La Alumna - (parte VI) - intermedio

1.6K 18 0
                                    

Aunque había disfrutado todo ese día de clases, dejándose llevar por todos sus pensamientos más lujurioso y sin que nadie haya sospechado nada de lo que pasó por su cabeza, ni lo que había pasado en el baño del rincón, su cabeza no dejaba de dar vueltas sobre su profesor, una vez aplacada su furioso arrebato de hormonas, comenzaba a plantearse realmente como sería en su vida diaria, y en la intimidad más allá de lo poco que conocía.
De camino a casa se dió cuenta que tampoco tenía una forma directa de comunicarse con el, estaba segura que había notado como estaba, el si lo había notado, lo vió en sus ojos cuando lamió la punta de sus dedos húmedos, y en la media sonrisa cuando salió del aula para seguir dando sus clases. Había notado el botón desprendido, y había notado que ya no aparataba la mirada. Pero ahora, como unos días antes, estaba de nuevo en un punto muerto y solo quería tirarse en la cama, masturbarse, y luego darse un buen baño antes de hacer la tarea.
A solo dos manzanas de la casa de Julia, casi en el mismo momento que las bragas de la alumna caían al suelo, el profesor entraba en el garaje perfectamente acondicionado como taller en su casa, donde podía darle mantenimiento a su Camaro de 1969, antes de entrar a la casa le da una última mirada al auto negro con detalles cromados, orgulloso de todo el trabajo que le había llevado restaurarlo. En su casa todo tenía una historia, fotografías que había tomado en sus viajes, un servicio de café que le habían regalado en Turquía en una serie de conferencias, una katana japonesa reposaba en un soporte de espadas junto a una magnífica claymore escosesa. Incluso así, todo el ambiente era bastante minimalista, y se veía espacioso. Descalzo recorrió la sala donde también había una biblioteca, y fue a la cocina a prepar un café. Su vida era tranquila, daba clases por puro placer, y su vida social se limitaba a pocos amigos que veía cada tanto. Sentado en la sala en su sillón favorito, con la taza de café en la mano y la vista clavada en la biblioteca, más precisamente en una edición antigua de La Divina Comedia, pensaba en los tormentos del infierno a los profesores que se revolcaban en el auto con una alumna.
Mirándolo objetivamente, Julia era la mejor estudiante que había tenido en toda su carrera, le atraía la forma incisiva con la que veía la historia y la forma crítica de analizarla, también lo atraía la formalidad con la que cubría la picardía y lujuria que la recorrían por dentro... y no podía negar que se veía perfecta. Tampoco estaba chatajeandola, no había nota superior a la que podía ponerle, y ya la había recomendado en la universidad sin siquiera haberla tocado. Se sentía tranquilo de saber que Julia no se sentiría presionada si la volvía a invitar a ir por un café, odiaba profundamente a los tipos que se aprovechaban de su poder para lograr que alguna mujer acceda a tener una cita con ellos. Con eso en la cabeza, el panorama más claro, solo quedaba la parte de que no sería bien visto que tenga algo con una alumna, pero eso ya no le molestaba. Julia estaba en su año extra preparatorio de estudios superiores, era mayor de edad, y sabía en qué se metía.
Con la taza ya vacía se acerca a la biblioteca y pasa los dedos por el lomo de La Divina Comedia -nos vemos en el infierno, Virgilio- dice con una sonrisa, deja la taza en la encimera de la cocina y va a darse una merecida ducha después de un día de trabajo.

Cuentos eróticos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora