Capítulo 7

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El largo camino le permitió ser consciente de las diferencias de su reino con el vecino. Vidhar era un prisionero, pero disfrutaba de un buen plato cada noche. Por el día le obligaban a marchar atado a un caballo y si se movían por la noche, una carreta con barrotes lo transportaba. Una semana fue el tiempo empleado para llegar a la capital del reino Grawder.

Aquí nos basamos en los escritos del maestro Bevent para describir sus impresiones de la llegada a la Capital, por medio de una carta a su señor y gracias a esta quedó en el registro.

[...] El príncipe a perdido toda la gracia de su linaje, se lo ve con la apariencia desalineada propio de un prisionero. Su cabello dorado no difiere del de un campesino y aún conserva la tierra del campo de guerra en su cuerpo. Un desfile hasta el castillo es la humillación más grande para alguien de su cuna, pero aún así el Príncipe Vidhar encuentra la forma de imponerse entre la multitud... Aquel que le sostenga la mirada unos segundos notará el fuego de lucha que aún albergan. Mi señor, pronto finalizaré con mis tareas en la capital y daré comienzo a mi regreso [...]

Tal como aclara Bevent, la multitud se apresuró a la llegada de la comitiva abucheando al prisionero, arrojaban estiércol de caballo y verduras en mal estado sobre él y tal como se menciona Vidhar mantuvo su cabeza en alto ignorando los pedido de su cabeza sobre una estaca y marchó con sus manos atadas detrás del caballo del General de Jazali.

La posibilidad de la decapitación era muy posible, pero también podía pensar que era un prisionero muy importante para negociar la rendición. Vidhar desconocía su situación, pero en la larga semana había escuchado a los soldados jactarse de su nuevo rey.

Un nuevo Rey era algo que lo sorprendió, en sus tres años de exilio debió de fallecer el viejo Nuerzia, información que su padre había olvidado decirle. Le dió risa por un momento, su desafortunada situación, y que se encontraba prisionero por comenzar una guerra sin siquiera saber contra quien. Vidhar debía ser un gran chiste para su Dios, eso pensó.

Entonces, no sabía cómo era el nuevo Rey, no tenía forma de antelar su destino, pero estaba decidido a defender su cuello como diera forma. Lo único que Vidhar tenía como conocimiento era el estilo de jerarquía que gobierna en este reino y en los últimos días los vivió en persona.

Por más prisionero que fuera, era de la nobleza y recibió alimento todos los días, sus heridas no presentaban peligro, pero supo que durante el tiempo que estuvo inconsciente un médico había inspeccionado su cuerpo. En este reino, también se regían por Alphas y Betas cómo él conocía, también se hablaba de una tercera categoría llamada Omegas la cual sus creencias negaban, entendía que gran odio entre las naciones se albergaba gracias a este dicho, el que existiera una criatura por encima de los Alphas.

La calma llegó para él en el momento que atravesaron las puertas adentrándose al gran castillo de Umbranfell, los abucheos habían callado, pero ahora debía sobrevivir a aquellas miradas de la nobleza que habitaba junto a su Rey. Para su sorpresa fue llevado a los calabozos de forma inmediata, no le concederían un encuentro como dicta el edicto de normas.

Durante el día se celebró el éxito de la batalla en Quíros. El Rey Nuerzia ofreció un banquete en honor a los soldados y en las calles se repartió monedas de cobre y plata a la plebe como obsequio y festejo, las tabernas rebosaban de gente y las calles no durmieron por dos noches seguidas.

A diferencia de su camino hasta el reino, Vidhar no recibió comida o agua durante las dos noches y los tres días que estuvo encerrado, sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad de la cripta y por más que el hombre intentó mantenerse despierto, en parte para no soñar, en parte por las ratas que sentía en su cercanía sus ojos no lograron mantenerse y terminó por dormirse.

Su último encuentro con la bestia había sido antes de la batalla, durante un mal sueño recurrente del Lobo devorando un cuervo, pero esta vez soñó con el interior de la cripta, era tan real que dudó el estar durmiendo, pero la falta de la peste del lugar era un indicio de que aquello concurría en su imaginación.

Una antorcha iluminaba en la profundidad del calabozo y de esa dirección sus ojos no se despegaba sabiendo que de la oscuridad emergería su verdugo. Tardó en notarlo, pero como siempre los ojos amarillos eran lo primero en distinguir en la oscuridad, cada paso que daba en su dirección provocaba que se acelerara sus palpitaciones, el sudor le recorría su espalda y el terror inundaba su cuerpo.

La bestia le mostraba sus fauces ensangrentadas y siempre cuando estaba a punto de darle el final a su desesperanza su cuerpo despertaba salvandolo de la muerte, cada vez que su cabeza estaba a punto de ser devorada, su sueño finalizaba para torturarlo en la próxima noche.

Despertó con un grito atorado en su garganta que salió con demencia nada más abrir los ojos, su respiración acelerada provoca que su pecho subiera y bajara a gran velocidad. Llevó sus manos a su rostro sintiendo su rostro entero y su cabeza unida a su cuerpo.

Intentó salivar para humedecer su reseca lengua, pero no logró mejorar la sensación que lo torturaba. No lo logró, hasta que a su cuerpo llegó un sutil aroma, su pecho se relajó y logró regular su respiración, En la peste de aquel lúgubre lugar, el aroma a pastel de almendra le había salivado la boca deseoso de un dulce como nunca antes.

-Vaya mierda. -Susurró molesto. Tenía hambre, sed y el aire que respiraba apestaba a humedad y heces de rata. No creía poder soportar mucho tiempo en esas condiciones, pero tampoco podía llamar a los guardias cuando en aquella oscuridad no parecía haber nadie más que él.

***

Mohan Neráe había sido reconocido por el Rey y su casa bendecida por el Omega Noni. Cómo se narra, Mohan no había obtenido la aprobación de su padre como General de tropas por su corta edad, pero el joven se había distinguido en la batalla, además de ser el único Neráe en la marcha a Umbranfell que representaba a la casa y se llevaba todas la atenciones en honor a Quíros.

Algunos cuenta cuentos narran que esa noche la Princesa Elaia Nuerzia se mantuvo distante del Joven Neráe por motivos de celos por las atenciones que recibía de las damas e la corte que el muchacho no logró apartar por cortesía, pero de esto no hay mención en los escritos por lo que dejaremos como una simple creencia.

Lo que si es verdadero y probatorio sobre la Princesa y que el maestro de la corte Noni deja en sus escritos es la Libertad de Elaia, si la Primer Princesa protectora de la corona era de fuerte carácter para algunos temas de la corte, Noni nos dice que la tercer princesa a sus cortos quince años no parece conocer el correcto andar de las doncellas, ni muestra interés en sus clases de etiqueta, en su lugar no se aparta mucho de los establos y sus paseos a montura aumentaron con su regreso de Quíros. La reina parece ser indulgente con su más pequeño retoño y alude al tiempo para curar el desinterés. El Rey Azriel también dio palabras en el asunto y aprobó las palabras de su madre remarcando que a esta edad Elaia comenzaría a interesarse más por los caballeros y vestidos.

Pero contrario a ese pensamiento Elaia estaba encontrando un camino más allá de los vestidos y listones, su carácter Alpha parecía ser fuerte aún con su condición de mujer. Sus feromonas también se habían vuelto más fuertes y por ese motivo recurría a apartarse en los bosques del reino, llevaba a su cachorro de lobo con ella a todas partes y con la escolta tan atrás como se podía recorría los senderos sin un destino fijo.

Mica-Fuera.

BALADA DEL LOBODonde viven las historias. Descúbrelo ahora