Cap. 1 La sangre del Dragon

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Mi padre siempre ha estado obsesionado con ser un soñador. Años atras hubo un antepasado Targaryen que de forma recurrente soñaba con sucesos que estaban a punto de acontecer. Incluso nuestra familia sobrevivió gracias a una soñadora que vio como la ciudad era destruida en sus sueños. Gracias a eso pudieron huir.

En el caso de mi padre solo ha sido un sueño. Soñó que un varón Targaryen, portador de su semilla, era coronado portando la corona de Aegon el Conquistador y su espada, fuegooscuro.

Tengo catorce años y he vivido toda la vida a la sombra de ese sueño. Mi padre ha intentado por activa y por pasiva traer a un niño al mundo que le pueda succeder en el trono y hasta el momento, no le ha sido posible. Mi madre perdió la vida en su último parto en el día de ayer y yo siento un vacío tremendo.

Yo aún no había nacido, pero todo el mundo me ha contado como la prima de mi padre, Rhaenys, casi reina pero no. Ser mujer le pasó factura. Supongo que en el reino piensan que dirigir el pueblo o entender de política solo es cosa de un par de huevos. Así que tras haber escuchado esa historia en repetidas ocasiones... Sé que tengo pocas posibilidades de heredar el trono de hierro.

Me consuela saber que al menos la tengo a ella. Alicent. Su familia viene de altojardín, son vasallos de los Tyrell, los Hightower. Han servido fielmente a mi padre durante años. Es la única persona de mi edad que me acompaña y entiende. Tengo un sentimiento inmenso hacia ella que no sabría describir. Para mi Alicent es todo. Es la fuerza que me mantiene en pie. Es soñar con querer montarla en mi dragon Syrax algún día y recorrer poniente desde Dorne hasta Invernalia.

- Princesa. - Irrumpió mis pensamientos el guardia. - su majestad la reclama en su recamara.

Me dispuse a salir de mis aposentos para dirigirme hasta la habitacion de mi padre. Mi padre era un hombre tranquilo y sereno, nunca le vi la intención de cargar contra enemigos del reino y tenia la extraña obsesión por ser recordado como un rey noble y admirable. No había vivido batallas hasta el momento así que no había podido demostrar su valía como espadachín. Sospechamos que no tendría demasiado éxito en la batalla, era de bien saber que el don del acero valirio lo había heredado mi tio Daemon.

- Padre.

- Mi preciosa niña. - Me invito a entrar con la mirada. - Ven.

- ¿Cómo estás?

- Aema, tu madre, era una gran mujer y creo que va a permanecer en mi hasta el último de mis días... Quiero que compartas tus inquietudes conmigo, que me cuentes como te sientes. No quiero que te sientas sola.

- Padre, no estoy sola, tengo a Alicent. - Sonreí al pronunciar su nombre.

- Es una gran muchacha. ¿Que vas a hacer hoy?

- Entrenar a Syrax.

El cielo estaba despejado. El silencio inundaba el mar angosto. Los marineros reposaban a la orilla del mar mientras se preparaban para una jornada nueva de trabajo. Iba a lomos de Syrax mientras disfrutaba de la brisa del mar cuando de repente el cielo se oscureció, el agua dejo de estar en calma y se empezó a divisar la figura de un Dragón a ras del agua.

Caraxes, el dragón de mi tio Daemon  Targaryen volaba a la velocidad de la luz.  Sonriente divisé como montaba en su silla. El dragon jugetón danzaba de izquierda a derecha cuando de repente una llama me empezó a pisar los talones. Caraxes ponía a Syrax contra las cuerdas pero se notaba a leguas que ambos dragones se divertian en la tarea de molestarse el uno al otro.

- Más te vale que corras un poco más, sobrina. - Gritó Daemon al aire.

Ordené a Syrax un cambio de sentido.

- Soves Syrax. Dohaeris.

El dragón obedeció y surgió un giro inesperado, Syrax embistió a Caraxes y esté derrapó sobre el agua pudiendo alzar el vuelo en el último momento. Daemon casi cae de su silla. Me resulto gracioso.

- Más te vale que estés un poco más atento tío. Dracarys.

Syrax inundó el cielo de fuego y ambos jinetes rompimos en carcajadas. Sobrevolamos la orilla y aterrizamos en King Landing. Los marineros ahora respiraban tranquilos.

Al llegar a la fortaleza me dí cuenta que de las dos horas que tenía que haber echado entrenando con Syrax, estuve casi 5 horas. Tendría que haber estado estudiando historia. Mi padre me iba a matar. Espero que me entienda, el también es la sangre del dragon, ¿Qué Targaryen iba a elegir la tierra por encima del lomó de su dragón? Me dirigí con prisa hacía el jardín dónde ella se encontraba bajo la copa de un arbol con un libro demasiado gordo sobre sus piernas. Leía absorta, tranquila, inundada en sus propios pensamientos. Alicent era la chica más guapa que había visto hasta el momento. Era dulce, inteligente y amable. Estoy segura que cuando tenga unos años más todos los caballeros del reino querrán luchar por su amor. Se desataría una guerra por un beso suyo. Estoy segura.

De repente empecé a imaginar a todo hijo de alta cuna luchando con espadas por llevarse el trofeo a casa. Ella no merecía eso. No era una mujer trofeo de la que presumir tras ganar una batalla en un torneo. Antes de que eso pasara quemaría vivo a cualquiera que lo intentase.

- Hola... - dije casi en un susurro.

- Rhaenyra, ¿dónde estabas? Habíamos quedado hace dos horas.

- Lo sé, lo sé. Pero es que Syrax ha aprendido a hacer un movimiento nuevo, es tan inteligente. Creo que en el futuro podrá ser un dragón a la altura de Vaghar o Vermithor. - comencé a contarle emocionada.

Alicent me indicó que me acercase a ella, haciendome un gesto con la mano que me invitaba a posar mi cabeza en sus piernas. Me tumbé en el cesped y continue hablando emocionada de todo lo que había realizado a lomos de mi dragona.

Y de repente todo hizo clic. Hubo un chasquido dentro de mi que me quebró y me hizo débil. Todo cambió cuando Alicent, mientras escuchaba mis proezas acarició mis mejillas con suavidad y me apartó el pelo de la cara. Su dedo índice recorria mis mejillas y poco a poco me iba quedando en silencio. No sé que estaba sintiendo. Tenía 14 años y hasta el momento no había sentido nada de esto. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué me está generando esta ternura? Desee que sus yemas en mis mejillas fueran infinitas y jamás tuvieran fin. La miré a los ojos embobada y creo que me dedicó una sonrisa. Mi mano se paró sobre la suya y acaricié uno a uno sus dedos mientras ella me miraba entre sorprendida o desconcertada. No lo sé, pero la noté nerviosa.

- Hm. - irrumpío ella de repente. - deberíamos estudiar a Maegor El Cruel. Vamos por esa parte de la historia y no estoy muy segura de que te la hayas aprendido.

- A mi me parece mejor idea quedarme a vivir en tus manos.

- Rhae. Concentrate vamos muy retrasadas en el aprendizaje, el maestre nos va a regañar.

- Le quemaremos con Syrax. - conteste entre risas.

- ¡Rhaenyra!

- Es broma, es broma... No temas, no haré nada de eso. Vamos a estudiar.

Me levante rompiendo así todo contacto visual con ella y nos centramos en el famoso libro que narraba la historia de poniente. Damas, Lores y bufones de la corte fueron protagonistas durante un buen rato.

Yo seguía pensando en los ojos de Alicent. Dios.





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Hola! He vuelto con un fanfic que creo que a muchxs nos encantaría leer. Otra perspectiva de la historia que podría haber sido y que creo que solo vamos a poder disfrutar en fic o en un metaverso alejado a este. No tengo mucha idea de como va a ir desarrollandose la historia pero cada semana veremos un poquito más. Espero que os guste y gracias por leer, ¡os leo en los comentarios!

Sed buenxs! =D

Conquistando al dragón || RHAENYRA x ALICENT ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora