Catorce.

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Chelsea

Tocaron mi puerta demasiado fuerte, causando que me despertara de mi maravilloso sueño.

¡Estaba a punto de abrazar a Adam Levine!

Mi cuerpo me dolía el cuerpo y sentía la garganta irritada.

Me paré, con toda la flojera y dolor,  y tomé el sostén que usé el día anterior.

— ¡Ya voy! –grité. Mi voz salió ronca y mi garganta dolió horrible. Gemí de dolor.

Me quité la blusa y me puse el sostén, para ponerme de nuevo la blusa. Fui a la puerta y la abrí, encontrándome con un Nathan muy bien arreglado.

Vestía una camisa negro con rojo y blanco a cuadros y un pantalón de mezclilla ajustado. Se veía increíblemente sexy, pero no lo suficiente como para despabilarme.

— ¿Sí, que se te ofrece? –mi voz ronca arruinó el sarcasmo en la frase.

—Vístete, iremos de fiesta.

Elevé una ceja. ¿Es que estaba loco?, no estoy completamente segura de la hora, pero sí de que ya es tarde para alistarme, sin mencionar mi dolor.

—No. –respondí, intentando cerrar la puerta, pero su pie lo impidió.

Él no dijo nada, solo me miró.

— ¿Qué? –carraspee, mi voz arruinaba todo- Vete.

Nathan siguió ahí parado, solo parpadeó.

Rodé los ojos.

— ¿Qué quieres que te diga? ¡No quiero ir! ¿O qué esperas, que te diga «buenas noches, que te vaya bien y no llegues muy tarde, cariño»? –exclamé, un poco desesperada. Mi garganta ardió, pero me aguanté.

—No estaría mal. –sonrió.

Rodé los ojos de nuevo y tosí.

—Mejor vete ya.

—No me gustaría dejarte sola.

—Creo que estoy lo bastante grande para quedarme sola por la noche, además tenemos a Toto.

Nathan pensó un momento.

—Tienes razón –miró la hora en su celular-, cerraré con llave la puerta. Cualquier cosa me llamas. Y deberías de tomarte un té de eucalipto, antes de que empeores; creo que la señora Lalah tiene un árbol de esos, ella una vez me dio, vive en la casa azul con café.

Quitó el pie.

—Ajá. Gracias, adiós. –cerré la puerta con llave, sin dejarlo decirme nada más.

Mi cabeza también estaba empezando a doler, estaba resfriada, seguro.

Me quité el sostén, sin quitarme la blusa. ¿Saben? Eso debería de considerarse un arte.

Me recosté de nuevo e intenté dormir, cosa que no logré hasta unos veinte minutos después.

Al despertar, me sentía peor que cuando me dormí, como si los síntomas se hubieran intensificado.

Me levanté y, sabiendo que me veía horrible, lo primero que hice fue ir al espejo para verme.

Let me hold you, let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora