Capítulo 19: Coronación

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Todo Kinglanding estaba preparado para el gran día, el pueblo estaba reluciente, las mejores banderas con el escudo Targaryen en un nuevo verde renovado habían coronado toda la ciudad, cientos de juglares cantaban canciones que hablaban sobre la coronación y mil batallas que había ganado Aegon, sin aún si quiera, luchar en campo de batalla.

- Madre, estoy nervioso, ¿No puedo beber vino? Eso me relajaría.

- Aegon, no seas irresponsable, a penas estamos a media mañana y ya quieres romper con tu compromiso con el pueblo, quieres llegar a la caida del sol borracho y dando una imagen como rey penosa, ¿Es eso?

- No madre. - respondió temoroso. 

- Muy bien. ¿Te has probado el nuevo fajin que han confeccionado para ti?

- Pero madre, ¿seguro que el pueblo me va a querer? ¿A ti todo esto de usurpar el trono te parece bien? - había tristeza en su mirada.

¿Bien? Claro que no me parecía bien. Rezaba dia y noche a los siete para que la verdadera dinastia Targaryen no quisiera reclamar el trono. Rezaba a los sietes para no tener que morir incinerada a llamas de uno de esos monstruos que tanto temía y que ahora también vivian en nuestra corte a duras penas ya que Kinglanding no estaba pensabda para dragones.

Aunque, suspiré, todo aquello era mejor que tener que volver a verla y morir tan solo al cruzar su mirada. Todo aquello de morir incinerada me sonaba mucho mejor que tener que volver a enfrentar todos esos fantamas del pasado que llevaban su beso tatuado a fuego.

- Reinar, Aegon, no se trata del bien o del mal, es un juego de tronos. O juegas, o mueres.

Aegon me miro intrigado, el pobre niño no había entendido nada, tan solo era otro peon más de su abuelo. ¿Como había permitido que mi pobre niño corriese con la misma suerte que yo? Pero ahí estaba, enfundado en negro y verde, blandiendo una espada que a penas podía sostener y sin dragon que montar. Aegon II el Usurpador.

La mañana había acabado, el día empezaba a oscurecer, el vino y el pan se repartian como regalo en este día especial. Otto no cabía de júbilo en sí, al fin iba a cumplir con lo que más queria, teñir toda la corte de verde, aunque no se viera la torre, aunque no fuese el Rey el mismo. Estaba gozando de júbilo como si el mismo fuese a portar la corona de Aegon I el conquistador.

Agarró a Aegon del cuello dejandole la túnica bien estirada, se mojó un par de dedos y se permitió el lujo de peinar el flequillo de mi pobre hijo. Empezó su particular charla.

- Ahora vas a salir ahí fuera con toda la seguridad que esta corona y esta espada te van a dar. A ellos no les importa si sabes luchar o no, si tienes dragon no. Son unos simples plebellos de mierda que ahora van a estar a tus pies. El mundo entero va a estar a tus pies. Eres poderoso. ¿Lo entiendes?

Aegon sonrió orgulloso, con malicia, con sangre Targaryen pero sin todo el valor que esa casa conlleva. Sonrió como un farsante que se sale con la suya en la última recta del camino y yo... volví a rezar a los sietes.

El publico que asistia a la coronación estaba contento, les habian regalado comida y unas cuantas monedas. El maestre tomó la palabra.

- Silencio, silencio. Calmaos... Han sido unos días muy tristes para la corte. Nuestro Rey Viserys nos ha dejado y nos ha dejado el legado de un reino en paz, de siete reinos unidos que lucharan sin cesar ante cualquier adversidad que se les presente. Viserys en sus ultimas horas nombró heredero al varón primogenito que tanto tiempo llevaba esperando y a mi, sin más dilación... Me encantaría tomar la palabra para presentar al que será nuestro rey en las proximas horas. Un fuerte aplauso para Aegon Targaryen.

Y una vez más el publico explotaba en gritos, saltos, vitores... Le querían, tan solo le querían porque era hombre.

El evento transcurrió sin más problematica que la de mantener alejado a Aegon del alcohol. Aemond le vigilaba desde las sombras con sutileza y tenía toda su atención puesta en que todo saliera bien y en que mi padre no se acercara a mi. Tras una breve ceremonia de iniciación al pueblo en la nueva dinastia Targaryen y con mi padre lleno de orgullo procedieron a coronar a mi hijo como Rey de todo poniente y protector del reino.

El Lord comandante de la guardia real se encontraba alzando la corona cuando el ambiente se empezó a notar diferente. Se respiraba otro aire en el ambiente. Un ligero temblor sacudió los cimientos de la antesala al trono. Los civiles salieron volando y de la cripta aparecio un dragon junto a un jinete.

Los ventanales que se encontraban alrrededor empezaron a ser fundidos por fuego de dragon. un dragón a cada lado. Los civiles corrian de un lado a otro despavoridos. La desesperacion y el tomor por su vida podía leerse en sus caras. La sala se quedo vacia de pueblo en cuestión de minutos, que para mi fueron eternos.

A mi padre se le había borrado la sonrisa de la cara. Aemond estaba en guardia agarrando su espada. Pobre niño valiente, ¿que iba a hacer una espada contra tres dragones?

Me atrevi a levantar la mirada del suelo, ese dragon me resultaba familiar. Estaba mucho más grande pero en seguida pude darme cuenta que no era un dragon si no una dragona. Las piernas me empezaron a temblar, mis manos perdieron el control pero pude domarlo y aparentar tranquilidad.

Terminé de levantar la mirada y allí, mirandome fijamente a los ojos, con unas facciones que no supe descifrar, estaba ella.

Quince años más tarde, pero ella.

Conquistando al dragón || RHAENYRA x ALICENT ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora