Capítulo 15. Tiempo

523 48 3
                                    

Todo estaba oscuro. Kinglanding ardia en fuego y olía a cenizas. El silencio moría con cada batida de alas de Syrax. Sentía miedo. Estaba tensa.

Los labios de Rhaenyra se pegaban con fuerza a los mios, me mordía con rabia, con deseo. Yo rezaba por hacer de ese beso un acto lento, pasional pero romantico. En su lugar, dolía, y no me refiero a ese dolor físico que sientes cuando te sangran los labios. No.

Las alas de Syrax se escuchaban más cerca. Escupia fuego. Sentía calor. Miraba hacia arriba y el fuego cada vez estaba más cerca de mi cara.

Me desperte sudando y sobre saltada.

- Otra vez el mismo maldito sueño... - suspiré agotada.

Durante los últimos 15 años el mismo sueño se había repetido una y otra vez durante todas las noches que había pasado en la corte del Rey.

Tal y como supondreis... Rhaenyra se casó a los tres días de confesarme su amor. Se fue sin mirar atras hacía Marcaderiva tras dejarme el alma inhundada de reproches y desde entonces no he sido capáz de vivir un solo día en paz conmigo misma.

Ya no queda mucho de la Alicent del pasado. Ahora todo me molesta, se me ha agriado el caracter y he convertido mis debilidades en la fortaleza necesaria para levantar el reino. Mi padre, como siempre, continua insatisfecho por todas las decisiones que tomo y he tomado. Desde que Rhaenyra marchó se ha lamentado todos los días de su vida por el castigo que según él debí de darle antes de marcharse.

Viserys es un anciano que se mantiene enfermo en cama. Tan solo compartimos lecho matrimonial durante los dos primeros años de matrimonio en los que fui ultrajada cada noche hasta darle dos varones. Sus deseados hijos varones. Aegon II y Aemond. Dos pequeños monstruos que me traían de cabeza a sus 14 y 13 años respectivamente.

Toc, toc.

- Adelante.

- Madre. - saludo Aemond.

- Buenos días Aemond. ¿Que te trae por mi recamara a estas horas? ¿No deberías estar en patio ensayando con tu espada?

- Así es. Tu hijo Aegon no ha aparecido en toda la noche. Seguramente se encuentre borracho en cualquier burdel follandose a la puta más barata de todo el reino. Tan solo venía a solicitar tu permiso para poder sacarle a rastras de dónde quiera que esté.

Aemond pese a ser el hijo menor siempre había sido el más responsable y despiadado. Por momentos parecía que odiaba a su hermano y deseaba haber sido mi primogenito. Ninguno de los dos conocía a su hermana Rhaenyra y por tanto cientos de veces no eran conscientes que la corona real jamás pasaría por sus cabezas.

La rivalidad entre ambos hermanos tan solo era sentida por Aemond, por el contrario Aegon se pasaba el día borracho pensando en cuantos bastardos podría enjendrar en todo poniente.

Me pregunto que habré hecho para dar a luz a un crio tan sumamente inepto.

- Solo irás acompañado por la guardia real. No tocaras ni un pelo a tu hermano y volvera intacto para responder ante padre.

- Pero madre... Padre cada día está peor. Tan solo es un viejo flacucho postrado en su cama que no entiende el valor del trono. Deberíamos matarlo y reinar por fin en los siete reinos, tal y como dice el abuelo.

Me levante de la cama y me dirigí hacía mi hijo. La bofetada que le propiné hizo que se girase su cara por completo y me mirase incrédulo por lo que acababa de ocurrir.

- La unica heredera reconocida al trono de hierro es Rhaenyra Targaryen y quien ose planear el asesinato del rey será ejecutado por sumo traidor. Seas tú, mi padre o cualquier plebeyo de la corte. - mi voz sonaba seria y respetuosa. - ¿Lo has entendido, Aemond?

- Si madre. - inclinó su cabeza mientras ergia su cuerpo en seña de reverencia.

- Puedes retirarte.

Aemond se retiró de mis aposentos y se dirigió a la busqueda y captura de su hermano. Cuando me quedé sola me dirigí hacia el aseo. Me empapé la cara en agua y sentí las gotas frías caer por mis claviculas. Observé mi rostro vacío en el espejo.

- ¿Cuánto tiempo más vamos a estar sin vernos? - pregunté a mi reflejo como si de Rhany se tratase.

Volví a mojarme la cara en agua fría y mandé a llamar a mis doncellas para proceder a darme un baño antes de empezar el día.

Una vez terminada mi rutina me deje caer por la reunión que había esta mañana en el consejo real. Teníamos reunion con los Lannister para hablar sobre la financiación del reino y el porcentaje anual que dicha casa se llevaría justamente tras sus multiples prestamos a la corona.

Viserys acudía en silla de ruedas a todas las reuniones, aunque su mente se encontraba siempre en el más allá. Me sonreía y a veces, sin querer, me llamaba por el nombre de Aema, su primera mujer. Pobre hombre anciano, la demencia se había apoderado de él.

Mi padre, haciendo uso de su poder como mano del Rey se dedicaba a tomar las decisiones que el consideraba pertinente delante del consejo.

- Viserys. - Le espeto Otto como llamada al rey.

- Sí.

- ¿Quieres que hablemos de tu succesión al trono?

- Sí. - sonreía mientras me miraba.

- Padre. No te das cuenta que sonrie y no entiende nada. No está en condiciones de hablar de nada.

Mi padre me miró como si quisiera asesinarme. El consejo no se atrevió a articular palabra.

- Viserys. - Volvio a la carga mi padre. - ¿Te gustaría restificar tu propuesta y hacer a Aegon tu heredero universal?

- Sí. Continuaba sonriendo.

- Mi señor. Me parece fuera de lugar todas las preguntas que ha llevado a cabo. - respondió con firmeza el Maestre Mellos. Fiel seguidor de mi marido.

- Usted será mejor que no tome palabra. - sentenció Otto.

- Sí... - continuaba Viserys repitiendo mientras sonreía desde su silla de ruedas.

- No permitiré tal traición al trono. - el Maestre se levantó. - Todas las grandes casas de poniente doblaron la rodilla frente a Rhaenyra. Nadie aceptara al usurpador de Aegon como Rey de poniente. ¡Eso es traición! - chilló.

Mi padre miró a un guardia real y realizó un gesto con las cejas que el guardia pareció entender a la perfeción.

- No permitiré qu... - Mellos fue asesinado vilmente por la espalda a manos del guardia por expresa orden de mi padre.

- Sí... - volvió a repetir Viserys.

Di un golpe seco sobre la mesa.

- ¿Qué coño está pasando aquí?

Nadie respondía.

- ¿ALGUIEN ME PUEDE EXPLICAR QUE COÑO ESTÁ PASANDO AQUÍ? ¿ES QUE NADIE VA A DECIR NADA?

Parecía como si a todos los presentes les pareciese normal el asesinato a traición del Maestre Meller. Como si de todo esto ya se hubiese hablado a mis espaldas.

- ¿Acaso esta no es la primera vez que habeis tratado el tema de la traición a la corona? - Miré a los presentes de forma desafiante.

- No había necesidad de meterla en estos lios, mi reina.

- Sí... - dijo Viserys.

- ¡POR LOS SIETE, ¿PUEDES CALLARTE DE UNA PUTA VEZ?!

Él tan solo sonrió y se quedó callado bajo mi atenta mirada.

Conquistando al dragón || RHAENYRA x ALICENT ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora