"Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos".
(Mario Benedetti)
¿Qué era todo aquello?, ¿acaso era alguna especie de broma?, ¿realmente aquel hombre era su esposo?, ¿Qué situación era aquella?, no podía pensar claramente y él parecía notarlo porque lo miraba con el ceño fruncido desde que ingresó por la puerta, estaba viviendo una especie de pesadilla, incapaz de razonar con claridad, incapaz de concentrarse, incapaz de apartar los ojos de él.
— Lo siento, señor..., Ritprasert. Mi socio..., realmente tiene un problema personal ahora, me temo que... no puede recibir llamadas. — Seguía tartamudeando incontrolablemente.
— Ohhh, lo lamento. ¿Puedo dejarle mi tarjeta, entonces?, por favor es urgente que pueda localizarlo, estos son mis datos de contacto. — Dijo estirando su tarjeta y esperando a que Natouch la recibiera.
— Claro..., se la daré... en cuanto regrese.
— ¿Puedo confiar en que no se le olvidará? — Insistió.
— Por supuesto... que no..., le doy... mi palabra. — Respondió sabiendo que pronto él saldría por esa puerta, ¿Cómo podía existir un vínculo tan importante entre los dos y que fueran dos completos desconocidos?
Jamás pensó en casarse, solo tenía diecisiete cuando firmó aquel contrato, no era mucho mayor ahora, pero al menos tenía una breve noción de lo que significaba un matrimonio, una familia, si es que se le podía decir así, ¿Qué podía decir?, estaba en completo estado de asombro, ¿debería decirle?, ¿hablarle sobre ellos?, ¿decirle quién era?, no..., no podría, tenía que actuar con prudencia, no le conocía en absoluto, quizás no era un hombre amable, quizás se enfureciera con tan solo saberlo.
— Debería irme. — Dijo de pronto, sin despegar la vista del joven abogado.
— ¿Si...? — Fue más una pregunta que una respuesta.
— Si, ya le he hecho perder mucho tiempo, usted querrá volver a casa, se está haciendo tarde. — Observó mirando por la ventana, entonces Natouch notó que comenzaba a llover de una manera casi torrencial.
— No..., no... — Iba a decir que no se preocupara, pero su teléfono sonó en ese momento. — Lo siento. — Se disculpó.
— No, por favor, conteste...
— Hola...
— Papá..., Ollie no quiere hacer la tarea que nos dejó la maestra. — Ollie estaba volviendo loca a su hermana desde que ambos comenzaron a caminar, sobre todo porque Ollie casi no emitía palabra, pero si era demasiado inquieto para el gusto de Nin.
— ¿Nin?, ¿Cariño?, ¿Dónde está él?
— Se ha subido al refugio y no quiere bajar...
— Voy en camino, ¿puedes buscar a Phi Jane?
— Si, papá. ¡Cuando papá llegue a casa estarás en problemas, Ollie! — Gritó ella enojada haciendo que Natouch sonriera.
— ¿Problemas domésticos? — Preguntó él después de que Natouch colgara el teléfono.
— Si, algo así...
— ¿Su esposa? — Preguntó curioso.
— Ahh, no, no... — Dudó, pero finalmente dijo. — Solo es Nin...— Contestó dubitativo, sin atreverse a darle más información sobre la pequeña niña.
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ESPOSO DESCONOCIDO
RomanceUn terrible accidente había dejado en coma al heredero de la empresa aeronáutica más importante del país, con muy pocas probabilidades de volver a ser el mismo, él imponente CEO pronto es abandonado, no solo por su familia, sino que también por su p...