Capítulo 1

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El calor estival hostigaba a los humildes ciudadanos de Quíros que se aunaban en las calles del comercio, pero el ambiente que se podía vivir tras los acontecimientos a los que la ciudad se preparaba volvía a sus habitantes indulgentes con el clima, pues la alegría llenaba sus copas y la música las plazas. Los estandartes con el pez de la casa Neráe colgaban de las viviendas de la ciudad y las damas decoraban los balcones con cintas azules y armados de flores blancas como el jazmín y el azahar, colores que representaban a la casa de los betas más respetados y dirigentes de la ciudad.

Tasilio Neráe llevaba más de veinte años al poder y representación de los Neráe, y su familia cumplía junto a él cinco generaciones de fiel servicio a la corona.

Tras concurrir semanas de reformas y tomar medidas de mejoras en su ciudad, Quíros estaba preparado para recibir la comitiva del rey. Tras su reciente coronación El Rey Azriel Nuerzia cumplía con la tradición de recorrer y conocer las tierras de aquellos súbditos que presentaron lealtad a la corona. El noble alisó sus prendas de fina seda y dispuso de su asesor para que mantuviese su reporte de noticias a la par que caminaban por los pasillos, Tasilio no podía esconder el nerviosismo de los ojos de Brando, su consejero conocía el habito de este por sobre pensar las cuestiones de política. Tasilio era un hombre que disfrutaba de la montura de su caballo, las batallas y las justas, organizaba un torneo mensualmente motivando a los jóvenes a adiestrarse a la espada, pero en cuestiones que necesitaran de su presencia para intervenir con nobles de otras casas era visible su malestar, era de conocimiento abierto que el Lord de Neráe sentía antipatía por las cortes, pues sostenía que allí solo se engendraban alianzas y rencores, ahora a la espera de su rey deseaba que la estancia fuera breve, que su familia fuera bendecida y que el banquete fuera del agrado su majestad.

Los vítores de la ciudad se podían oír hasta la fortificación y ante Tasilio se dio paso un chambelán anunciando la llegada de la comitiva real a Quíros. La mirada de Brando encontró la de su señor y con unas palabras que pretendían apaciguarlo solo recibió una severidad de expresión.

-Solo es protocolo mi querido Brando, ahora dime ¿acaso se me puede tachar de torpe por temerle a la corona en la cabeza de un niño? – Ante aquellas palabras que intentaban disculpar su hostilidad el consejero notó las verdaderas preocupaciones del lord.

***

Cuando Tasilio llegó a las puertas del castillo su familia esperaba a las carrozas junto a la guarnición de soldados, estos sostenían en alto los estandartes de la casa Neráe enfrentados asegurando un largo camino hasta las puertas de su alcázar para preservar la seguridad de los invitados.

dos caballos frisones completamente negros tiraban del carruaje principal a la par que los guardias de capas blancas galopaban a sus flancos. Escuchó el suspiro de su hija al ver aquel majestuoso animal y lleno de ternura pensó inmediatamente en obsequiarle uno, definitivamente su hija sabría domar al animal, Tasilio borró su sonrisa cuando su lado llegó corriendo su primogénito que, tras alisar sus vestiduras sonrió sobrado a su padre en disculpa por su demora.

Sin mediar palabras el noble dejó pasar aquello y se inclinó cuando las puertas del carruaje se abrieron.

Tres damas abrieron el paso al rey, sus tres hermanas menores lucían radiantes aun a sabiendas de su largo viaje, los ojos del lord viajaron a las piedras preciosas de la tiara de la mayor en calidad de princesa, sus vestidos de satén bordados con delicados patrones de hilo de oro demostraban el buen gusto y ojo de las damas de la capital, jugando con los colores de su casa las tres mujeres portaban el negro y el plateado en sus vestimentas, como delicados encajes en las mangas de plateado o en el corpiño, sutiles detalles que no escapaban a los ojos de Tasilio, fue momento de descender del rey y la sorpresa dibujó el rostro del noble pues conocía al antiguo monarca y padre del actual, la similitud de los rasgos era impresionante, el mismo porte grácil y fornido, los mismos ojos austeros y el cabello azabache que tanto caracterizaba a la familia Nuerzia.

BALADA DEL LOBODonde viven las historias. Descúbrelo ahora