Decidí irme antes de ver esa farsa hecha realidad. Claro que entendía de qué iba la historia y claro que entendía en qué consistía el trabajo de Rhaenyra como princesa de Rocadragón y todas las cosas buenas que puede traer al reino con ello. Pero el corazón no entiende de trabajo, de reinos o de deberes. El corazón entiende de amor y el mio estaba lleno de dolor.
Tenía varías velas encendidas en mi aposentos. Las llamas bailaban al son de mi tristeza y mi mirada se perdía entre las varias ventanas que había en ellas. El sonido de la puerta me sobresaltó.
TOC TOC.
- ¿Quien es? - no esperaba a nadie.
- Soy yo. Rhaenyra.
Se hizó el silencio. No quería afrontar su rostro otra vez. No quería ser débil o dejarme ningunear. Si bien era sabido, en mi familia yo era el eslabón más débil y no quería confirmarselo a mi padre y que este volviera a perder la fe en mi inteligencia.
- Ábreme Alicent.
- Márchate...
- Por favor. Dejame entrar. Siempre me has dejado entrar ¿Qué ha cambiado ahora? ¿A caso quieres que para abrir la puerta te de la orden de obedecer a tu princesa?
- No quiero verte ahora mismo. Márchate.
Sus pasos se perdieron el silencio y el fuego de las velas pareció entenderme de nuevo. Ni si quiera quiso intentarlo. Por un momento pensé que daría esa orden con la que amenazaba mi tranquilidad. Y de nuevo...
TOC. TOC.
Si que era testaruda, pensé.
- Alicent. Abre. - la voz de mi padre resonó en mis aposentos.
Abrí.
- ¿A caso te he educado yo para abandonar un reencuentro real de tales dimensiones? ¿De verdad tengo que estar decepcionado contigo una vez mas? Resulta muy cansado.
- Lo siento padre.
- Tienes que acercarte a Viserys.
- ¿Qué quieres decir?
- Está afligido por la muerte de su mujer. Tú también has perdido a tu madre. Sabrás como consolarlo.
- Por ende tu también has perdido a tu mujer, sabrás como consolarlo. - Arqueé una ceja.
- Hija. Necesito que cumplas ordenes de la mano del Rey. No soy tu padre si no en estos momentos un mero mensajero del reino. El rey necesita reponerse y no se me ocurre mejor apoyo que tú, culta e inteligente. Vístete para impresionarle y llévale un regalo, gánate su confianza y estableze un lugar de honor en la historia para tu familia, lleva tu apellido hasta el más honorable de los lugares, haz que Hightower resuene con ferocidad en todo poniente y más allá.
No dije nada, estaba tratando de asimilar que me estaba queriendo decir mi padre. No entendía nada.
- ¿Lo has entendido?
- Sí padre.
No. No había entendido nada.
Mi padre era un hombre calculador, frío. No recuerdo ningun momento en el cual se hubiera acercado a mi a enseñarme valores, a darme cariño o a preocuparse por mis sentimientos. Siempre vivió en la sombra. Mi educación la asumieron mis septas y el cariño que me correspondía, Aema, la mujer fallecida del Rey Viserys. Es muy triste, no conozco a mi padre pero siento la necesidad de complacerle todo el rato, siento que debo a mi familia más que mi propia existencia y siento que soy la verguenza Hightower. Ni si quiera he podido ser racional y no me he podido quedar a presenciar el banquete y la ceremonia preparada en honor a los Valeryon. Pero siendo honestos, a mi que cojones me importa Laenor. Me produce repulsión que se puedan casar. Me producen celos y ganas de huir con ella muy lejos. Me hace sentir rabia y esa rabia es incontrolable. Sin darme cuenta vuelvo a estar haciendome heridas en los dedos. Me siento presa del pánico. No sé que hacer.
Respecto al Rey Viserys creo que mi padre se refería a algo más que consolar al Rey, creo que mi padre quiere que seduzca a Viserys. ¿Sería posible? Me saca más de 25 años. Es algo que nunca había pensado. Él siempre me ha tratado muy bien por ser amiga de su hija. Por ser hija de su mano. Pero coquetear con el es algo que jamás hubiera imaginado.
¿Cómo se supone que coqueteas con un anciano?
Empecé a arreglarme tal y como padre me había instado, cogí un libro de la biblioteca y me apresuré a caminar hacia la torre dónde se encontraba él. Llame a su puerta y como de costumbre en sus aposentos, la guardia real anució mi llegada.
- Hola Alicent. ¿Cómo va todo?
- Muy bien su majestad. - respondí inclinando levemente hacia una reverencia.
- ¿Todo bien con Rhaenyra?
- Sí.. no. A ver yo, no venía por eso.
- Cúentame entonces. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
- No bueno nada yo simplemente venía a traerte un regalo. La muerte de Aema ha sido muy dura y a mi me gustaría regalarte un libro en el que se habla de como recordar o mantener siempre a los seres queridos que han sido importantes para nosotros. Perdí a mi madre y a mi me ha sido de gran utilidad...
- Oh, eso es muy dulce de tu parte.
- ¿Te gustaría que te leyera un capitulo?
- Por supuesto...
Y así fue como empezó el declive de todo esto, el atenuante de la danza de dragones. El principio del fin.
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Conquistando al dragón || RHAENYRA x ALICENT ||
Fantasy¿Como te sentirias si solo siguieras los deseos de tu padre, si te sintieses vulnerable, manipulada y violada? Ser la sangre del dragón tampoco es fácil, pero cuando el fuego se une con la piedra pasan cosas maravillosas.