Narra Aitana.
Me bebo el café que he preparado minutos antes, me siento a tomármelo en uno de los banquillos altos que tengo en la cocina. Miro a través de la ventana mientras me lo voy tomando poco a poco.
Personalmente, no suelo tomar mucho café, por el mero hecho de que no me gusta demasiado. Esta bien para tomármelo muy de vez en cuando pero no lo suelo tomar todos los días. Me parece que está algo sobrevalorado.
Escucho el timbre de casa sonar y me asusto en el mismo momento en el que lo oigo. Miro el reloj que marcan las diez en punto de la mañana. Es muy temprano para que anden llamando al timbre.
Abro la puerta encontrándome a mi mejor amiga Paula. Una chica rubia de mi misma edad, mayor que yo por unos meses, una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Sencilla y amable, tímida y divertida. De las personas más inteligentes que hay.
- Paula, ¿qué haces aquí tan temprano?
- Tú y yo nos vamos a dar un paseo.
- ¿Ya?
- Ya, tienes quince minutos, como mucho veinte para cambiarte - me responde y yo la miro algo incrédula. - Corre Aitana, el tiempo vuela.
- Que graciosa te has levantado, Paulita - le digo por el mote que tanto odia.
- Aiti, tú siempre tan graciosa - me dice y yo rio mientras empiezo a subir las escaleras.
Estamos en octubre pero aquí en Sevilla es como si estuviéramos en pleno junio, hace mucha calor, estamos rondando los treinta y pico grados.
Bajo rápido y las dos cogemos antes de salir una botella de agua y un paquete de chicles.
- ¿A dónde vamos a ir? - pregunto una vez que hemos salido.
- No sé, vamos a dar una vuelta - me responde.
Hemos estado paseando por los sitios más cercanos a mi barrio: la Plazuela de Santa Cruz, el patio de Banderas, la Plaza del Triunfo , el Archivo de Indias, la Giralda, la Plaza de Cabildo y después hemos andado un poco más y nos hemos venido hasta las Setas.
Subimos hasta la zona más alta y nos quedamos admirando las preciosas vistas de toda la ciudad sevillana. Para mí, es todo un gusto haber nacido en esta ciudad, estoy orgullosa de ser sevillana y, sobre todo, andaluza.
- Aitana, ¿te apetece comer algo? - me pregunta Paula y miro la hora.
Hemos estado tan distraidas que hasta la hora se nos había olvidado.
- Creo que va siendo hora.
Ella asiente y empezamos a bajar de nuevo. Cerca de esta zona hay barios bares, por lo que vamos al primero que pillamos más cercano.
Nos sentamos en una de las mesas que hay en la terraza y pedimos tanto las bebidas como la comida.
- ¿Bueno algo interesante que contarme? - pregunto y ella asiente mientras suspira.
- Unas cuantas de cosas - admite riendo.
- Pues ya sabes, habla que soy toda oídos.
- ¿Recuerdas en el colegio que estoy trabajando verdad?
- Claro que lo recuerdo.
Paula es profesora de inglés en primaria. Lo tuvo claro desde pequeña, jamás cambió de pensamiento y lo ha conseguido. Es una chica de sacar unas notazas increíble también debido a las horas que se pasa estudiando.
- Pues ha entrado un chico nuevo llamado José, de un pueblo de aquí de Sevilla y es guapísimo tía - me cuenta, yo la miro alzando las cejas.
- Te has pillado - digo y ella niega.
- No Aiti, yo no he dicho eso. Solo es guapo y bueno está para mojar pan - dice y a mi se me escapa una carcajada irremediablemente.
- ¿Habéis hablado o algo? - le pregunto.
- Lo justo y necesario.
- Oh bueno.
- Pero si que hemos echo contacto visual - dice y sonrío.
- Puedes cualquier día inventarte una excusa para hablar sobre algo del colegio y mientras os tomáis un café - sugiero y ella asiente.
- Oye no está mal pensado eso eh.
- Lo sé, soy una chica lista.
- ¿Y tú qué?
- Yo, ya lo sabes Paula.
Ella niega y me mira. Sé lo que quiere decirme con solo mirarme.
Nuestra amistad siempre ha estado influida porque con una simple mirada sabemos lo que queremos decirnos, sin que nos haga falta hacer uso de las palabras.- No puedes cerrarte en banda Aitana, de tu relación con Daniel han pasado ya 2 años.
Aún me cuesta hablar de esta relación. Daniel, mi primer y único novio que he tenido. Empezó cuando tenía 18 años y terminó cuando tenía 23, estuvimos juntos 5 años y hace 2 años que la relación acabó. Una relación que al principio parecía idílica, bonita y especial. Que iba a durar toda la vida pero lo cierto es que nada dura toda la vida y eso se aprende con los años.
Todo era bueno y bonito, un cuento de princesa vaya. Pero los tres últimos años fueron un infierno, no me sentía valorada, es más me sentía una mierda. Él se iba y me dejaba sola. Me insultaba y me hacía sentir inferior. Hablaba sobre otras chicas, que si ellas tenían un cuerpazo de modelo, que si estaban tremendas. Comentarios que a mí no me hacían sentir segura respecto a mi físico. Otra cosa que me hacía daño, la ropa. Esto no te lo pongas, esto te queda mal. No sabes que ropa comprarte, así no vayas a salir. Y obviamente tenía que opinar de todo lo que yo hacía.- Intento no hacerlo, pero es complicado Paula y más cuando me dejo destrozada.
- El tiempo lo cura todo, Aiti.
- Tienes razón.
Volvemos a mi casa y Paula tiene que irse ya que tiene exámenes que corregir. Yo en cambio me quedo viendo una película, todo un clásico como es Titanic. Cuando la película acaba miro mi móvil y me meto en las redes sociales que hace varios días que no me pasaba por ahí, especialmente en Instagram. Porque en Twitter sí que me meto más de vez en cuando porque te enteras de cualquier chisme y cotilleo por ahí. Tengo varias notificaciones en Instragam, entre ellas destacan que Óliver me ha empezado a seguir y ha dado un like a una de mis publicaciones.
¿Me ha estado stalkeando?Me meto en su perfil por curiosidad y abro mis ojos al ver que es futbolista del Sevilla. Que calladito que lo tenía. Aparte de fotos jugando al fútbol, también tiene muchas fotos con su familia y amigos.
Me da un impulso de escribirle algo por mensaje y finalmente no sé el cómo y el porqué pero lo acabo haciendo. Puede que me arrepienta, pero lo hecho hecho está.
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Con la miel en los labios || Oliver Torres
FanfictionNuestro amor fue más complicado que hallar una aguja en un pajar. Porque quien está buscando tarde o temprano encuentra. Sin embargo, yo me buscaba y te encontré.