YARON.Mi trabajo no solo consiste en matar a los desgraciados de esta ciudad, tengo una empresa de venta de coches por todo el mundo, soy el jefe de todas las centrales, también llevo una marca de ropa de alta costura, mis diseñadores mandan los modelos a pasarelas. Pero yo nunca me he movido de aquí.
La reunión con un proveedor de Alemania, acabó después de dos horas. Debo de admitir que me estaba aburriendo, y estaba deseando callar la boca de esa maldecida que escuchaba muy de fondo.
—Yaron, debemos ponernos a innovar o la competencia nos va a ganar —dice a través de la pantalla.
—Haz tú puto trabajo, pronto nos volveremos a reunir—cuelgo la llamada.
Me levanto de la silla cansado de escuchar de negocios.
Salgo hacia la cocina por algo refrescante.—Toma la llave, ya ha venido el sanitario de familia, y está preparada, como ordenaste —dice la sirvienta.
—Está bien —coloco el vaso en el fregadero.
Subo hacía mi cuarto, me coloco unas calzonas de color negro y las deportivas. Si quiero ponerme en forma para esta noche, tendré que entrenar.
Cojo rumbo a mi gimnasio, hago cardío, un entrenamiento de boxeo. Para finalizar pesas. Sin esperar a más, después de una hora liberándome de la tensión del trabajo, vuelvo sobre mis pasos a darme una ducha. Ahora solo me toca volver a entrenar la puntería.
—Has vuelto a fallar, diablo•la voz de Alessia se clava en mi cabeza.
Yo no fallo, yo mato a la primera.
Más tranquilo cojo mi traje, antes de bajar a la zona de entrenamiento, voy a buscarla.
Abro la puerta sin mucha dificultad, es solo pasar la tarjeta, por dentro también hago el mismo gesto.
Pero cuando está hecho, noto como unos pasos avanzan demasiado rápido a mí.
—Sigues herida, Alessia —digo poniendo mis manos en los bolsillos.
—Eso no me quita las ganas de matarte —gruñe.
—Igualmente —río sin ganas.
—Aja, pero mírame aquí estoy, porque tienes la polla tan chica que no tienes los cojones que hay que tener para dispararme —ríe.
—Cállate, perra —gritó en seco.
—¿Tú orgullo herido, Diablo? Eso es por que la tienes pequeña —vuelve a reírse.
—No vas a decir lo mismo cuando te folle y no puedas caminar en días —digo con la poca paciencia que me queda.
Unas manos viajan a mi cara sin verlas venir. Me tocó la mejilla y me la encajó.
Nueva regla, no perderla de vista ni un segundo.Agarro sus brazos delgados y la levanto hasta dejarla debajo de mí en la cama, presionando con mi rodilla en su vagina y apoyo sus manos por encima de la cabeza sujetándola con fuerza, su pierna derecha esta colgante lo justo, al lado de mi izquierda. La otra la tiene flexionada.
—No vuelvas a retarme, preciosa si no quieres que yo te calle la boca —digo mirándola con demasiado cabreo.
—Ya te dije no me das ningún miedo —dice pero yo noto un ligero temblor.
—No me conoces, Alessia y contigo estoy teniendo mucha paciencia —digo apretando más sus brazos al colchón.
El camisón se ha subido hasta su entrepierna. Controlo mis instintos. Y me levanto de esa postura.
—No vuelvas a retarme, ni si quiera me vuelvas a cuestionar, porque iré matando a cada uno de los tuyos, hasta que solo quedes tú —digo mirando a mis zapatos en una voz calmada, intentando no perder la poca paciencia que me queda.
—No serás capaz —vuelve a cuestionarme.
Saco el arma y me vuelvo ha acercar a ella presionándola contra mí musculado cuerpo, meto el cañón en su boca.
—Tienes dos opciones Alessia: o ser una buena zorra o te quedas aquí viendo morir a todos, suplicándome que te mate, y te aseguro que no lo haré hasta que no acabe con todos. Tú decides, preciosa—cansado vuelvo mis pasos y salgo de allí.
Cuando cierro con seguridad, me apoyo en la puerta cansado, escuchando más indultos hacia mi persona.
Después de respirar lentamente, me alejo de allí para salir al jardín, enciendo un cigarro mis sirvientas mueven sus caderas, pero ninguna llama mi atención ahora mismo.
Daven llega a mi lado.
—Es dura de roer ¿verdad? —dice encendiéndose el otro.
—Es un dolor de huevos –digo sin reír.
—Ya hemos mandado el paquete, no tardará mucho en mover ficha —me avisa mi amigo.
—Bien–apagó el cigarrillo en el cenicero y miro a mi amigo.
Con la mirada nos decimos todo.
–Señor, ha llegado el diseñador —dice la chica que acaba de salir de su castigo.
—Dile que pase —digo caminando dentro de la casa.
Trae un traje precioso, una chaqueta y pantalones rojos, una camisa blanca con una corbata del color de las otras prendas. También en una urna veo la cabeza de Satán. Es dorada, tiene agujeros para respirar, sacar la lengua sin problemas y escuchar. El acabado de los cuerno me encanta.
—Ahora sí que vas a ser el diablo —ríe Daven al entrar.
—Muchas gracias por tu trabajo, siempre. Puedes llevar el modelo a modelos chicas y chicos. Quiero que todos lo vean–le doy una buena cantidad de dinero.
—Siempre es un honor hacerte las prendas —la sirvienta le acompaña fuera de la casa.
—Vamos a entrenar —digo a Daven.
—¿Está noche te vuelves a estrenar? —dice riendo, apoyando su mano en mi espalda.
—Esta noche van a saber que el rey nunca se ha ido de la ciudad, y viene con más ganas de matar que nunca —afirmó bajando hacia abajo.
Cogemos la pistola y no paramos de pegar tiros, hasta que nuestra puntería es perfecta, todo como en los viejos tiempos.
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Nota de autora:
Estoy con muchas ganas de continuar escribiendo esta historia.
¿Qué os está pareciendo?
Si hay alguna falta ortográfica avisadme y corrijo. Muchísimas gracias. ❤️
Nos vemos el viernes que viene🔥.
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Averno
Teen FictionYaron Meier es Lucifer. Ocupa su trono plateado, es el dueño de su ciudad. Nadie mueve un pie sin que él observe y castigue. Si te atreves a tocar algo que es suyo, arderas en el caldero de Satan. Alessia Bianco es la nueva caza del diablo. Y eso le...