Capítulo 3

92 9 1
                                        


El reino de Grawder se dividía en cuatro grandes casas que gobernaban en armonía. Una noche de cuarto menguante, desde la capital viajaron cuervos a todas partes del reino, desde las casas grandes hasta los estandartes menores. El mensaje pedía el apoyo en los tiempos que cernían a la gran capital de Umbranfell, sede de los Nuerzia.

Hasta las montañosas áreas de Decraft surcó el ave en el cielo amanecido, sobrevoló el patio de entrenamiento donde los hombres de la casa Takeda entrenaban arquería y espada. El cuervo graznó en llamamiento de atención y continuó su vuelo hasta la torre de descanso para las aves mensajeras.

No pasó mucho tiempo cuando un grupo de jóvenes llegaron corriendo por el largo camino de escaleras hasta la cima con la respiración agitada curiosos por la noticia. En Decraft utilizaban halcones para cubrir las cortas distancias dentro de sus terrenos, por lo que ver al cuervo llegando por el este fue indicio de que su Majestad había enviado su letra.

-A un lado niños, a un lado. -Pidió el anciano cuidador de las aves. En su puño cargaba semillas y granos para ofrecerle al ave o de otra forma recibiría un picotazo, enseñanzas que dejan los años de trabajo. Se acercó al ave enseñando su mano con la ofrenda y con la otra quitó el tubo que llevaba en su pata.

El mensaje se llevó hasta el señor de la casa Takeda, un hombre entrado en años que dirigía con convicciones fuertes a su legado, pero que sabía confiar en la capacidad de sus tres hijos varones.

-Mi señor. -De rodillas, el mensajero ofreció el tubo del cuervo aun sellado. Dono Takeda echó al joven con un gesto de mano y se preparó en soledad para leer las palabras de su majestad.

Suspiró luego de estar al tanto del pedido y de sus labios escapó un cansino quejido al dolor que cargaba en su cuerpo. En ese momento las puertas corredizas abrieron con brusquedad y un apresurado Maito se dio paso a la habitación de su padre.

-Padre, escuché del cuervo de la capital ¿Es mi hermano quien la envía? -La amargada mirada que le dio su padre acompañado de un gesto de disgusto por su falta de modales le dejó claro que no era su hermano menor el emisor.

Sin mucho interés entonces, se sentó en los cojines del suelo junto a su padre unió las puntas de sus dedos de ambas manos en el suelo e inclinó su cabeza sobre estas en gesto de saludo y presentando respeto.

-Son palaras de su majestad. -Informó entonces más indulgente con su primogénito. Tomó una campana sobre la mesa y la golpeó haciéndola sonar, entonces la servidumbre se adentró con una tetera de té rojo que su padre tomaba con frecuencia en el día.

-Las cosechas privadas de camelia están produciendo pimpollos. -Informó Maito. -El invierno está próximo. -Su padre quien con regularidad visitaba el jardín donde coleccionaba diferentes plantas para su té, también lo había notado.

-El ultimo año en que la camelia floreció antes de que llegara el frio. -Recordó su padre observando retirarse al sirviente. -Fue quince años atrás, ese año la temporada de invierno duró un mes más de lo habitual y las cosechas se arruinaron por las heladas. -Relató en forma de presagio. Aquello dejó pensando al muchacho, pero intentó desviar aquella superstición, tomó la tetera de la mesa y sirvió a su padre una taza de la bebida.

-Padre ¿Qué noticias traía el cuervo? -Preguntó sirviéndose una taza para él. Su padre bebió tranquilo antes de responder, miró a su hijo a quien la vida le ponía un difícil camino por delante.

-Su Majestad busca la confirmación de sus súbditos, quiere una muestra de sincero apoyo a su casa ante una problemática en sus fronteras. -Bebió de su té disfrutando la bebida en su paladar. -Delicioso. -Dijo complacido y miró a su hijo seriamente.

BALADA DEL LOBODonde viven las historias. Descúbrelo ahora