Ocho.

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Nathan

 

Me encontraba cenando con Kelsey en un restaurant francés. Mi plan era llevarla a cualquier lugar que ella quisiera y confesarle lo que sucedió con Chelsea hace tres días.

Ya tenía bien elegidas las palabras, pero no sabía cuál sería el momento indicado, y también estaba pensando en las consecuencias de esto.

¿El beso que le di a Chelsea podía contarse como un engaño? ¿Kelsey terminaría conmigo por eso?

Realmente me estaba poniendo más nervioso cada vez, asustado por lo que sea que pudiese pasar… ¿Y si no le digo nada? No le estaría mintiendo, solo ocultaría lo que pasó ese día.

—Bien, dime, ¿para qué me trajiste aquí? –me preguntó, estudiando mi rostro.

Ella acostumbraba a hacer eso cuando pensaba que le ocultaba algo, y eso causaba que mi nerviosismo aumentara. Sus grandes y cafés ojos me miraban muy fija y fríamente, esperando hacerme caer.

—Tú elegiste venir aquí. –le di una sonrisa inocente.

Ella rodó los ojos.

Recordé que ella estaba con su periodo menstrual, así que era aún más difícil todo eso. Mierda.

—Sabes a qué me refiero. –soltó su tenedor y cruzó los brazos en su pecho.

—Mira yo… Es que… -me rasqué el cuello y miré a todos lados- Mis papás quieren que vaya con ellos a Uruguay en Navidad, ya sabes, a ellos les gusta pasar las navidades en otros lugares y eso, así que tendré que cancelar lo que teníamos pensado para Navidad.

Lo que dije no fue mentira, era completamente real, pero no pensaba decírselo ahora, sino hasta un mes más.

Ella soltó una carcajada.

—Hay mi amor, tú siempre tan tierno. No te preocupes, no tenías que ponerte nervioso ni asustado, ¡ni que fuera un monstruo! Tus papás siempre serán primero.

Se levantó de su asiento y vino conmigo, plantándome un gran beso en los labios.

 Sus besos ya no sabían igual.

Chelsea

Estaba hablando con Cloe en uno de los pasillos de la universidad, platicábamos de varias cosas. Evan pasó por mi lado, me miró, hizo una mueca y volteó de nuevo al frente. Así estaba desde que Thomas habló con él. Es un idiota.

Ya que Cloe se puso a hablar con una chica de cabello morado con rosa, yo me puse a voltear a todos lados, viendo si podía encontrar a mi hermano para irme con él.

Mientras estaba en busca de mi hermano, Nathan y su novia pasaron por enfrente de mí. Nathan la tenía agarrada de la cintura.

¿Por qué todos los hombres son así? ¿Qué no piensan en cómo nos sentimos nosotras?  Estoy totalmente segura de que a ellos no les gustaría para nada que nosotras les hiciéramos eso.

Cuando Nathan y Kelsey se alejaron de mi vista, decidí que era momento para irme. Le dije adiós a Cloe (quien me ignoró) y me fui hacia la florería de mi mamá. La florería estaba cerca, como a unas tres calles de la universidad, así que caminé hasta allí.

Antes de entrar a la florería, me pegué a la puerta para ver si estaba mi mamá ahí, al lograr divisarla dentro, entré.

Bonjour, mama. –la saludé.

Bonjour, mon amour. –me saludó ella con una sonrisa orgullosa en su rostro- Ya estaba comenzando a pensar que te habías olvidado del idioma.

Let me hold you, let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora