Sólo a ella | #PGP2024

Vigesimoprimera sesión con el doctor Cantú

Mauricio está platicando con Berta, cuando el señor Arceo se acerca violentamente.

—¿Usted es el psiquiatra que está a cargo de la desquiciada que casi mata a mi hijo?

Mauricio no responde, da un paso hacia atrás.

Detrás del mostrador, Berta levanta el teléfono discretamente y comienza a decir algo que Mauricio no alcanza a escuchar.

—Quiero una copia de sus notas —exige el señor Arceo, casi gritando y señalando con su índice derecho, el bloc de notas del doctor—. Usted me va a ayudar a mandarla a la cárcel por lo que hizo.

—Señor Arceo —dice Mauricio, con un tono que se oye mucho más compuesto de lo que en realidad se siente él internamente—, con todo respeto, no puedo darle la información que desea.

—¿Cómo que no? —pregunta el hombre, lanzándose hacia el bloc de notas—. Esa maldita psicópata tiene que pagar por lo que hizo.

A Mauricio le ofende sobremanera que la gente use términos profesionales de un modo tan ligero, como si en verdad entendieran las implicaciones de los mismos. Además, le enoja que el señor Arceo se tome la libertad de ofender a Eva repetidamente, pero guarda silencio porque sabe que una equivocación podría repercutir en que su diagnóstico sea considerado tendencioso, o incluso, en que sea retirado del caso de Eva.

Dos enfermeros corpulentos y un guardia de seguridad llegan en ese momento, para su alivio.

—Señor Arceo —dice el guardia con un tono suave—, ya le he dicho en repetidas ocasiones que no puede estar viniendo al hospital a amenazar a los pacientes ni a sus familiares, mucho menos a los doctores.

El señor levanta los brazos en el aire y se marcha, gritando que los empleados del hospital están comprados por dinero de la familia De los Llanos. Mauricio respira profunda y pausadamente, luego exhala con gran lentitud, intentando calmar sus nervios.

—Gracias —dice, mirando a Berta.

—Cuando guste, doctor.

Mauricio mira su reloj, ya es hora de ir a ver a su paciente.