Diecinueve.

81 5 0
                                    

Nathan

Mientras que mis compañeros se ahogaban en alcohol, yo procuraba no pasarme tanto de copas ya que tendría que manejar.

Brandon se llevó a Chelsea y Cloe a bailar, si, a ambas, dejándome solo en la pequeña mesa.

No podía evitar observar como Chelsea bailaba (también cuidaba que Brandon no se pasara con ella). Su baile era… ¿cómo decirlo? Inestable, exagerado y no sabría decir si tiene exceso de ritmo o carencia del mismo.

Una chica alta y un poco robusta llegó frente a mí.

— ¿Me puedo sentar a tu lado? –preguntó.

Su rostro demostraba fastidio.

Confundido, le dije que sí.

—Gracias.

Se sentó frente a mí, con los brazos cruzados y mirando un punto fijo en la mesa.

— ¿Estás, hmm, bien? –le pregunté.

—Ajá.

—Y… ¿cuál es tu nombre?

—Mira, vine obligada aquí, realmente de lo que menos tengo ganas es de hablar, pero si no estoy o intento estar con un chico mis compañeros se encargarán de hacerme la vida imposible. Solo finge que te caí bien, me invitas un trago e inventas algo por lo que tienes que dejarme, ¿sí?

—Bien, pero aun así quiero saber tu nombre.

—Jane, ¿cómo te llamas tú?

—Nathan –le guiñé el ojo, ella frunció el ceño-. ¿No dijiste que fingiera?

—Oh, sí. –rió.

— ¿Quieres algo?

—Tequila, por favor.

[…]

—Bueno, muchas gracias por todo. Les diré a mis amigas que eres un gran chico pero que simplemente no eres mi tipo y no soy tu tipo. –me guiñó el ojo mientras se levantaba.

—De acuerdo. –Sonreí- No eres mi tipo, no soy tu tipo, pero me caíste excelente Jane. Un gusto conocerte.

—Igualmente, Nathan. Y toma –abrió su bolso y sacó dinero-, por lo del tequila.

—No tienes que pagarme  –rechacé el billete-. Que no seas mi tipo y no sea tu tipo no significa que no pueda ser un caballero.

—Está bien. Gracias.

Me paré de mi asiento y me despedí de ella con un beso.

Ella se dio la vuelta y fue hacia un pequeño grupo de chicas.

Pensé en ir a la pista de baile y, pues, bailar para divertirme un poco, pero Chelsea apareció antes de que pudiera dar un paso siquiera.

— ¡Nate! –me gritó, a pesar de que estaba a muy poco espacio de mi.

— ¿Sí?

—Necesito ir al baño.

Fruncí y el ceño y le dije:

—Pues ve. De aquí puedo ver donde dice “sanitarios”.

Let me hold you, let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora