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Nota de autora: 

Este capitulo me hace mucha ilusión. No puedo creer que ya sean mas de 25k de vistas ahhhh. Aunque no lo crean siempre leo cada comentario que me dejan, ya sea de nuevos lectores que comienzan la historia o en cada  actualización, y siempre me animan a seguir escribiendo. No duden en comentar, me hace feliz leerlos.  Disfruten la lectura. 

A Suna siempre le gustó visitar la casa de su abuelo materno

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A Suna siempre le gustó visitar la casa de su abuelo materno. Quedaba en un pequeño pueblo muggle alejado de la ciudad, tenía arquitectura rustica y madera picada por el tiempo, por las noches se podían encontrar bichos realmente aterradores y cuando llovía todos los caminos que llevaban a ella se cubrían de barro... Pero era acogedora a su modo. Otro punto a su favor era que sus padres nunca lo acompañaban, el viaje era largo y un tanto agotador, así que preferían quedarse en la ciudad cerca de sus trabajos y el mundo mágico.

Las visitas a la casa de su abuelo le comenzaron a gustar tras cumplir diez años, un poco después que su padre se comenzara a involucrar en el mundo de la política y que su madre consiguiera un amante.

Pero no tenía que pensar en eso ahora.

Tratando de olvidarse de todo eso, Suna disfrutó de la vista sentado desde una cómoda silla del balcón. Apreció con detalle las flores de la Glicina en el amplio jardín de su abuelo. Su color morado hacia un lindo contraste con el verde del césped. Y Rintarou se sintió en casa.

Mientras se concentraba en una flor que acababa de desprenderse del árbol sintió como unos suaves labios besaban su mejilla derecha. Se giró sorprendido encontrándose a un tranquilo Miya Osamu mirándolo con ternura.

Llevaba entre sus manos un plato de pastel de queso que se miraba exquisito. Suna estaba confundido, no entendía aquellos gestos, ni el casto beso que lo tomó por sorpresa o la mirada en los ojos del otro joven. ¿Qué hacía ahí el otro joven para comenzar?

Antes que cualquier oración se escapara de sus labios, Osamu colocó con cuidado el plato sobre sus piernas.

— Feliz provecho— dijo, y depositó otro beso rápido en su mejilla. Suna tuvo que verse claramente desconcertado, entonces Miya explicó— sé que siempre quisiste probar un postre hecho por mí, amor.

Amor.

Suna sintió escalofríos ante el tierno apodo, algo revoloteando en su estómago. Si pensaba más en eso se terminaría sonrojando. Probablemente ya estaba sonrojado.

— Vamos, pruébalo—Osamu acarició su cabello, la mirada extraña seguía en sus ojos—quiero ver tu reacción.

Rintarou se dejó llevar por la desconocida aura que los rodeaba y cuando disponía a llevar el primer bocado a su boca... se despertó.

Por supuesto, aquello era un sueño.

Al abrir sus ojos y mirar la oscuridad de su habitación compartida con Atsumu, Futukachi y otros chicos más, sintió como el universo se reía de él.

¡Haikyuu en Hogwarts!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora