Capítulo nueve.

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"Te prometo que, aunque hoy no lo creas posible, al cabo de un tiempo encuentras las respuestas a tantos porqué"

Ollie lo miraba con desconfianza, para él siempre era más difícil enfrentarse a los extraños y esta vez no era la excepción, claro eso no impidió que le apuntara con el juguete y pusiera esa cara de terquedad cuando Natouch le pidió que dejara de apuntarle a su jefe.

Ollie, cariño, deja eso, él es el señor Ritprasert, un amigo de papá.

¿Un amigo? — Preguntó Nin desde sus brazos. — Pero..., estaba dormido en tu cama.

Si, porque el señor Ritprasert estaba enfermo y papá lo dejó dormir.

Ahhh!!! — Dijeron los dos al unísono. Cuando Ollie por fin bajó la guardia, Natouch dejó a Nin en el suelo y fue por el pequeño.

No le tiramos agua a los amigos de papá, ¿verdad?

No papá...

Señor Ritprasert, puede bajar las manos. — Dijo mirándolo por fin.

Vamos a pedirle una disculpa al señor Ritprasert, ahora. — Les advirtió.

Natouch, son cosas de niños. — Dijo él parándose por fin del sofá.

¿Niños...?

Lo sentimos, señor, de verdad pensamos que era un ladrón y que se llevaría a nuestro papá... — Dijo Nin.

Señor Ritprasert, ¿algo que quiera decirles a los niños?

Si, claro. Acepto sus disculpas, Nin, Ollie...

Es Oliver. — Dijo Ollie arrugado la nariz, era obvio que no le agradaba aquel señor.

Oliver..., ¿y tú pequeña?, ¿eres Nin...? — Preguntó Ohm poniéndose a la altura de los chicos.

Nina. — Contestó ella poniéndose de parte de su hermano.

Bien, ahora. Vayan a ver si la cena esta lista.

Parece que no les agrado mucho. — Observó él cuando los niños se fueron rumbo a la cocina.

Lamento eso...

Eres estricto, Natouch.

Deben saber pedir disculpas cuando se equivocan.

Son traviesos...

Ni se imagina...

Te adoran, eres su persona favorita, ¿verdad?

Trato de educarlos lo mejor que puedo.

Pensaron que yo te robaría.

¿Qué puedo decir?, tienen una gran imaginación.

¿No extrañan a su padre?

¿Quiere cenar con nosotros? — Preguntó evitando darle una respuesta.

Por supuesto, no me lo perdería. — Dijo de pronto acercándose lentamente.

Entonces, creo que..., ayúdeme a poner la mesa. — Era su deber apartarse, no podía esperar a que sucediera alguna cosa de la cual pudiera arrepentirse.

ESPOSO DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora