Let me hold you, let me love you.

Veinte.

Chelsea

¡Qué dolor de cabeza más horrible! Dios mío.

Mi cabeza está matándome y mis pies duelen.

¿Qué fue exactamente lo que hice anoche?

Agh, ni siquiera ganas de abrir los ojos me dan, ¡tengo miedo de lo que pueda encontrar!

Necesito llamar a Cloe...

Respiré profundo y abrí los ojos.

¿Pero qué...? ¿Qué hago aquí? ¡QUÉ HAGO AQUÍ!

Me levanté tan rápido de la cama, que casi caigo al suelo. Creo que mi dolor de cabeza aumentó.

Al agachar mi cabeza por el dolor, miré mi ropa tirada en el suelo.

Mi ropa.

¡La ropa que traía puesta anoche!

Inmediatamente me percaté de que traía una camisa de Nathan que realmente no me tapada nada de la cadera hacia abajo.

Y ahí fue cuando exploté.

— ¡Nathan! ¡Nathan! –grité.

Realmente no sé de dónde saqué la fuerza para gritar, pero lo hice.

Nathan abrió la puerta, viéndose asustado y despeinado.

Traía una camiseta blanca de tirantes y los pantalones desabrochados.

— ¿Qué pasa, linda? ¿Estás bien? –preguntó preocupado.

— ¡Explícame por qué mierda estoy semidesnuda en TU habitación!

Nathan pasó sus manos por su rostro unas dos veces y después por su cabello.

Eso seguro significa que pasó algo malo y no sabe cómo decírmelo.

Sexo, ¡claro! ¿Qué otra cosa?

Dios, por favor, que no haya sido eso, ¡por favor!

¿Y si no usó protección? ¡Yo no tomo pastillas anticonceptivas! ¿Y si...?

—Sé lo que estás pensando, y deja te digo que no llegamos a ese punto.

Okey, no hubo sexo, ¡bien!

— ¿Qué? ¿Cómo que no llegamos a ese punto? ¿Qué quieres decir con eso?

—Mira, Chelsea, es complicado de explicar y, si te lo explico, estoy totalmente seguro de que no me vas a creer. Mejor dejémoslo así, ahora ya sabes que no tuvimos nada de intimidad, puedes estar tranquila.

Yo quiero saber, pero Nathan tiene razón, tal vez no crea lo que me diga y me conformo con saber que no tuvimos sexo.

—Bueno. –dije y salí de ahí.

Necesitaba algo para la resaca, definitivamente.