Eligió una tanga, pequeña, blanca. Era lo que consideraba más provocativo de su guardarropa.
Una chica normal, no tenía la experiencia para usar su sexualidad como un elemento a su favor, las sutilezas de lo erótico. Pero si era práctica y decidida, y por eso, mirándose frente al espejo, ajustando la pequeña tanga y dándole el efecto que esperaba, se sentía satisfecha. La tira trasera se enterraba casi completa entre sus nalgas y cuando se inclinaba levemente y se giraba para mirarse, podía notar como sus labios quedaban marcados en la suave tela. Suficiente... No iba a perder más tiempo con eso, el sostén llevo más tiempo, después de probar un par, decidió que sus pequeños pechos bien podían prescindir de el, y que sus pezones soporten el roce de la tela de la camisa que los ponía duros y los marcaba un poco a través de la tela.
Terminó de vestirse, la falda más corta de lo que la llevaba normalmente, la camisa ajustada, una pequeña corbata completaba el uniforme. "No va a volver a llamarme niña", piensa mientras agarra la bolsa de sus cuadernos para ir a clases ese día.
Todo había comenzado unos meses antes, cuando al comenzar el año escolar habían jubilado al viejo profesor de historia y presentado al nuevo. Un maduro energico y con cierto humor irónico que lograba llamar la atención y hacer más entretenidas sus clases. Aunque nunca prestaba especial atención a ninguna de las alumnas, ella comenzó primero a pensar en el, más tarde a soñarlo.
Y con los sueños llegaron los días de despertar con el pijama desacomodado y la braga mojada, necesitando una buena ducha antes de ir a clases al día siguiente.
Aunque había preparado cuidadosamente su aspecto, y estaba segura de que podía atraer la atención de cualquiera como confirmo caminando por la calle y notando las miradas girarse hacia ella, una vez en la clase no tenía idea como lograr que el profesor la mire.
No le importaban otras miradas, era algo personal. Una mezcla de enojo por lo que le provocaba (mezclado con algo de pena de recordar esa última corrida estando totalmente despierta y conciente de lo que hacía) y otro poco de necesidad de que sea vista como algo más que una niña.
Aprovechando que llegó temprano, y que había faltado una compañera, logró tomar una silla del frente, un poco hacia la izquierda de la pizarra, pero tendría que alcanzar para su propósito.
El profesor entró como siempre y después de un rápido saludo a toda la clase comenzó con su exposición. Ella sentada con la espalda recta para que sus pechos sean más visibles, las piernas cruzadas, y buscando cualquier oportunidad para cruzar miradas... Pero sin lograr más que eso. En vez de lograr excitar al profesor, se estaba excitando ella, mordía sus labios, presionaba imperceptiblemente sus piernas. Nunca llegaría a saber que es lo que la impulsó, si la calentura o una curiosidad que no sabía que tenía por la historia, pero interrumpió al profesor con una pregunta. Todos la miraban, todos pero sobre todo el profesor. Sus ojos penetrantes clavados en los suyos, con una expresión de "te veo... sigue" y desde ese momento, la mirada del profesor se detenía en ella cada vez que pasaba la vista por toda la clase, en una especie de complicidad que le llegaba hasta el pubis, animandola a hablar cada vez más.
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Cuentos eróticos
Short StoryUna serie de cuentos cortos +18 escritos por mi. Si no te gusta este tipo de contenido, directamente no entres.