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YARON.

Me obligue a levantarme de la cama cuando el teléfono sonó. Había pasado unas cuantas horas después de dejar a Sophia con mil marcas mias en su piel.

Él trabajo me llamaba. Después de no sé cuántas reuniones, deje todo de lado y me permití ir a la piscina.

—Por fin sales de ese nidito de amor— reprocho Daven.

—Cállate— me tire a la piscina de un salto de cabeza sin ni si quiera mirarle.

—Shopia saca la parte tierna de ti, admítelo—saco un carcajada mientras se servía una copa y me daba otra a mí.

—¿Qué tal Alessia? —pregunto con poca convicción.

—Tranquila —dice sin prestar mucha atención.

—¿Qué mierda te pasa Daven? —mosqueado ya le enfrento.

—Yaron, Shopia es una distracción para ti, todos están inquietos, todos te ven débil. Y si ven débil a su rey el reino huye.

—Pues me voy a casar con ella en dos días—interrumpo gruñendo.

—Mira, yo no me voy a meter ahí, ya te lo dije cuando nos conocimos. Pero no nos pongas a todos en peligro. Menos a ella. Sabes que la estas condenando a muerte —hace un pausa que duele—. Yaron, tienes a la mujer de uno de los mafiosos más fuertes ahora mismo. No dudara en devolver con la misma moneda.

Me pongo tenso, porque sé cómo funciona esto.

—Eso no va a suceder —digo intentando sonar convincente.

Nos tomamos la copa tranquilamente, mientras nos miramos tensos. Las cosas se han puesto más tensas y yo lo sé.

—Quiero a todo el mundo preparando la boda del siglo en este jardín. Adelanto la boda hasta esta noche.

No quería más ruido, más voces que opinaran. Subí las escaleras con pesadez, tenía que darle la noticia a Shopia. Sé que no era como hubiéramos querido, pero era lo que había. Llame a cada miembro de mi grupo de diseñadores para que trabajaran a cada hora, en el diseño de su vestido.

Shopia ya había tenido la boda de sus sueños, con un hombre que iba a ser mejor hombre que yo. Todavía dudaba si era lo correcto, si tenía que dejarla ir de nuevo a casa con su familia, eran sus hijos, ya no los vería más. Estaba arriesgando demasiado por mí.

Detuve mis pasos, y baje los escalones hasta la habitación donde estaba Alessia, por el pinganillo, avise a los guardaespaldas que iba a bajar y que la quería atada.

Cuando entre me la encontré amordazada las muñecas contra el cabecero, y su boca también.

Era tentadora, el rojo le quedaba estupendamente.

—Me voy a casar esta noche Alessia —dije como confesando.

Obviamente no había respuesta de su parte.

—Eso significa, que ya no te necesito para nada, solo ibas a ser mi próxima mujer de juegos cuando estuvieras preparada para recibirme sin tener que obligarte. Yo no soy así. Todas las chicas que ves, todas quieren sexo conmigo, ninguna está aquí aprisionada en el sexo se refiere. Pero si no hacen lo que quiero son castigadas punto. Me pone muy cachondo eso —mantuve una leve pausa para mirarla más profundo —. Eso cambia siempre con Shopia, es una mujer que me abastece muy bien sexualmente pero con ella es hacer el amor. Y dicen que el amor me va a condenar.

Di una larga vuelta a la estancia alrededor de la cama. La chica era preciosa no lo iba a negar, tenía todo lo que me hacía sentirme caliente.

—Alessia, yo vengo de un sitio donde las sombras son tus mejores aliadas y no lo contrario, desde que te vi, quería que fueras para mí, me queda solo lo que queda de día para tenerte. Para que me desees tanto, que desees que tu último orgasmo sea conmigo —me senté en la cama a su lado y toque su mano congelada —. Después de esta noche tu estarás enterrada y yo estaré entregando mi amor a la mujer que yo siempre quise.

Suena tan romántico y dramático como parece. Y eso se ponía emocionante. Retire la cuerda de su boca con cuidado, y pase mi pulgar por sus labios.

—Dime Alessia, ¿vas a entregarme tu último suspiro de placer? —jugué con sus labios.

—Eso nunca Diablo —aseguro temblando.

—Entonces arde en el averno, Alessia —no dije nada y me fui de la habitación.

Baje a mi despacho, a mi trono, la ciudad estaba más tranquila, más fuera de lugar. Y ahora me daba igual quien cometiera delitos. Solo quería la cabeza de él.

Desde que entre en el orfanato y vi el sufrimiento, el dolor, lo que vivía pasando hambre en la calle, siempre quise devolver esas ratas malditas al agujero. Hacer justicia en las sombras. Pero no quería al marido de Alessia por el simple hecho de vender droga, sustancia capaz de matar a muchos adolescentes y no tan jóvenes. Esto iba mucho más allá de hacer limpieza del mal en una ciudad que no fuera dos años de cárcel. Esto iba por cada uno que hizo mi vida un infierno, que me hicieron un infierno.

Empecé a buscar más piezas de este puzle que no tenía ni la mitad de las piezas. Lorenzo el marido de Alessia era hijo de un mafioso y ella también, ellos no aparecían en el mapa en ningún momento y no porque estuvieran muertos. Pero ahora el líder de todo era este, ya que al casarse la alianza hace que el hombre se quede con todo lo de la mujer.

Este matrimonio no era legal, era un pacto. Ella no amaba a este capullo. Una pieza encajo y la bombilla se encendió.

No iba a matarla hasta que estuviera casado con Shopia, quería que Alessia acudiera a la boda y matarla delante de mi mujer. Como rito de amor.

Pero la quería mía, una vez al menos. El deseo por ella me puso duro de solo pensar en su cuerpo cabalgándome.

No me detuve no tenía tiempo. Entre de nuevo en el cuarto esta vez no estaba atada pero la reduje igual.

—Tú matrimonio es una falsa cariño, no le amas, ni estas interesada en él, Ya no tienes ninguna excusa.

Bese sus labios y ella no me rechazo.


He cambiado la portada, y ya he vuelto a tener inspiración para escribir capitulo de Averno. Voy a ir adelantando historia y no voy a ir  lenta, como quería ir al principio. 

Es un error quererte es el que intentare completaros lo más rapido posible.

Siempre gracias.

AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora