se revolvio un poco como para acomodarse mejor, más relajada como para volver a sostener la cámara... Si no decía nada quizás el profesor pensaría que no está interesada, no era la opción que quería... Pero no tiene tiempo de responder, siente como las manos que la ayudan con la camara bajan a su cintura, y el roce de los labios y la cosquila que produce esa barba de algunos días en su cuello y solo puede echar la cabeza hacia atrás y pegar su cuerpo al del profesor arqueando la espalda. No sabe realmente cómo la cámara volvió a su lugar, pero era lo mejor, no iba a poder sostenerla, pensar eso la sorprende, conciente de que tiene la mente en blanco y solo puede sentir la lengua respiración en su oido y acompañar las manos firmes que la recorren y presiona contra el cuerpo del profesor.
En ese momento solo tenía un objetivo, no gemir, pero perdió la batalla cuando las manos suben a sus pechos.
En algún momento antes de salir de su casa había pensado si realmente se iba a animar a llegar hasta el final, en la cafetería, aunque estaba dispuesta, aún tenía una ligera duda, en este momento no tenía ninguna. Sus dedos se entrelazan a los del profesor y disfruta la fuerza de esas manos apretando sus tetas mientras comienza a frotarse pegada al hombre que besa su cuello -Profesor... Bresson- logra decir girando la cara buscando los labios del hombre para besarlo. -Dime Erick- escucha en su oido y el roce de la punta de la lengua el el lóbulo de su oreja. -Me gusta decirle Profesor... Me...- termina la frase con una sonrisa antes de no poder contestar más por el beso profundo, húmedo y duro que le calla mientras queda de frente a él.

Cuentos eróticos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora