Nueve.

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Chelsea

Me encontraba acostada en mi cama, con la lámpara de la mesita de noche encendida y leyendo un libro para olvidarme (por lo menos en ese momento) de todo.

Todo estaba tranquilo y silencioso, hasta que se empezó a escuchar música de afuera. Se escuchaba demasiado cerca.

Se escuchaba como esas canciones mexicanas, que les llevan a las mujeres en las telenovelas.

Cuando se empezó a escuchar más fuerte, puse el separador en la página que me quedé y lo dejé en la mesita de noche para tomar mi celular y mirar la hora: 11:46 pm, lo dejé de nuevo y me paré y caminé hasta la ventana, pero antes de que pudiera fijarme por la persiana, se escuchó cómo tocaban mi puerta, así que preferí abrir.

Frente a mi estaba un Nathan con cara adormilada, cabello alborotado y sin camisa… A pesar de que su abdomen no estaba tan marcado, hubiera hecho a cualquier mujer suspirar.

Levanté la vista de nuevo a su rostro y me di cuenta de que Nathan estaba tratando de reprimir una sonrisa. Idiota.

Rodé los ojos.

— ¿Qué es lo que quieres? –gruñí.

—Hay un tipo en mi ventana dando una serenata…

— ¿Y?

—Y estoy totalmente seguro de que ésa serenata es para ti.

— ¿Para mí? ¿Cómo por qué sería para mí?

—Porque, a menos que sea gay, es para ti. –Dijo obvio.- Ve y míralo tú, tal vez lo conozcas y puedas salir a callarlo.

Lo seguí hasta su habitación y al entrar, además de que la música se escuchaba más fuerte, me percaté de que su habitación estaba increíblemente limpia. Joder, ya ni yo… Bueno, yo no soy la chica más organizada del mundo, pero aun así, me impresionó para ser un chico.

Caminé hasta la ventana y levanté un poco la persiana. Había muchos hombres vestidos de mariachis con guitarras formados en una U, y justo en el medio de la U, estaba un chico que vestía normal a excepción del sombrero gigante de mariachi.

—… Y olvida el pasado… -entendí que cantó en español. Sí sabía un poco de español, ya que Jason me enseñó…

Y recordé que Jason es mexicano. ¡Y ya una vez me ha llevado serenata!

—Mierda, ¿por qué está pasándome esto? –murmuré.

—Te dije que era para ti. –lo fulminé con la mirada y él agregó:- No le vayas a gritar o algo para rechazarlo, ten algo de corazón, el pobre te trae serenata y tú le rompes el corazón. –se acostó en su cama.

Yo rodé los ojos. Por favor, Jason merecí más que solo romperle el corazón.

—Cierra la puerta cuando salgas.

Al salir, cerré la puerta detrás de mí y mi hermano apareció a mi lado, asustándome.

—Mierda, Thomas, un día harás que me dé un ataque cardiaco. –exclamé.

Let me hold you, let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora