CAPÍTULO 5

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-¿Se bajará?-escucho que dice el conductor, a lo que yo asiento aún sin quitar mi vista de la ventana apreciando la casa familiar

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-¿Se bajará?-escucho que dice el conductor, a lo que yo asiento aún sin quitar mi vista de la ventana apreciando la casa familiar.

De hecho, hemos llegado ya hace unos 10 minutos, pero tengo miedo de bajar porque se que tendré problemas y de los grandes. Ya me duele el trasero de estar tanto tiempo sentada y para rematar fuera cae lluvia muy fuerte y no quiero mojarme.

- Si. Solo espéreme un mo...

- Oiga, no tengo mucho tiempo a esperar que a usted le dé la gana de salir. O sale ya, o tendré que cobrarle más -me interrumpe impidiendo que termine mi oración. Quito la mirada de la ventana y la enfoco en el señor que me ve con cara de pocos amigos.

Inmediatamente rebusco en mi pequeño bolso dinero para pagar y bajarme de una vez por todas. No puedo quedarme toda la vida aquí dentro, si por mi fuera lo haría para no tener que soportar el regaño de mi familia, pero se que este señor no me dejara y además tiene cara que quiere asesinarme con sus propias manos.

Encuentro un billete de 200 y se lo entregó al viejo. Me pongo el bolso encima de mi hombro y me preparo para salir.

- Quedese con el cambio -digo antes de abrir la puerta y salir, para después cerrar la un poco brusco.

Corro hacia la puerta principal y sacó las llaves para abrir. Mis manos tiemblan por el frío, pero se que no solo es por eso, tengo muchos nervios y creo que me haré en los pantalones.

Entro y camino por el amplio pasillo que lleva hacia la sala en donde encuentro a mi padre, mi madre y a mi hermano mayor sentados en el gran mueble color gris. Están hablando de algo del cual no puedo escuchar, pero algo me dice que es sobre mi ya que sus caras están enojadas. Me quedo estática si mover ni un solo músculo y pensando de regresar mis pasos y salir de casa y no volver dentro de años.

Mi madre es la primera en notar mi presencia, me da una mirada en donde pone sus ojos chinitos y me ve con mucha seriedad. Me hago pequeña en mi sitio y siento como mis manos y frente empiezan a sudar. Quito el contacto visual que tenía con ella y la enfoco en el suelo que piso.

- Jade -habla mi padre serio, sus palabras son tan frías que me dan miedo-¡Mírame, Jade, ahora!- su voz se eleva un poco y yo subo de poco a poco mi cabeza para mirarlo, la verdad no lo quiero ver a la cara, he defraudado su confianza y me he quedado a dormir con unos hombres desconocidos.

Termino de levantar mi cara y aprecio la suya. Sus ojos están un poco cristalizados y su nariz esta un poco roja. Me debe odiar en estos momentos por no decir nada y no regresar en toda la noche. Siento mis ojos arder y se que en cualquier momento terminaré de derramar lágrimas.

Mi padre es igual a mi, con sus cabellos rojos con fuego y tiene pequeñas pecas regadas por sus pómulos, pero no solo en lo físico, también en lo sentimentales que somos, en lo cariñosos y en lo amable que podemos ser con las personas que no se lo merecen. Recorro con la mirada hasta llegar a mi madre que está con lágrimas cayendo de sus ojos mientras se limpia con un pañuelo. Mi progenitora es más dura a la hora de discutir, esa mujer siempre tendrá los argumentos necesarios para destruirte y manipularte en esas ocasiones, cosa que me hubiera gustado haber sacado de ella y no ser débil de corazón, pero en el caso de ver con mi salud y con mi seguridad ella siempre se ablandará.

Una relación, 4 corazónesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora