Hasta ese momento todo parecía una simple salida para conocer a alguien, nada de cafetería de especialidad, estaban en una cafetería de franquicia, de las que algunas veces iba con sus amigas, y rodeados de gente, mientras tomaba su vainilla latte frío, hablaba de cosas de su vida, sus gustos, y el profesor escuchaba, cuando el comenzó a hablar de su vida ella solo podía dar pequeños sorbos a su bebida. Había viajado por muchos países, había vivido un tiempo en el amazonas colaborando con una ONG, y había reconstruido el auto en el que había estado hacia un momento, era un académico, pero también un aventurero, podía imaginarlo con un shemag atado al cuello y una mochila en algún desierto, como dando clases en un anfiteatro de una universidad prestigiosa, era fascinante, pero al mismo tiempo, no se mostraba arrogante al contar esas cosas, por su parte, Julia podía aportar su vida diaria, sus libros, y su viaje de una semana a Italia donde había conocido el coliseo y comido pizza, además de sus sueños de conocer museos, el Louvre, Del Prado, la Galería Nacional en Inglaterra.
Ya con la bebida de ambos terminada, las primeras y las que repitieron, en una especie de isla en medio del movimiento de gente que ya comienza a retirarse por lo avanzado de la noche, quedan mirándose uno al otro, el profesor con su mirada penetrante y Julia manteniendo la suya. Una especie de batalla a ver cuál iba a dar el próximo paso. -Vamos a quedar solos en poco tiempo... Ya quieres volver a tu casa?-
Julia no quita lo ojos de los ojos verdes del profesor, un par de segundos más de lo que se podía tardar en responder una pregunta tan simple pero la respuesta no podía ser la que su cerebro le gritaba, no podía decirle que en realidad queria que la lleve a un hotel como había escuchado a algunas amigas, y que le dé una clase de como quitarse la tanga que tenía puesta. Toma aire, una pequeña sonrisa, casi dulce -No... Y estoy dudando de que no tenga un fetiche con seducir alumnas- la sonrisa se vuelve pícara pero se transforma rápidamente en una expresión de sorpresa con la respuesta -no, no intento seducirte por ser mi alumna... Aunque no tengo problemas con que lo seas- con el dedo hace que levante la barbilla y mantenga los ojos fijos en los de el. Más adelante Julia no tendría la seguridad de que eso paso, o solo lo imagino, un rápido beso en los labios, duro, corto, casi que solo fue una presión de los labios de ambos en un impulso salvaje del profesor. -creo que deberíamos seguir esta charla en mi casa-
Y Julia, cómo caminando entre algodones va rápidamente al auto, como antes, sin esperar que le abran la puerta. Aunque un poco propensa a sobrepensar, en ese momento simplemente no pensaba, o mejor dicho, después de decidir que estaba dispuesta a cualquier cosa que suceda en la casa del profesor, ya no había nada más que pensar, se sentía segura con él, por alguna razón que no lograba comprender. Se sintió decepcionada que una vez en el auto, el profesor lo ponga en marcha en vez de hacerla sentarse a ahorcajadas de el, pero parecía totalmente tranquilo y dispuesto a comprarse como un caballero, a pesar de que ella quería algo menos correcto. No sé sonrojo, ya había pasado por esa etapa está noche y solo se reclino en el asiento a disfrutar de ese ronroneo del motor que ahora le resultaba relajante, sonriendo cada vez que el se giraba a mirarla. El viaje fue silencioso, pero lleno de miradas cómplices, algún roce de los dedos al pasar los cambios, alguna pregunta divertida sobre la cantidad de novios que tenía Julia, o de las mujeres que había dejado esperando en otros países el profesor.
Ya casi llegando Julia ve que está en su barrio, incluso que va por la calle que siempre vuelve a su casa -pense que íbamos a su casa, no que iba a dejarme en la mía de camino- su mirada es algo acusadora pero la media sonrisa pícara del profesor la desconcierta un poco -y por qué estás tan interesada en ir a mi casa?- el tono es divertido, juguetón y baja la velocidad, frena y gira para entrar al garaje de su casa.
Julia había pasado cientos de veces por el frente, una casa relativamente pequeña en un barrio acaudalado, un solo piso, techo a dos aguas de tejas, podría haber sido una cabaña en un bosque, y como estaba en la ciudad, había traído el bloque con ella por qué estaba rodeada de árboles. No podía creer que todo ese tiempo lo había tenido tan cerca, y era mejor, por qué tenía que volver a su casa, por qué sus padres no sabían que había salido, y por supuesto, no pensaba decirle nada a su profesor.
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Cuentos eróticos
Short StoryUna serie de cuentos cortos +18 escritos por mi. Si no te gusta este tipo de contenido, directamente no entres.