Cuando escribo...

4.3K 50 72
                                    

Existe cierto morbo en imaginar las reacciones de quien lee lo que escribimos, imaginar como devoran las palabras con los ojos, como las beben pasándolas por su cuerpo, incluso lo que imaginan y los sentimientos que les generan.
Escribir algo erótico es así, imaginar cuando  una chica se muerde el labio inferior mientras lee la parte de seducción, donde busco captar su atención, es lo que me motiva, saber que ya saborea de adelantado las partes más escabrosas, más excitantes, más calientes, saber que alguna va acelerando su respiración mientras avanzo, francamente me éxito, me éxito y me da ideas, ideas sobre lo que me gustaría hacerles mientras leen, ideas que van pasando a palabras en mi historia, primero suaves, luego mas groseras, como en una progresión similar a la que la humedad aumenta en sus bragas y la dureza en mi bóxer.
Pensar que mientras leen sus dedos bajan y entran por el elástico de sus bragas, me lleva al éxtasis, sobre todo imaginando que son mis dedos, y dependiendo de mi estado mientras escribo, puede ser solo una caricia sobre los labios, o frotar con fuerza, abriendo sus labios vaginales hasta poder meter mis dedos dentro de su humedad, mi personaje en ese momento soy yo, dejando libre mi deseo, mi deseo de poseer a mi lectora, jadearle al oído palabras sucias, y llevarla al orgasmo. Y así avanza la historia que leen, buscando con mis palabras, casi con mi lengua, sus partes más sensibles, como si escribiera para su clítoris en vez para sus ojos, y el placer mental de escribir se transforma en físico, al llegar al punto donde a punto de penetrarla en la historia, desprendo mi pantalón, y me libero.
Mientras describo como se desarrolla todo, como se acomodan los cuerpos, como sus sexos claman por contacto, imagino que mi lectora entreabre sus labios, los recorre con su lengua, y casi puedo sentirla, sentir su lengua recorriéndome por el abdomen hasta mi duro miembro ya libre, y puedo jurar que casi escucho sus jadeos cuando finalmente describo como el glande se abre paso dentro de ese coñito mojado, caliente y ansioso, como imagino el de mi lectora, abierto y esperando mi verga de palabras para llegar más arriba de su excitación. Y entre embestidas de letras en mis escritos, mi mano baja, hasta seguir tapeando solo con una mano, imaginando el calor de su piel, el aroma de su pelo impregnado de sexo.
Siento mis dedos frenéticos, como los movimientos de cadera de mis personajes, las palaras se cruzan como sus lenguas en sus besos, y las letras salen aceleradas como sus respiraciones, y es el momento donde imagino como ella pierde el control, y lee esperando la ultima línea, con su cadera moviéndose, en tensión, hasta el final, junto conmigo, en el duro ir y venir de mis dedos sobre mi pene, hasta las ultimas líneas, casi escritas con la última gota de tinta, con las últimas gotas de semen.

Cuentos eróticos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora