Antes de que lean este capítulo, les comento que ya está publicada está historia como libro independiente, también que los capitulos que publique acá son una especie de borradores que después van a ser ampliados en el libro principal.
Espero que me apoyen con el libro.
Ahora sí, les dejo el capítulo.El cansancio de la noche se hacía notar, pudo mantener el ánimo y la buena cara gracias a la ducha, mientras desayunaba en su casa y se despedía de sus padres que salían a sus trabajos. Pero ahora parada en frente del portón de entrada del colegio se preguntaba como iba a llegar al medio día, y como iba a evitar que sus compañeras se den cuenta de que estaba desvelada y tener que dar una excusa verosímil quedaba más allá de la capacidad actual de su cerebro.
La primera compañera con la que se cruza ya la mira algo raro al saludarla, y la siguiente no puede evitar una risita nerviosa. La tercera abiertamente le pregunta a que se debe el cambio de peinado.
Recién cae en la cuenta que iba con el cabello suelto, nada de moño formal y cola alta. "Al menos ahora recordé la braga" piensa y rueda los ojos antes de sentarse... Iba a ser un largo día.
Estubo apoyada en su pupitre con mirada ausente las dos primeras clases, y en los recesos se mantenía en movimiento en el patio, cualquier cosa que evite que se duerma, recién después de la tercera clase hizo algo totalmente impropio de una estudiante avanzada, salió hasta la calle, al frente del colegio y compró un café para llevar, nada especial, un brebaje negro y medio quemado de una máquina automática que funcionaba con monedas.
Sabía que sus amigas no iban a considerar correcto estar sentada en el patio con un vaso de cartón sin marca de prestigio. Abrió el vaso y lo probó, por suerte había tomado más de un sobrecito de azúcar más por las frases cursis que traían escritas que por pensar necesitamos, y recordó a su profesor que ponía azúcar al café, y el que tenía en la mano realmente lo necesitaba, era su primera vez tomando café solo, y además ese brebaje demoníaco no era precisamente bueno. Pero el sacudon de cafeína y azúcar la despertó del todo, se imaginaba con las pupilas dilatadas, ojeras, el pelo rojo desordenado y cara de loca, pero ni siquiera fue al tocador a comprobarlo. Disfrutaba esa especie de calma que tenía ya que no andaba ninguna de sus amigas revoloteando.
Finalmente recordó que los viernes no tenía clases de historia. Al menos podría haberse mantenido medio dormida hasta volver a casa, y ahorrarse la decepción, en cierta forma estaba ilusionada de ver a Erick, y confirmar que lo de la noche había estado bien, que iba a dedicarle una mirada especial y una sonrisa que le confirme que no había sido un juego con la alumna que lo miraba con ojos de "cojeme".
-Baja las expectativas... recuerdas? -se dice a su misma. El profesor parado frente de ella era aburrido, gris, pequeño, y con aspecto de topo, pero no sé dió cuenta que estaba llamándola hasta demasiado tarde -quizas la señorita Hidalgo decide ser parte de esta poco entretenida clase más tarde, pero por ahora, vamos a seguir con el cálculo de la superficie bajo de una curva con una integral -el pequeño topo se aleja de en frente de su pupitre y elije una nueva víctima para sus cálculos infinitesimales.
Hidalgo... Ella era Julia Hidalgo, y estaba en clases de matemáticas, ni siquiera frente del profesor de historia se había sonrojado de la manera en que se sonroja en ese momento, se hunde en su pupitre y ve que ni siquiera había sacado el cuaderno correcto, y da un vistazo al rededor mientras busca el correcto, el que no tenía dibujos en la tapa, aburrido como las matemáticas, como ese pequeño profesor gris y con voz chillona. Todas sus compañeras la miraban entre risitas, y en ese momento solo quería estar encerrada en su habitación. Por un momento deseo hacerse pequeña y que nadie pudiera verla, desaparecer y escurrirse escapando del ridículo, como siempre lo había hecho, ser correcta era el primer mandamiento, estar siempre presentable... "A la mierda todo" le grita su cerebro.
Ya de había enredado con un profesor, grave. Había salido de su casa a escondidas, gravísimo. Y parecia una vagabunda que se había olvidado de peinarse antes de ir a clase desvelada, imperdonable. Se sentó recta en su pupitre y levanto la mano -Ya estoy en la clase, profesor, solo que es un tema que lo estudie por mi cuenta hace varios meses y preferí usar mi tiempo en cosas más importantes, si quiero puedo pasar al frente y resolver ese feo problema que tiene ahí escrito -incluso ahora su cerebro no iba a máxima velocidad, pero la combinación del café, el desvelo, la decepción de no encontrar a Erick, y las risas de sus compañeras habían sacado una faceta suya que no conocía... Y le gustaba.
Ya no había risitas, no espero que la autoricen y paso al frente, en cuestión de un par de segundos tenía el problema matemático resuelto, al profesor callado, solo mirando, su aburrido discurso con estar o no en la clase se había acabado. Desde el frente da una mirada recorriendo todas las cara de sus compañeras antes de dejar sonoramente la tiza sobre el escritorio del profesor y volver a su asiento.
No presto atención al resto de la clase, tampoco a la siguiente. Y lanzo un sonoro suspiro cuando sonó el timbre que marcaba el final de aquel desastroso día escolar... Por suerte era viernes y no iba a verle la cara a nadie hasta el lunes, si es que la vergüenza, una vez pasado el desvelo y el café, se lo permitía.
Junta sus cosas en su bolsa y decide salir por el estacionamiento, una última mirada para comprobar que el auto de Erick no estaba ahí.
Había evitado deliberadamente cruzarse con sus compañeras pero no funcionó. El grupito estaba en la esquina por dónde debería pasar para ir a su casa. Cómo siempre, Isabela estaba al frente, su voz destacaba sobre el resto. -oye... Que te pasó hoy... Estás irreconocible, y no solo me refiero a tu "nuevo peinado".
-tuve una noche... atípica. Nada importante. -no se le había pasado por la cabeza decir una mala noche, eso no, incluso en sus inseguridades actuales eso quedaba descartado, tampoco quería ponerse en una situación vulnerable frente de Isabela, y menos ese día en particular. El siguiente cruce de miradas habría terminado con Julia mirándose las puntas de los pies, pero ese día no, por supuesto que no. -espero que te recuperes de tu noche atípica, estamos intentando conseguir entradas vip de ese club que está en el centro, por si te interesa ir con nosotras, nos falta una.
Julia se lo piensa un segundo pero el cansancio solo la hace dar una respuesta genérica -si, lo hablamos luego, tengo que ir a mi casa. -camina rápido, con la bolsa de sus cosas apretada al pecho, y llega a su casa por la pura costumbre de usar siempre el mismo camino, y desde la puerta corre escaleras arriba hasta su habitación, y tirada en la cama recupera la calma en pocos minutos. Primero se sonroja, después se rie casi de una forma histérica, y se levanta para darse una ducha.
El agua tibia se deslizaba por su cuerpo y arrastraba el estrés del día, con el cabello lleno de espuma hacia un breve repaso de todo lo que había sido esa mañana y aún se sorprendía a si misma de lo que había sucedido, decidió culpar al café y no pensar el el señor Bresson, que al menos podría haberle dicho que ese día no daba clases y que no iba a cruzarlo ni siquiera por el patio. Salió del baño, desnuda, y no evito pasar por frente del espejo de pie que tenía en la habitación, nunca había prestado atención a su cuerpo, delgada pero armónica, y con el cabello rojo que había heredado de su madre. Por un segundo piensa que quizás su madre podría entender todo lo que pasa por su cabeza en ese momento, pero deja de pensar en eso rápidamente, la última vez que había tenido una conversación seria con su madre había sido sobre si los camarones aún estaban de moda para un cóctel benéfico. Se sonríe a si misma, ahora fresca y descansada, y busca con que vestirse. Una camiseta demasiado grande para ella con un dibujo de Disney, "tan grande que quizás le quedaría a Erick" piensa, y un short cómodo.
Recoge la bolsa que había dejado tirada en la cama, y va a colgarla de un gancho que tenía al lado del escritorio cuando recuerda que su celular estaba en silencio, desde que apagó la alarma durante la madrugada. Tenía varios mensajes. Por supuesto los del grupo de WhatsApp, Isabela, y el señor Bresson.
Suficiente despierta para clases? 7:31
Algun plan para el fin de semana? 12:25
Aunque se que prefieres esto, sigo pensando que enviar textos es muy impersonal 12:25
El cansancio y el sueño no impidieron que tenga radiante la cara cuando contesta.
Ya estoy en casa... No me molesta que me llame 14:52
Usted tiene alguno? O piensa dar clases privadas? 14:53
Y de pronto había salido el sol, y las nubes oscuras se habían despejado, Julia se tira a la cama, estirada, con ropa cómoda, y sabe que seguramente se va a dormir y soñar, y dejar atrás al pequeño topo, a las integrales, a Isabela y su club.
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Cuentos eróticos
Short StoryUna serie de cuentos cortos +18 escritos por mi. Si no te gusta este tipo de contenido, directamente no entres.