La cafetería si parecía un lugar de nerds, nerds universitarios pero nerds al fin, un estilo vintage ambientado en base a clásicos de cultura popular, carteles de películas de culto, merchandising, una estantería de libros donde se veían titulos de autores existencialistas y algunos clásicos. Nada de lo que estaba a la vista era posterior al año 2000, en un contraste que resultaba notable en los celulares y laptops en las mesas. Por otro lado, la gente parecía disfrutar ese ambiente retro de una forma que a Julia le resultaba novedoso. No había camareros, y siguiendo tímidamente al profesor se acerca a la barra para pedir lo que iban a tomar. Y ahí se acababa lo retro, más confiada pidió un mocha helado, mientras su profesor, más clásico, un café doble y fuerte. Con el café en la mano, y siguiendo nuevamente a su profesor, se sentaron en una mesita que daba cierta privacidad alejada del movimiento de la barra. El silencio inicial fue algo incómodo, pero solo duró lo lo suficiente para que el profesor le ponga azúcar al café -ahora todos los toman amargo, pero yo no le agarre el gusto- era enérgico hasta en la forma de revolver el café y luego dar un golpecito con la cuchara en el borde de la taza. La incomodidad de Julia dió paso a esa mirada algo embobada que tenía cuando estaba en clases. Todo fue gradual, hablar de pequeñas cosas de cada uno, los distintos lugares en que vivió y trabajo el profesor, sus años de estudiante, las amigas de Julia, algún ex novio, la relación con sus padres y como tenía decorada la habitación, casi sin darse cuenta hablaba animada y como si esas charlas serían habituales, sin nada del formalismo de sus interacciones en el colegio; y finalmente se animó -es casado, profesor?- no respondió inmediatamente, ya con el café terminado y con una mirada algo divertida y una media sonrisa -quieres ir a tomar algo en un bar? No sé van a molestar tus padres si llegas tarde?- era la primera vez que daba rodeos a responder una pregunta, pero no tardo en volver al tema -no, soy soltero- con su mano extendida en la que no se veía anillo, ni la marca de haber llevado uno recientemente -tampoco tengo pareja, y... tampoco tengo algún fetiche con seducir alumnas- era un juego algo confuso, Julia sentia que el profesor avanzaba sin ninguna contemplación, su lenguaje corporal era el de un cazador arrinconando a su presa, pero sus palabras iban en contra. -Que me dices de ir a tomar algo, te llevaré a ti casa cuando terminemos- las palabras interrumpen su mente -esta bien, vamos... - después se las arreglaría con sus padres, cruzaría ese puente cuando llegue a el -puedo llamarlo señor Bresson, hoy no soy su alumna, ni estamos en el colegio- su mente había hablado antes que ella, un segundo después cuando toma conciencia de lo que acaba de decir el rubor invade sus mejillas, y baja la mirada -pero no me haga caso, me vendría bien un trago- un trago que realmente nunca había tomado, no por falta de oportunidad, si que por alguna razón tenía el convencimiento que de tomarlo se le subiría a la cabeza al primer sorbo y se transformaría en una ebria bailando sobre las mesas. Oculta una sonrisa al imaginarse bailando sobre la barra de un bar frente a su profesor intentando bajarla, y se pone de pie para ir con el a algún bar que seguramente no conoce, sin estar segura de las intenciones de su profesor, y ni siquiera saber cómo iba a reaccionar si algunas de sus fantasias se hacían realidad.
El bar estaba a solo un par de manzanas, y la caminata fue agradable, acompañada de una inocente charla de como esas calles le recordaban a su profesor las calles de la ciudad donde creció.
El bar era pequeño y acogedor, con poca clientela debido a que era día de semana, y el barman cuando se acerca a servirlos señala el cartel con la hora de cierre indicando que solo tenían treinta minutos. El profesor asiente, y pide un negroni y enseguida mirar a Julia con un gesto de interrogación para que ella pida lo que quiera.
Cuando imaginaba situaciones de fiestas llenas de glamour, Julia solía imaginarse con un vestido de coctel negro y ajustado a su cuerpo, rodeada de gente que hablaba de pequeñas cosas superficiales al ritmo de una música suave y ella pedía a un camarero vestido de pingüino que le traiga un mojito. Bueno, en ese momento estaba vestida de bibliotecaria, con unos lentes quizás un sería una muy buena bibliotecaria, pero una bibliotecaria lujuriosa con un conjunto de encaje abajo del uniforme, y estaba decidida a perder el miedo a tomar un trago -a mi pongame un mojito- dice con una sonrisa algo tímida, y con una voz que pretende demostrar lo acostumbrada que está a ir a lugares así por una copa, pero al girar un poco la vista puede ver el gesto de su profesor al barman indicando que lo prepare suave en alcohol. Una parte suya lo agradece.
Estaban en un rincón con una luz demasiado tenue, que hasta parecía obligarlos a hablar en voz baja y tener que acercar la cabeza de uno hacia el otro, el mullido sillón era cómodo, pero el peso del profesor hacia que al hundirse, ella termine pegada a el en esa íntima charla. El mojito no la había dejado ebria, no estaba dispuesta a bailar en ninguna mesa, y tampoco estaba desinhibida y dispuesta a abalanzarse sobre el maduro que ya le había acariciado los dedos quitándole el vaso vacío y ahora sentía su mano en su cintura, y estaba encantada. Quizás si estaba un poco más habladora, o solo había ganado confianza para hacerle preguntas sobre novias pasadas, o aventuras románticas, el hombre entre algunas bromas respondía, incluso los detalles un poco subidos de tono. -tiene idea de la cantidad de normas éticas que rompí está noche, señorita?- Julia estaba casi reclinada sobre el profesor, su hombro descansaba sobre el pecho de tu profesor y lo tenía tan cerca que podía sentir en su aliento el leve aroma a la bebida que acababa de terminar, suponía que el hombre también podía sentir la menta de su mojito, no podía quitar la mirada de las pequeñas manchitas color miel en los iris verde oscuro de los ojos del señor Bresson y pensar que ambos se habían pasado las "normas de ética" por dónde no da el sol le dió risa, inclinándose hacia el al punto de rozar la punta de su nariz en la nariz del hombre, sus labios a centímetros de juntarse y la ruptura del momento por la campana del bartender avisando que ya era hora de cerrar.
"Solo cinco putos minutos más" piensa ya en el auto del profesor, la caminata hasta el estacionamiento había sido silenciosa, casi como un final anticipado de esa noche sin ética. Le había abierto la puerta cortésmente, y conducía con una calma que en pocos conductores había visto. Era rápido, sin necesidad de forzar el motor del auto clásico en el que iban, aunque ella no podía identificar ni la marca ni el modelo, tampoco identificaba la música que sonaba, aunque la hacía imaginarse que viajaban con el motor rugiendo por una carretera a pleno sol en un territorio natural desértico con montañas de fondo.
Paso un minuto completo hasta que se dió cuenta que el auto estaba estacionado frente de su casa, el profesor la miraba, como si analizara el perfil de una escultura de una diosa griega a contraluz, lo que la sonrojo profundamente aunque solo ella se enteró por la casi oscuridad reinante.
-Creo que...- su mente completo la frase "...acá nos despedimos".
No había tiempo para sorprenderse, o quizás algún rincón de su cerebro estaba sorprendido de que su cuerpo reaccione de forma tan natural al beso. Pero en realidad no "pensaba" en el sentido estricto de la palabra, solo sentía, los labios ásperos y duros pegados a los suaves suyos, el leve sabor agridulce de la bebida que había tomado recientemente, y las manos que la recorren desde la nuca hasta la cintura, un beso casi salvaje, y ella respondiendo con igual salvajismo mordiendo el labio inferior del mayor y acomodándose a horcajadas apenas ayudada por las fuertes manos del profesor. La barba apenas crecida raspando su barbilla la hacía sentir electricidad por su piel, esas duras y asperas manos que habían encontrado un acceso a la piel de su cintura y bajo de su falda la hacían frotarse en el hombre sin cortar el beso. Sus bocas eran el campo de batalla de sus lengua buscando subyugar la del otro, sus mentes estaban limitadas a sus más bajos instintos y sus cuerpos se fundían buscando mayor contacto, el bulto duro y firme bajo el pantalón no se separaba de la húmeda tanga que lo presionaba rítmicamente con el movimiento de caderas de ambos. Eran dos animales salvajes hambrientos del otro, el la sostenía posesivamente, tocando cada rincón de su cuerpo sin el mínimo pudor, ella se acoplaba perfectamente a su cuerpo, exigente, sin poder agregar una silabas al sonido húmedo lleno de chasquidos de sus besos en medio de cristales que se iban empañando. Un largo, pero suave jadeo, el cuerpo tenso de la joven aprisionada por los brazos del mayor, y la calma.
Unos segundos después Julia logra reaccionar, con el cuerpo relajado encima del de su profesor, ambos con la respiración agitada. Otra vez salvada por la oscuridad, roja hasta lo indecible, y no puede identificar si es por vergüenza o por lo excitada. Los dedos del profesor pasan suavemente, casi de forma tierna por su mejilla hasta su barbilla y la hace levantar la mirada, para darle un último y corto beso en los labios, sin nada de la lujuria anterior, un beso lleno de afecto que realmente la sorprende -disfrutaste la conferencia, Julia?- el tono es juguetón y en confianza -creo que voy a aceptar más seguido invitaciones a disertar- pero las caricias siguen de la misma forma tierna y ella lo aprecia, lo disfruta, y siente que sus fantasias fueron una difusa copia barata de lo que acaba de experimentar -creo que mejor acomodo mi ropa antes de entrar a casa, pro...- un dedo en sus labios la calla -mañana vas a decirme así...-
En un impulso le da un rápido beso antes de bajar del carro y saludarlo con la mano antes de correr a la puerta de su casa, se gira antes de cerrar la puerta para comprobar que el sigue ahí controlando que entre segura. Ya adentro, pasa los dedos por sus labios y se siente feliz.Para los que me leen...
Como veo que llevo muchos capítulos y avanza lentamente la historia, estoy pensando en editar todo de forma más detallada (y definitivamente mejor escrito) y hacer una historia independiente más larga que solo un cuento.
Por otro lado, bueno, era hora de algo de acción. Espero lo disfruten.
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Cuentos eróticos
KurzgeschichtenUna serie de cuentos cortos +18 escritos por mi. Si no te gusta este tipo de contenido, directamente no entres.