Capítulo veintitrés

1.7K 227 34
                                    


"El tiempo lo cura todo decían, pero no, las heridas no cerraron y nunca te olvidé..., solo aprendí a vivir sin ti"

(Jairo Guerrero)

Eran cuatro meses, cuatro meses en los solo pudo contemplar desde una cama como pasaba el tiempo, semanas en las que solo podía rogar que Natouch no se enterara de su real estado, sin poder caminar, sin poder levantarse de aquella cama, revivió su pesadilla al pensar que jamás recuperaría la movilidad otra vez, cada golpe que recibió de manos de Miles fue en venganza por tener el amor de Natouch, un amor que ahora parecía perdido.

—¡Maldita sea, Farid!, ¿Dónde está Natouch? —Aquello era irónico, ahora era él quien estaba ocultándose.

—Lo siento, señor. Lo perdimos, aunque creo que el señor Suppasit tiene mucho que ver en esto. —Natouch había firmado los papeles del divorcio, además de devolverle la compañía y mandarle su anillo. —Se llevó a los niños, dejó la casa hace unos días.

—¿Dónde pudo haber ido?

—Lo mas probable es que este fuera del país.

—¿Dónde?, necesita de mi permiso para llevarse a los niños.

—Lo sé, pero sabemos que Suppasit tiene muchos contactos, él puede mover a Natouch a su antojo por todo el mundo si quiere.

—¿Qué hay de Tantachj?

—¿Quiere decir, el presidente Tantachj?

—¿Cómo que presidente?

—Natouch ha dejado la presidencia de Fly Enterprise, ha traspasado todas sus responsabilidades a Judo Tantachj.

—¡Maltita sea! —Protestó desde la cama.

—Usted tiene que preocuparse en sanar, señor. Ya podremos ir por él, mientras tanto lo buscaré.

—¿Cómo puedo estar tranquilo?, Natouch debe pensar que deje de amarlo, él no va a perdonarme.

—Usted fue quien no quiso que él se quedara a su lado.

—¿Cómo podía?, ¿Cómo, Farid?, no sabía si podría levantarme de esa cama, ¿Qué hubiera sucedido con nosotros si yo no hubiera podido levantarme de ahí?

—Debió dejar que el señor Natouch decidiera. —Lo retó Farid.

—Él se hubiera quedado a mi lado, no tengo dudas, pero yo..., yo no era capaz ni siquiera de...

—De eso se trata el amor, Señor. ¿Si no puede confiar en que él cuidaría de usted?, ¿Cómo puede llamarse matrimonio, entonces?

—¿Quieres decir que me equivoqué?, ¿Qué estuve mal en ocultarle mi real estado?

—Creo que debió dejar que él decidiera, ahora puede que no lo perdone.

Ohm Ritprasert era un hombre orgulloso, incluso antes de conocer a Natouch jamás demostró algún momento de debilidad, cuando despertó del coma tampoco podía moverse, pero pudo superarlo con ayuda de sus ángeles guardianes, ellas ya no estaban y lo único a lo que podía aferrarse ahora eran Natouch y sus hijos, pero ¿Cómo podía enfrentarlo?, ¿Cómo podía pedirle que le esperara?, el doctor no le dio muchas esperanzas, cada golpe recibido fue como una sentencia de muerte, su cuerpo dejó de moverse otra vez haciendo realidad su propia pesadilla, había sido liberado de la prisión, pero ahora era prisionero de su cuerpo.

Cuatro malditos meses para mover un brazo, posterior a eso, semana tras semana comenzó a avanzar hasta que un día por fin pudo mover sus piernas, lloró de alegría, pero a cada paso que daba, era otro día sin saber nada de él.

ESPOSO DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora