X

219 10 4
                                    

Narra Aitana.

Estoy tratando de hacer un postre. Es la primera vez que hago esto, o por lo menos hago el intento. Bueno no, no es la primera vez. Una vez en segundo de bachillerato, mi profesor de filosofía nos mandó a recrear el banquete de Platón. Todos mis compañeros y yo llevamos algo casero, tenía que ser si o si elaborado por nosotros. No quería liar un caos y opté por un postre sencillo y rápido, un bizcocho fit que se lo vi a una influencer. Y lo hice, el bizcocho se hace machacando un plátano, luego echas un huevo y lo remueves, y por último una cuchara sopera de cacao y se pone tres minutos al microondas. No tenía muchas esperanzas en que saliera bueno, pero la verdad es que salió de rechupete y lo mejor es que no sabía a plátano, que no me gusta nada.

Mientras espero a que el bizcocho se haga, me apoyo sobre la encimera mientras me pongo a cantar y a observar por la ventana.
Poco a poco, el otoño se va presenciando en Sevilla, las mañanas están siendo frías al igual que las noches. Las tardes van dependiendo.

Cuando ya tengo el bizcocho completamente listo me doy una ducha y me cambio de ropa que ya es hora.

Me subo en el coche y pongo la dirección que Óliver me envió.  Antes de arrancar pongo la música a un tono ni muy alto ni muy bajito. Y ahora si que si, arranco y me concentro en la carretera.

La carretera, otra de las cosas que me dan mucho pánico. Cuando era adolescente, sobre los catorce hasta los casi dieciocho años decía que no me iba a sacar el carnet de conducir, simplemente por el mero hecho de que me produce nerviosismo y que me da un poco de angustia, además que nunca se sabe con total seguridad lo que puede pasar en las carreteras.

Recuerdo un accidente que sufrimos mi madre y yo, por suerte, todo quedó en un susto y no pasó gran cosa, que podría haber sido mucho peor.

La urbanización en la que vive Óliver, claramente en una zona top de Sevilla, tiene las casas idénticas una a la otra, así es muy difícil de diferenciar.

Aparco en el primer lugar libre que veo y mando un mensaje a Óliver.

Oli 🧡

Oli, estoy aquí pero
un poco perdida creo 🫥

ya has llegado?

sip

okey, espera que
salgo a buscarte

valee

Veo a Óliver salir de su casa y enseguida me bajo del coche. Sonríe al verme y ando lo más rápido posible hasta llegar a él. Nos abrazamos fuertemente y deja un beso en mi frente, que me hace sonreír como una tonta.

- Traigo esto - comento alzando la bolsa donde dentro está el bizcocho metido en un tupperware.

- ¿Qué has traído? No hacía falta que trajeras nada, Aiti.

- Es un bizcocho y está muy bueno.

- ¿No tendrá nada para envenenarme no?

- Tonto - digo dándole con el codo y él se ríe.

- Anda ven vamos dentro - me dice y yo asiento.

Si la casa ya en si es preciosa solamente por fuera, por dentro es aún si cabe mucho más bonita.

- Un casoplon eh - digo y él se ríe.

- bueno, si para que vamos a mentir. - admite cogiendo mi mano. - Vamos a soltar el bizcocho en la cocina.

Yo asiento y nos dirigimos a su cocina, soltamos el bizcocho y la miro así por lo alto y la cocina no tiene nada que ver con respecto a la mía.

- ¿Quieres salir al jardín? - me pregunta.

Con la miel en los labios || Oliver Torres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora