Quince.

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Chelsea

Tres días pasaron y me alivié casi por completo, lo único que tengo ahora es tos.

Nathan y yo vamos de camino a un salón de eventos, ya que mi mamá quería que le ayudáramos ahí a decorar, hacer compras de último minuto y hasta hacer de meseros para un Baby Shower sorpresa.

Ninguno de los dos había hablado en lo que va del camino, lo único que llenaba el silencio era la música de la radio.

De pronto salió una canción de Justin Bieber, creo que se llama Somebody To Love; de pronto Nathan comenzó a tararearla.

Lo voltee a ver extrañada, realmente nunca pensé que a él le gustara ese tipo de música.

 — ¿Qué? –preguntó.

— ¿Te gusta? –pregunté, refiriéndome a la canción y al intérprete.

—No… Es solo que, bueno, la canción es pegajosa.

Asentí y voltee hacia la ventanilla, tragando las ganas de soltar una risilla.

Llegamos al salón de eventos y Nathan se estacionó junto al auto de mamá. Ambos nos bajamos y entramos al salón.

Mes amours! Qué bueno que llegan. –“saludó” mi mamá.

— ¡Chelsea, pero que grande estás! –exclamó una de las amigas de mi madre.

Yo fingí una sonrisa y la saludé.

Realmente no me caen bien las amigas de mi mamá, bueno, solo una me cae bien.

Y así pasaron cinco minutos, siendo saludada y elogiada por las amigas hipócritas de mamá, y debo decir que no solo fui yo la elogiada y saludada, sino también Nathan, solo que él parecía divertido con sus elogios y hasta los devolvía, contrariamente a mí.

—… bueno, yo tengo que ir por la comida, -dijo mi mamá después de un rato- ¡y ustedes por el pastel! –Señaló a dos señoras-. También vayan por sodas y hielo, yo traeré las aguas. Wanda les dirá qué hacer.

Ella y las demás señoras se fueron, dejándonos a Wanda, Nathan y a mi nada más.

Wanda es una de las amigas de mi madre que peor me caen. Su aspecto parece dulce, pelirroja natural y un poco robusta, con su rostro de inocente y reservada, pero es una total perra.

Así es, una perra chismosa y entrometida, además de criticona, envidiosa e hipócrita.

—Bien, ¿qué vamos a hacer? –preguntó Nathan.

—Oh, sí. ¿Ven las marcas de allá? –señaló hacia unas x que había en la pared, justo arriba de una gran mesa armable.

Ambos afirmamos.

—Ustedes van a colgar la manta que está ahí tirada –señaló una bola de tela que estaba en el piso- allí, justo en las marcas, ¿comprenden?

Yo no estaba del todo convencida, pero ¿qué podía hacer?

—Claro.

—Por mientras hacen ustedes eso, yo iré al baño a hacer lo segundo y lo primero.

Let me hold you, let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora