Doce.

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Nathan

Kelsey me miraba a los ojos, intentando (de nuevo) adivinar qué era lo que me sucedía, aunque esta vez no me sucedía nada. Yo no sentía que me sucediera algo. Y tal vez ese era el problema.

—Ya estoy cansada de esto, dime ¿qué es lo que te pasa? –me preguntó Kelsey después de un rato.

— ¿De qué hablas?

Realmente no sabía a qué se refería.

—De todo. Estás… cambiado, extraño, más alejado.

— ¿Es que no te gustó lo que hice por nuestro cuarto aniversario?

Voltee a ver a todos lados, buscando algún signo de imperfección.

La habitación estaba exactamente como la quería, todo en la habitación se veía muy romántico y elegante, la comida era una delicia internacional y  no había nada que nos interrumpa o moleste.

—No, me encantó de hecho –sonrió-, eres tú el que está raro… No te siento igual. –su sonrisa seguía ahí, pero desapareció de sus ojos.

—Tal vez es por lo de Thomas… Sin él las cosas no son iguales. A pesar de que ya es un mes, aun no me acostumbro.

—Estás así desde antes, Nate. Cuando me das un beso yo lo siento igual de magnifico que la primera vez, pero también siento que para ti no, siento que no es como antes. También cuando hacemos el amor eres diferente.

Sí, yo me sentía diferente en esos modos. Lamentablemente, ella tenía razón.

Me quedé callado, ni siquiera me atreví a mirarla.

— ¿Quieres un tiempo? –me preguntó lentamente.

Levanté rápidamente la vista, ¿hablaba en serio?

— ¿Quieres que… terminemos?

—Claro que no, pero no quiero tenerte así. Si ya no me quieres, si ya te cansaste de mí o si estás confundido concierne a esto, prefiero saberlo ahora o dejarte averiguarlo si aún no estás seguro.

Lo pensé. ¿Eso era lo que yo quería?

—Sería algo temporal, ¿entonces?

Ella sonrió con tristeza. Esa no era le respuesta que quería, pero ella sabía que la tendría.

—Todo depende de ti.

El silencio reinó en la habitación.

Yo quiero a Kelsey, pero me he dado cuenta de que hay algo más, algo más fuerte que lo que siento por ella, algo que me impide quererla más.

—Perdóname. –le pedí avergonzado y triste.

De nuevo esa sonrisa triste apareció en su rostro.

—No te preocupes. Será mejor que me vaya ya.

Sé que ella sentía que esto no era por un tiempo, ella creía que esto sería definitivo, y eso me hacía sentir peor.

Kelsey se paró y yo igual, la acompañé a la puerta. No quería que se fuera, pero sabía que era lo mejor.

—Gracias, Kelsey, eres… fantástica. Yo… hmm… aún te quiero, no creas que no lo hago. Aun siento cosas por ti.

Una lágrima se resbaló por su mejilla, la cual yo limpié.

—No lo hagas, por favor. Esto no es definitivo, recuerda.

—Losé, pero aun así es doloroso.

Me sentía tan triste, pero al mismo tiempo tan liberado, y sentirme así me hacía sentir culpable.

Ella se dio la vuelta y se fue. La observé caminar por el largo pasillo hasta el elevador.

Cerré la puerta y fui hacia la pequeña recámara de la suite. Ya había pagado por ella y no la desperdiciaría.

Let me hold you, let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora