La familia.

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Con cansancio, la muchacha se dejó caer sobre su asiento, abrumada por la situación. Odiaba profundamente esos momentos. Sentía lástima por su padre, el pobre anciano aún creía que su familia podría unirse, como si las cenas incómodas y los silencios prolongados pudieran ayudar.

Observaba con atención a Rhaenyra mientras susurraba cosas al oído de su hijo mayor, mientras este reía. Solo los dioses sabían cuánto habían rogado para que la relacion con su madre se pareciera aunque fuera un poco a la de ellos. Envidiaba a Jacaerys, aunque no del todo. Él era un bastardo, como Aegon solía decir. Todo el mundo lo sabía, ella incluida. A pesar de notar el obvio parecido físico entre su caballero Harwin y su sobrino, nunca se había atrevido a molestarlos por ello. Después de todo, él tenía una familia, una familia de verdad que lo amaba incondicionalmente.

Ella, en cambio, como segunda hija de Viserys y Alicent, nunca había escuchado ni una sola duda sobre su legitimidad. Era una Targaryen, nadie lo discutía. Y se lo merecía, realmente lo hacía. Hydra manejaba la espada como nadie, aprendió a domar a su dragón en pocos meses y aprendió el valyrio por sí misma, sin ayuda de su madre ni de los maestres. No lograba entenderlo. Era todo lo que se esperaba de una Targaryen, mientras que Jace apenas sabía sostener una espada correctamente, no montaba un dragón y apenas sabía algunas palabras en valyrio.

A pesar de todo, él recibía abrazos y palabras cariñosas, ¡incluso Rhaenyra expresaba su orgullo hacia él delante de todos! El mocoso simplemente lograba que Vermax escupiera fuego, como si eso fuera una gran hazaña.

En cambio, ella solo obtenía gritos y miradas cargadas de decepción. Solo en los buenos días Aegon aguantaba los golpes por ella. Eso tenía que reconocérselo, su hermano era un completo idiota, pero siempre había estado allí. Secaba sus lágrimas, tomaba su mano y la hacía reír. Aegon era cruel, pero no con Hydra, no con su hermana.

Aegon y Rhaenyra eran similares, ambos amaban con todo su corazón a Hydra. Sin embargo, uno de ellos nunca tuvo el valor de admitirlo y el amor del otro nunca fue suficiente.

Frunció el ceño confundida al sentir un leve apretón en su mano derecha. Era Aemond tratando de entrelazar sus dedos por debajo de la mesa. Ambos habían tenido una "pequeña" discusión con su madre y, después de secar las lágrimas del niño, este no se le había despegado.

No era odio, claro que no. Pero su hermano era apenas un niño, y ella comenzaba a ser una adolescente.

El menor le ofreció una leve sonrisa algo nerviosa. Siempre tenía la necesidad de llamar la atención de su hermana mayor, lo cual muchas veces le molestaba. No lo admitiría en voz alta, pero la quería. Era la única persona por la que se sentía realmente querido. Nunca se había sentido burlado, gritado o golpeado por Hydra. Por eso, cuando vio la mueca de asco en el rostro de ella, unas lágrimas amenazaron con caer por sus mejillas. Rápidamente soltó su mano y, tropezando con las palabras, logró disculparse. Aemond no quería ser raro con ella, no quería que lo viera así. Deseaba que lo mirara con el mismo orgullo y cariño con el que veía a Aegon, Rhaenyra o al pequeño Lucerys.

Después de un largo silencio, Otto murmuró: — Daemon se casó con Laena Velaryon. La princesa asegura que espera un hijo suyo. — La mueca en el rostro de su hermana mayor no pasó desapercibida para la niña.

Recordaba poco de Daemon, el hombre le parecía extraño. Las pocas veces que habían pasado tiempo juntos, lo único que obtenía de él eran miradas fijas, conversaciones cortas y secas sobre su alto potencial para ser una niña, y una que otra leve sonrisa cuando causaba algún desastre. Luego Rhaenyra no quiso que lo volviera a ver. Estaba claro que su madre había tenido algo que ver en esa decisión, pero a Hydra realmente no le molestaba. Al principio no entendía porqué tenía que conocerlo, ninguno de sus hermanos lo había hecho. Sin embargo, los susurros que escuchaba entre los pasillos del castillo comparándola con él le hacían tener algunas dudas.

— Bueno, en ese caso deberíamos enviarle un huevo, aunque su unión no sea de nuestro agrado —, dijo su madre mirando fijamente a Rhaenyra.

Sin disimulo alguno, prácticamente se tiró sobre el asiento de Aegon acercando su rostro al suyo. — No comprendo — susurró, ignorando el pedido de su madre para comenzar a rezar. — Explícame— , exigió, sin ver la incomodidad de su hermano al tenerla tan cerca.

Otra cosa que no comprendía, los dioses nunca habían sido justos con ella ni con su familia. Agradecerles por cosas que no les habían proveído le parecia una estupidez y se negaba a hacerlo.

— Rhaenyra está enamorada de Daemon —, dijo el mayor en su oído. — Estoy seguro de que la estúpida desearía que sus bastardos fueran de él — se burló con una sonrisa en su rostro.
Antes habría objetado sus palabras, pero no ahora. ¿Eran bastardos? Sí lo eran. ¿Rhaenyra era estúpida? No lo creía. Pero Eg la odiaba, mas bien, odiaba la forma en que ella acaparaba toda la atención de su padre, así que no podía culparlo realmente.

Jamás tuvo que cargar con ese peso. Viserys era un maravilloso padre, tanto para ella como para Rhaenyra, por supuesto. Sin embargo, podía entender el resentimiento de su hermano, Aun así, no era tan tonta como el para odiar a alguien por algo que no era exactamente culpa suya.

De hecho, en varias ocasiones Rhaenyra intentó acercarse a sus hermanos, pero todos la rechazaron, excepto Helaena, claro está.

Su hermana era diferente, merecía todo el amor del mundo y mucho más. Por un lado, deseaba poder tomarla de la mano y llevársela lejos de su horrible familia. Por otro, a veces queria poder sacudirla para quitarle esa singularidad que la caracterizaba.

— Ojalá lo fueran, al menos así Jacaerys y Lucerys no tendrían que enfrentar tanto odio por madre — respondió en un tono dubitativo, mirando a los dos nombrados.

Aegon rodó los ojos al escucharla. Al igual que su hermano, el desagrado que sentía hacia sus sobrinos no era culpa de su madre, sino de Hydra. Odiaba la forma en que ella parecía quererlos, ¡por todos los dioses, ellos no merecían el amor de su hermana!

Eso era solo para él. 

𝐂𝐎𝐋𝐃 𝐇𝐄𝐋𝐋 , 𝐇𝐎𝐔𝐒𝐄 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 [𝑬𝑵 𝑬𝑫𝑰𝑪𝑰Ó𝑵]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora