5.

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YARON.

Daven y yo bajamos al subsotano a la mañana siguiente. Otro desgraciado había jugado con el infierno. Sin gana de darle más importancia mande matarle.

—No se que te pasa amigo, tu siempre eres más duro—dice caminando a la sala de pantallas.

—No merece ser torturado, la muerte es un buen precio a pagar —digo sin más ganas de escucharle.

En silencio recorremos los pasillos y nos sentamos, a mirar las calles de la ciudad.

Pero mi mirada solo se clava, en la cámara colocada en los almacenes de ese narco.

Las cámaras vuelven a captar a la chica entrar con una bandeja de café.

—Es realmente hermosa —dice Daven rompiendo mi vista de ella.

—Ya te he dicho que tiene los días contados —digo lo más seria posible.

Sigo observando, nada pasa en más de una hora. Atiendo llamadas desde ahí y doy órdenes a mis guardas. Quiero saber bien desde dentro en que se basa todo esa organización que están montando en mí ciudad.

La chica sale, mira antes de volver a andar. Perdiéndose de vista de la cámara.

—Quiero que tengáis vigilada a la chica todo el rato, seguirla a donde quiera que vaya e informarme—digo por el pinganillo.

Mando venir a los demás hombres para una reunión urgente.

—¿Por qué tanto empeño en esa chica? —dice tocándome los huevos Daven.

—Matarla, es el primer paso para que ese hijo de puta baje la guardia y le podamos matar—digo frustrado.

—Sabes que estamos muy cerca de saber realmente que mierdas pasa ahí dentro, nuestros hombres son muy buenos, pronto podemos entrar y atraparlos a todos sin hacer ruido—dice Daven.

—Las cosas no se pueden hacer como siempre, hay algo que no me gusta—efectivamente esto no es lo mismo que siempre.

Vamos a la sala de reuniones y me siento en el trono. Esperando a que los hombres lleguen, que no tardan en aparecer.

—Bien señores, quiero que dos de vosotros os infiltréis dentro de esa organización, quiero que finjáis trabajar para ellos. Quiero saber todo de ese subnormal—digo apoyando los codos con rudeza en la mesa.

—Señor, podemos entrar ahora mismo y traerte al culpable —dice uno.

—No, este Narco sabe bien lo que hace, si ha tenido los huevos de meterse en esta ciudad para su organización, no me tendrá miedo.

—No sabemos más, que la droga adulterada la pasa a más de un país, es joven no pasará mucho más de los treinta—dice otro.

—Por eso mismo no podemos actuar en falso—digo tocándome el pelo.

—Podríamos entrar y pegar tiros—dice Daven.

—No sabemos cuanto personal tendrá ahí dentro, no sabemos nada más, solo podemos mover ficha matando a su amor. El amor es debilidad—digo muy convencido.

—Entonces jefe, nos ponemos manos a la obra—dice otro de ellos.

—Exacto, avisarme de todo—digo levantando sesión.

—No entiendo tu actitud, eres Lucifer, tu matas sin más, sin detenimiento —dice Daven.

—No me toques las pelotas, lárgate de aquí o te meto un tiro—saco la pistola y apunto a su cabeza.

AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora