Dos.

177 9 2
                                    

Chelsea

Justo cuando abría la puerta de la chatarra que mi hermano toma por auto, se abrió también la puerta de entrada de la casa, dejando ver a Thomas.

Su auto me había robado diez minutos de mi adorado tiempo, poniéndose de terco al no querer encender. ¡Un tipo me tuvo que pasar corriente!

—Necesitas URGENTE un auto nuevo, ¿por qué no te compras uno, Tommy? –dije, bajándome del estúpido auto.

Él subió su mano a la altura de su rostro y levantó el dedo índice.

—Número uno: Nunca, ¡jamás! Me vuelvas a llamar «Tommy» -hizo una mueca de asco y levantó otro dedo- Número dos: Soy pobre, hermanita.

Abrí la puerta trasera del auto mientras le decía: — ¿Por qué no le pides prestado a tu maravilloso mejor amigo?

— ¿Estás loca? ¡Le debo lo suficiente para que se compre un auto del año nuevo con todas las comodidades y la más alta tecnología! –exclamó, moviendo las manos.

Rodé los ojos.

Sí, señores y señoras, este es mi hermano llamado Thomas, mejor conocido como el hombre más exagerado de toda Carolina del Sur.

—Mejor ayúdame, rey de la exageración.

Ya dentro de la casa, mi hermano empezó a hablar de nuevo.

— ¡Tardaste casi dos días en el fregado centro y vienes con solo dos bolsas y una caja de zapatos! –exclamó.

Ahí va, exagerando de nuevo.

—Dos horas, hermano, solo fueron dos horas. –le hice saber, quitándole las bolsas.

—Como sea. Fue mucho para tan poco, aun así.

Decidí ignorarlo y fui a mi habitación.

Entré y cerré la puerta detrás de mí, puse las bolsas y la caja en mi cama.

Enseguida vi el desastre que había en mi cuarto. ¡¿Pero qué jodida mierda?! ¡Mis sostenes, bragas y toallas femeninas estaban tirados en el suelo!

Entrecerré mis ojos y abrí mi boca para gritar y maldecir, pero antes de que algo saliera de ella, vi una cámara en mi mesa de noche apuntando directo a mí.

¿Enserio Nathan me creía tan estúpida?

Tomé una profunda respiración y sonreí con malicia. ¡Tengo una idea…!

 

Nathan

— ¡Hey! ¿Hay alguien? –pregunté, cerrando la puerta de entrada tras de mi- ¿Thomas, Chelsea? –no hubo respuesta.

Con una sonrisa caminé hasta la habitación de Chelsea. Toqué la puerta cuatro veces, y hasta le grité, pero nada. Abrí la puerta con cuidado, y me encontré con la ropa interior aun en el suelo.

Con el ceño fruncido fui hasta la cámara y la tomé.

Sentado en mi cama, me reproduje el video. Adelanté hasta que vi la puerta abrirse.

Se veía como Chelsea entraba y se paraba en un punto exacto en el que quedaba a vista por detrás casi completa. Se escuchaban murmullos y una que otra maldición dirigida a mí, después de unos segundos su blusa se levantó y salió.

Let me hold you, let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora