Yaron Meier es Lucifer.
Ocupa su trono plateado, es el dueño de su ciudad. Nadie mueve un pie sin que él observe y castigue.
Si te atreves a tocar algo que es suyo, arderas en el caldero de Satan.
Alessia Bianco es la nueva caza del diablo. Y eso le...
Estaba preciosa, era divina, su pelo rubio caía en cascada sobre mi pecho haciéndome cosquillas. Acaricie lentamente su cuero cabelludo enredando mis dedos entre sus mechones.
Estaba todo oscuro, se oían voces de mayores desde el pasillo no distinguía bien que decían. Mi compañero de habitación estaba durmiendo tan tranquilo. Daven creo que se llamaba solo llevaba dos días dentro de esta mierda de lugar. Aporre la puerta desesperado. Sabía que la calle era horrible, no comía nada en semanas y mi ropa los días de lluvia acababa mojada unos días, cogiéndome constipados que se curaban milagrosamente solos. Maldecí no haber estado más atento cuando el coche me atropello. Por otra parte agradecía a la vida de haber conocido a esa encantadora enfermera, era la única que me dio cariño de verdad y la vida también me la arrebato.
La vida era cruel, yo lo sabía. El Dios en los que muchos creían no existía, porque no estaba ayudando a los que de verdad lo necesitaban. Pero Satanás siempre estuvo hay atrapándote llevándote a su terreno, ensuciando y oscureciendo tu corazón. Supongo que era por eso que las personas fueran tan crueles.
Golpee la puerta de metal con mis puños pequeños, con tanta fuerza que me hice heridas, pero nadie me escuchaba solo me quedaba gritar, y seguir con los movimientos aunque me dolía.
—Yo que tú no haría eso— dijo el niño restregando sus dedos en sus ojos.
Le mire curioso, tendría mi edad, era de mi estatura y tenía pinta de ser agresivo.
—¿Por qué? — pregunte muy furioso.
—Te mandaran a la celda de castigo, no es bonito acabar ahí créeme— esta vez me mira directamente.
No me daba ningún miedo. Solo quería correr a los brazos de Shopia. Seguí gritando y el muchacho se dio la vuelta.
La puerta se abrió , un hombre con un atuendo blanco me miraba fijamente con lo que parecía rabia.
—¿Qué pasa muchacho?—pregunto con un tono de voz agrio.
—Necesito ver a Shopia—dije ignorando el pánico que ahora si que sentía.
—Metete en la cama y descansa—ordeno firme.
—He dicho que no quiero estar aquí, quiero irme con la enfermera.
Otro hombre se acercó hasta mí, los dos se miraron. No entendía nada, pero si sabía que no iban a ayudarme y que estaba en serios problemas.
—Has desobedecido las normas, si no quieres un castigo, metete en la cama ya—dijo el otro.
Pero yo no podía aguantar ni un segundo más allí. Prefería mil veces la calle.
—He dicho que no—tuve valentía. Hasta que me agarraron.
Note como el niño se dio la vuelta y me miro con un "te lo dije en la mirada". Un escalofrió recorrió mi espina dorsal cuando la puerta de metal se cerró de un portazo en el silencio del pasillo.
Nadie me iba a salvar, me había metido en una buena, descendimos unas plantas hacia abajo. La oscuridad y la humedad iban llenando mis huesos y mi vista. Solo unos focos daban una mala iluminación.
—Vas a aprender, esto es lo que pasa cuando los chicos se hacen los malos y se saltan a la autoridad—sonrió tenebrosamente y me empujo a una sala aun peor.
Tuve espasmos y no solo de congelación, si no de realmente terror.
Dentro había dos hombres más que me asaltaron y me acorralaron hasta la pared, sujetándome por los delgados brazos en unas cadenas. Intente gritar, sabiendo que probablemente nadie me escuchara. Pero el chorro de agua helada inundo mi espalda, quitándome el habla, no sé cuánto tiempo duro. Pero tiritaba y mis dientes chirriaban.
No derrame ni una sola lagrima aunque me escocia cada parte de mi cuerpo huesudo. A mi mente llego el calor de Shopia y me hizo olvidarme un poco de la situación. Pero eso no acabo ahí. Estaban realmente locos.
Sin poder hacer nada me bajaron mis pantalones. Golpearon débilmente mi estómago para que me doblara y quedara mi culo en pompa. Los latigazos llegaron después. Y repitieron el fogonazo de agua unos minutos después para limpiar la sangre.
Cuando todo hubo acabado me subieron los pantalones. Pensaba que volvería a mi cuarto. Pero me arrastraron a una habitación aun peor.
—Buen viaje al infierno, niñato— dijo uno y otra vez el sonido metálico se clavó en mi mirada.
El dolor me estaba destruyendo pero aguarde toda la noche con los ojos abiertos, ya estaba acostumbrado así era la calle. Me permití descansar en un colchón de muelle asqueroso, eran mejor los de arriba, pero no me queje, tampoco me iban a escuchar.
—¿En que piensas? — su voz llego calmando esa intranquilidad que me daba recordar.
—En ti— quite hierro al asunto y la bese como si no hubiera estado haciendo eso mismo toda la noche anterior.
En parte era verdad, pensaba en ella pero en nuestro pasado. No sé qué hice para tener la suerte de tenerla.
Era el cielo para mi infierno.
—¿Seguro? — de ella también aprendí que a una mujer no se le puede engañar.
—Te aseguro que sí, rubia, ¿Cuánto tiempo levas despierta? —puse mi mejor sonrisa para intentar desviarla del tema, aunque mi cuerpo sudaba por la tensión.
—Ahora mismo— se acurruco más a mi pecho.
Sonreí, mi cuerpo reacciono a ella más rápido de lo que yo hubiera imaginado. La bese posesivamente. Humedeciendo su entrepierna con mis dedos juguetones y expertos. De un movimiento ágil, la coloque a cuatro patas y la embestí, sin pensarlo dos veces. Como un animal salvaje hambriento de comerse a su presa. Aun sabiendo que la noche anterior hicimos el amor de mil posturas.
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Ya estoy de vuelta. Gracias por la paciencia infinita. Intentaré ya que estoy libre ir actualizando más seguido. Besitos❤️.
Pd:siento que estos capítulos sean más cortos pero son pequeños "flash back" para que vayáis entendiendo la historia.
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