La Alumna (parte II)

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La clase terminó, no había sucedido nada y al mismo tiempo todo. No había hablado más que de los efectos sociales de la revolución francesa, pero esa última mirada del profesor la había atravesado por completo. No era la mirada que le habría dado a una niña, que por otro lado no era, y totalmente diferente de las vacías miradas lujuriosas de los hombres con los que se había cruzado antes de entrar al colegio.
El resto del día su mente divagaba entre las ventajas de estudiar en un colegio de señoritas, que además tenía un año extra y paso directo a la carrera universitaria que quiera dentro de la misma institución, y si los derechos por los que se había desarrollado la revolución francesa incluían irrumpir en la oficina privada del profesor de historia y quitarse la braga mojada para dejarla sobre su escritorio. También pensaba que había hecho, además de estudiar, en sus casi 19 años. Salir con sus amigas, siempre los mismos grupos, y su familia bastante estricta. Y por qué justo ahora, ese profesor había logrado despertar cosas a las que solo unos meses antes no le había dado importancia con ninguno de chicos que había conocido, incluso a los que había besado a escondidas en alguna fiesta.
El fin de la última clase la toma por sorpresa, sentada sola cuando ya todas las demás alumnas se había levantado y quedaban solo unas pocas saliendo por la puerta del aula. Apenas si era conciente de juntar sus cosas, y sin ninguna prisa salir al amplio patio que ya quedaba casi desierto y dirigirse a la puerta del estacionamiento.
-Espero que la próxima clase este tan "participativa" cómo en la de hoy, señorita...- La voz firme, y con un leve acento extranjero, pero indeterminado, del profesor de historia la deja congelada en el lugar. -Julia... Señor. Mi nombre es Julia- la bolsa donde lleva sus cuadernos apretada en su pecho, y sin miedo clava sus ojos en los del profesor, y de pronto es conciente de toda su piel, de los pezones apretados y de la textura suave de la tela de su camisa para inmediatamente dejar de apretar la bolsa y colgarsela del hombro como acostumbra llevarla normalmente y acomodarse un mechón de pelo que cae sobre su frente -la clase fue muy interesante, es un tema que me interesa desde antes y ...- esa mirada, ahora estaba segura que los ojos de su prpfesor eran verdes, y subían desde su corta (acortada ese día) falda, se detenían un segundo en sus pezones marcados en la camisa, otro segundo en tus labios, y estaba segura que la pequeña media sonrisa cuando llega a sus ojos es por el rojo de sus mejillas, del que solo es conciente por el calor que la invade -Y pensé que podía sacarme algunas dudas- termina, bajando apenas la mirada pero luego volviendo a clavarla desafiante en los ojos del profesor que la miran desde toda su altura. Y no pudo soportarlo más... -Lo veo mañana, profesor, voy a perder el transporte-
El viaje a casa fue incómodo, acalorada, sentía arder las mejillas, la bolsa había vuelto a su pecho abrazados con sus brazos para ocultar sus pezones, y la respiración agitada... Quería cambiarse de ropa, necesitaba una larga ducha, y apenas se baja del transporte corre a casa que por suerte a esa hora está vacía y nadie puede verla turbada a ese nivel. La bolsa de útiles queda olvidada en la sala mientras sigue camino a su habitación, la tanguita blanca apenas llega a pasar el marco de la puerta y cae al suelo al mismo tiempo que se escucha la puerta cerrarse apresuradamente. Olvidada la ducha, lo incómodo del viaje, agradeciendo la falda acortada que le ahorra el trabajo de quitársela cuando se deja caer en la cama.
El último pensamiento conciente que pasa por su cabeza es el morbo de llevar el uniforme que uso frente al profesor, con el que la vio y la recorrió de arriba abajo con los ojos, y cuando sus dedos dejan atrás las caricias y se mueven furiosos por sus labios mojados y calientes, por el pequeño clítoris que siente latir, por su cabeza solo se mueven una sucesión de imágenes poco recomendables para una alumna de su colegio, y la voz del profesor en su oído dándole la mas sucia y académica clase de vulgaridades que se mezclan con sus jadeos, que no llega a determinar si son en su cabeza o salen de su boca...
Cuando vuelve a abrir los ojos sigue con el uniforme, puede escuchar que ya su familia está en la casa, y se da cuenta que había dormido más de dos horas de lo agotada que había quedado, ahora sí, finalmente iba a ducharse.

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